Nelly Moreno y Carla Novoa, madre e hija, trabajan este año para posicionar su bebida de amaranto, Amati. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES

Nelly Moreno y Carla Novoa, madre e hija, trabajan este año para posicionar su bebida de amaranto, Amati. Foto: Julio Estrella/ LÍDERES

El amaranto da vida al negocio familiar

15 de febrero de 2017 12:44

De una desgracia también puede surgir una oportunidad para emprender.  Esta lección la aprendió Nelly Moreno en el 2009. En ese año, la ingeniera en alimentos, que trabajaba en una multinacional en el área de alimentos y bebidas, sufrió meningitis. En el diagnóstico se detectó una inflamación en su cerebro y los médicos le ordenaron medicación constante y reposo absoluto durante seis meses.

No obstante, las ansias por recuperar su vitalidad le motivaron a buscar una “cura natural” para su enfermedad. Y descubrió un elixir que prácticamente le “devolvió la vida”: el amaranto.
Con este producto nació Gramolino. El negocio vende granos como el amaranto al granel.

Y desde el año pasado, la firma incursionó en el segmento de bebidas en TetraPak con amaranto, maracuyá y uvilla con la marca Amati. Este último producto es el valor agregado del negocio, detalla Moreno. “Esta bebida no tiene químicos y es elaborada con productos orgánicos y de comercio justo”, dice la gerenta de la firma.

El grano de amaranto -al igual que la quinua- es considerado un pseudocereal. Sus beneficios son múltiples: posee proteínas, minerales y vitaminas naturales, ácido fólico, calcio, hierro, fósforo.

Este alimento contiene un aminoácido que produce la serotonina , antidepresivo natural.
Moreno dice que cuando tenía meningitis, en su casa le preparaban sopas, jugos y hasta ensaladas con el grano. “Consumirlo de manera diaria mejoró mi salud”.

Por eso, en marzo del 2010, la emprendedora vio una oportunidad de tener un negocio propio con Gramolino, en la que invirtió un capital de USD 30 000.

En un inicio, la firma procesaba los granos en su planta en Tumbaco, en el suroriente de Quito, para venderlos al granel en empaques que por su color púrpura -similar a las hojas de la planta de amaranto- llamaron la atención a sus primeros clientes individuales.

Luego asistió a ferias e ingresó a cadenas de supermercados a escala nacional con el amaranto al granel marca Gramolino.

Juan Carrera es agricultor y trabaja con amaranto y quinua desde su finca ubicada en el cantón Pedro Moncayo, de Pichincha. Desde que se inició Gramolino es su proveedor. Él explica que cada año le entrega entre 15 y 18 quintales de estos pseudocereales.

En el 2015 y luego de ganar mercado, la firma empezó a trabajar en la bebida Amati, comenta Carla Novoa, hija de Nelly Moreno y encargada del área de Comunicación de la empresa.

Para elaborar las bebidas la empresa se alió al Grupo Gloria (Leche Andina). Durante todo el 2015 realizaron pruebas del producto y en noviembre del 2016 arrancó la primera producción de esta bebida, que no tiene preservantes ni químicos. La planta se ubica en Sangolquí. Ahí se procesan 8 000 litros diarios de jugo.

Amati también se vende en tiendas naturales y cadenas de supermercados. A la fecha también tienen 25 clientes corporativos.

Moreno detalla que este año trabajarán en el rediseño de la marca y buscan concretar exportaciones. Pero también quieren fortalecer la parte de comunicación, con miras a posicionar al producto en el mercado local.