En las empresas de alimentos y bebidas del país el impacto del alza de tarifas eléctricas tiene que ver con su dependencia a este tipo de energía. Foto: Archivo / LÍDERES

Las empresas enfrentan otro desafío: la planilla eléctrica

El sector de alimentos y bebidas enfrenta una nueva medida que aumenta sus costos de producción. En noviembre pasado, el Ministerio de Salud expidió un reglamento para que este segmento de la industria colocara en las etiquetas de sus productos círculos de colores para informar sobre el contenido de grasas, sal y azúcar.

Las empresas tienen hasta agosto próximo para colocar en la parte frontal de sus empaques una especie de semáforo: rojo, para los productos con alto contenido de calorías; amarillo, si es contenido medio; y verde, para bajos niveles.

La medida, que busca reducir enfermedades crónicas no transmisibles como la diabetes, impacta en 45 000 productos que se comercializan en el país.

Las empresas han realizado inversiones para cambiar el etiquetado de alimentos. Esto incluye gastos en diseño e impresión de los nuevos empaques.

A este rubro, se sumó desde este mes el incremento de las tarifas eléctricas. Este aumento se verá reflejado en la planilla del próximo mes.

A este segmento le preocupa la medida, aunque el impacto aún se analiza.

El efecto del incremento tarifario dependerá de la participación que tenga la energía eléctrica en el consumo total de energía de las industrias.

El gasto en energía eléctrica representa entre el 2% y el 20% de los costos, según empresas de alimentos consultadas.

Christian Walhi, presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Alimentos y Bebidas, dice que el tema aún no ha sido estudiado por el gremio, pues por ahora el asunto urgente por resolver es el cambio del etiquetado.

En tanto, Édison Romo, vicepresidente del sector alimenticio de la Cámara de la Pequeña y Mediana Empresa de Pichincha (Capeipi), señala que el tema será debatido por los pequeños industriales en esta semana.

Cowa, empresa que produce quesos gourmet, explica que entre el 40% y 50% de su balance energético está compuesto por energía eléctrica y el resto por gas.

Andrea Vizcaíno, copropietaria de la firma, explica que la energía eléctrica es un insumo primordial en los procesos de posproducción de sus alimentos. "No se usa tanto para la elaboración sino para el empaquetado de los quesos".

Vizcaíno considera que esto impacta en los costos de producción. "El costo de la energía representa entre el 10% y 20% del precio final del queso".

Aunque no ha calculado cuál será el impacto en dólares de la decisión, la ejecutiva señala que, de existir, una parte del incremento se trasladará al consumidor final y otra parte será asumida por la empresa. "En todo caso, no se subiría exageradamente, sino que se buscará un precio moderado para el público".

Otra medida que preocupa es el cambio de las cocinas de gas por cocinas de inducción (eléctricas) que planteó el Gobierno, y que también podría implicar una nueva inversión para el sector.

"Las pequeñas y medianas empresas trabajan principalmente con gas", dijo.

En Cereales Andinos, el 80% de la maquinaria funciona con energía eléctrica y el 20% restante, con diésel. "No hemos tenido tiempo aún de medir el impacto", sostiene Guillermo Tapia, gerente general de Cereales Andinos, que produce cereales. Agrega que el costo -que aún no ha sido calculado- será absorbido por la empresa.

Por ahora, la estrategia se enfocará en optimizar el uso de la energía y, así, evitar el incremento de precios para el consumidor final. "Nuestros productos se venden en grandes cadenas de supermercados y no se puede nomás subir el precio del producto", comentó.

En Floralp, compañía que elabora quesos y yogures, el pago de la luz eléctrica representa el 2% dentro de sus costos de producción.

La leche y otras materias primas son los principales rubros. "Aún no hemos calculado lo que representará en costos para la empresa, pero obviamente tendrá algún impacto", comenta Norberto Purtschert, gerente de Floralp.

Otras empresas como Envagrif y Los Andes aún analizan el efecto de la medida en sus costos de producción.

150 empresas grandes y medianas de alimentos y bebidas existen en el país.