Mónica Orozco, Redacción Quito / LÍDERES
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Pinto lleva 100 años innovando

En los años 80, la fábrica de Empresas Pinto, ubicada en Otavalo, en el norte del país, era lo más parecido a la "universidad". Entre máquinas de coser e tejidos, la gente de la localidad aprendía los secretos de la industria textil.

Aunque desde entonces la economía se ha diversificado -la industria representa el 5% de la economía del cantón, lejos del sector comercial y artesanal que representa cerca del 82%- Pinto es aún una gran generadora de mano de obra e inversión en la zona.

La firma emplea 370 personas en Otavalo y más de 700 en el ámbito nacional (incluidos puntos de venta).

"Pinto ha sido clave en la capacitación de la mano de obra que se ha preparado en confección, hilatura... La gente se especializaba ahí y luego salía a instalar su propio taller", comenta el alcalde de Otavalo, Mario Conejo.

Esto en buena medida porque cada 20 años Pinto ha renovado la maquinaria de sus fábricas. La más reciente modernización inició en septiembre del 2012. Para ello, invirtió USD 4 millones en 94 equipos nuevos entre máquinas de corte, tejeduría, de tinte y de confección. El cambio ha permitido reducir el desperdicio de insumos y tecnificar procesos. Con ello espera este año aumentar un 15% su producción, que en el 2012 alcanzó más de dos millones de prendas.

Pero la actividad de Empresas Pinto empezó mucho antes en un pequeño depósito donde hoy aún giran las hélices de una pequeña turbina alemana de 100 kilovatios de potencia. Con ello, abastece de energía para iluminación de la industria de Pinto en Otavalo.

En ese mismo sitio, en 1913, Segundo Miguel y Tomás Abel Pinto inauguraron la primera central hidroeléctrica, que le permitió a Otavalo contar por primera vez con energía eléctrica.

13 años más tarde, en 1926, los cultivos de algodón de El Chota motivaron a estos emprendedores a comprar maquinaria desmontadora de algodón y empezar el negocio textil. En 1932 el negocio se transformó en lo que sería una de las primeras industrias del norte del país.

Con 93 años de edad, Carlos Cifuentes, ha sido testigo de casi toda esta historia. Con un asistente, este trabajador de diálogo pausado aún ayuda a supervisar la operación de esta central, un trabajo que realiza desde hace 72 años.

"A mí me duele el corazón cuando la gente le dice la planta vieja a la primera planta textil, porque de esa fábrica y de esta central eléctrica nació lo que hoy es Pinto", recuerda el trabajador que se jubiló en los años 60. Germánico Pinto, quien impulsó el negocio en los años 50, le permitió conservar su empleo.

"Hacer lo que más me gusta hasta ahora es lo que me mantiene joven", confiesa Cifuentes con una sonrisa. "La gente contaba que antes Pinto tenía telares y trabajaba gabardinas. Luego compraron máquinas más modernas".

Una creciente del río Jatunyacu, cerca al cual se ubicaba la primera planta, inundó todas las instalaciones. "El lodo de la fábrica se sacaba hasta en carretillas".

Zulay Romero, quien labora como secretaria desde hace 47 años en la firma, recuerda que la fábrica paró más de cuatro meses. "Fueron tiempos duros. Falleció un trabajador. Se perdieron insumos, se dañaron algunas máquinas. Por eso en los 90 se construyó una nueva planta", dice Romero.

La creciente no detuvo el crecimiento de la industria textilera. Romero presenció el cambio de la empresa con la incorporación de nuevas tecnologías, especialmente en la confección de tejidos. Inicialmente Pinto ofrecía ropa interior, luego se fabricaron prendas básicas y después ropa de moda.

Otro reto fue consolidar la relación con los empleados. Hace unos 15 años se firmó el primer contrato colectivo entre Pinto y sus trabajadores. Hoy 410 colaboradores pertenecen a este régimen. "Siempre hemos tenido una buena relación con la empresa por el bien común. Y la empresa siempre nos ha dado la apertura", comenta Edwin Peñafiel, vicepresidente de esta organización.

Julio Fuentes, tesorero de la Cámara de Comercio de Otavalo, dice que Pinto es una de las principales empresas del cantón junto a la cementera Lafarge y la también textil Indutexma. "Su mayor aporte es en término de generación de mano de obra y pago de impuestos".

Según datos de la Alcaldía Otavalo, en lo que va del año Pinto ha pagado USD 40 832 en impuestos prediales, patentes y otros pagos municipales.

Aunque Pinto se internacionalizó a Perú y Colombia, Ecuador es el principal centro industrial de esta compañía. En el país se concentra el 73% de su producción. En Perú y Colombia se generan prendas con procesos especiales de estampado, etc., explica Jenny Aguirre, jefe de Talleres de Empresas Pinto.

Cristina Muñoz, gerente de Márketing de esta compañía, sostiene que la innovación ha sido otro pilar del crecimiento. "Antes solo teníamos diseños básicos. Desde 1995 se renovaron los diseños dos veces al año. Hoy cada trimestre lanzamos una tendencia y cada mes una colección diferente", acota Aguirre.

El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años. Para celebrarlo lanzará, una colección especial denominada "Premiun".


Los datos

Ventas. Pinto factura USD 1,8 millones mensuales. En Navidad multiplica ese valor por 2,5. (ventas nacionales, no incluye exportaciones).

Producción. Entre el 2007 y el 2008 creció 15%. Entre el 2009 y el 2010 superó el 24%. Para este 2013, se espera aumentar un 15% frente al 2012.

La exportación. La producción se vende en un 68% en Ecuador y el resto al exterior, principalmente Alemania. El 18 de octubre próximo la firma cumple 100 años y venderá su camiseta número 17 millones a ese país.