Martín Pallares. Editor Multimedia EL COMERCIO
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La apuesta por Julian

Otorgar protección a Julian Assange en la Embajada en Londres es sin duda uno de los actos más temerarios e interesantes que el gobierno de Rafael Correa ha tomado en los últimos tiempos.

Correa, al darle protección, está realizando un desesperado acto para lavar la pobre imagen que tiene internacionalmente por sus constantes y groseras violaciones a la libertad de expresión y por su acoso patológico a la prensa no estatal.

Assange es un personaje que despierta profundas simpatías en todo el mundo. Wikileaks ha sido fundamental en el debate sobre los derechos de los pueblos a tener acceso a información que está en manos de los gobiernos. Apoyar a Assange es, sin duda, una apuesta imaginativa en la desesperada carrera de Correa y sus asesores por limpiar la imagen de déspota que se ha labrado por bravatas.

Pero como toda apuesta temeraria, tiene grandes posibilidades de fracasar. No existen mayores pistas sobre cómo se va a solucionar el problema de Assange. El asilo no parece ser suficiente. Si sale de la Embajada en condición de asilado, la Policía inglesa lo detendrá por haber violado la fianza que le permitía tener una libertad condicionada. En el caso de que interpusiera su caso ante la Corte Penal Internacional o la Corte Europea de Derechos Humanos, lo más probable es que tenga que esperar años.

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