Wilmar Girón (operario), Gabriela Cifuentes y Juan David Cifuentes (dueños) y Diego Galindo (vendedor). Foto:  Eduardo Terán/ LÍDERES

Wilmar Girón (operario), Gabriela Cifuentes y Juan David Cifuentes (dueños) y Diego Galindo (vendedor). Foto: Eduardo Terán/ LÍDERES

Redacción Quito (I)
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El amor por las cuerdas trasciende generaciones

6 de marzo de 2016 23:23

El impulso mediático del ‘amor por lo nuestro’, que se puso en boga en los últimos años, fue el pretexto suficiente para que Juan David Cifuentes retomara la fabricación de cuerdas musicales.

Juan David es gerente de Cifuentes Strings, un negocio familiar que surgió de la mano de su abuelo Arturo Cifuentes Orozco, en 1921, y que con el paso del tiempo tuvo que reinvertarse para mantenerse en el mercado.

Nació como bazar con la venta de instrumentos musicales : trompetas, bombardones, trombones, saxofones, contrabajos, tubas, saxos de tenor, saxos barítonos y otros equipos importados desde Alemania. También, tenían tambores para las desaparecidas bandas de guerra, baterías y guitarras japonesas, más el papel tapiz de Italia, que completaba el bazar.
Veinte años después el amor de su abuelo hacia la música (tocaba piano y guitarra) le inclinó a enfocarse solo en el negocio de las cuerdas. La razón: encontró que había un mercado desatendido.

Fue cuando empezó la visión de fabricar cuerdas y otros accesorios para guitarra, como uñetas y vitelas con la marca ecuatoriana. A su abuelo le apasionó la idea de poner el sello ‘Hecho en Ecuador’ en cada una de las cajas; y lo logró.

En 1941 circularon las primeras cuerdas de acero para guitarra y bandolín fabricadas con maquinaria alemana. No tuvieron éxito. Lo hecho en el país no se valoraba en esa época y a los seis meses salió del mercado; cambiaron la etiqueta. La pusieron ‘hecho en Alemania’ y se quedó en el mercado.

Cifuentes Strings. Foto: Eduardo Terán / Líderes

Luego entró su padre Arturo Cifuentes Terán al negocio. Decidió involucrarse a la edad de 16 años para mejorar el producto. El padre de Juan David le propuso a su abuelo comprar una nueva maquinaria alemana para elaborar otro tipo de cuerdas; esta vez de nailon, por exigencia del mercado.

Así, en 1957 comercializaron cuerdas de nailon envueltas con aleaciones metálicas. La materia prima, multifilamentos y monofilamentos, así como los alambres y las aleaciones metálicas (combinaciones de zinc, magnesio, cobre, bronce, plata, fósforo), que sirven para enroscar y fabricar la cuerda, lo importan de Estados Unidos, Alemania, Suiza o Argentina. En el país no se fabrica.

La empresa tuvo su punto de quiebre con el feriado bancario de fines de los noventa; estuvo a punto de cerrar sus puertas. En 1998 la producción empezó a bajar hasta llegar al 10%, en el 2005. Y de ocho máquinas apenas funcionaba una.

También de los 150 clientes que tenían al por mayor se quedaron con 10. Entonces, en el 2014, entró Juan David. Él decidió reactivar la fábrica y lanzar las cuerdas Cifuentes-Strings, con el sello de ‘Hecho en Ecuador’, impulsándose en ese apoyo mediático para que la gente ‘consuma lo nuestro’. Ahora, allí trabajan cuatro empleados, con la visión de crecer.

Desde mediados de este año espera facturar unos USD 10 000 mensuales. Al cierre del año pasado logró 15 000 anuales, y en el 2014 concretó 10 273, al año.

El negocio tiene 45 a 50 clientes (almacenes, al por mayor, etc.) y espera producir 10 000 cuerdas mensuales, para seis tipos de instrumentos: la guitarra clásica, eléctrica, acústica, el requinto, el bandolín y el bajo eléctrico. Las cuerdas más caras son estas últimas: venden al por mayor a 17,75. Al público se sugiere USD 25.

Por ahora, la producción mínima es de 6 000 cuerdas al mes. Y están en 13 ciudades de siete provincias. En esta tercera generación ‘nosotros le damos cuerda a la música’, dice sonriente J. David.