El Centro Ecuatoriano de Biotecnología y Ambiente tiene su base de operaciones en Ibarra. Foto: José Luis Rosales / LÍDERES

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José Luis Rosales  (I)
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La biotecnología es el valor que ofrece este centro

28 de febrero de 2018 09:26

El generar productos con alto valor agregado es lo que promueve el Centro Ecuatoriano de Biotecnología y Ambiente (CEBA), que se creó en el 2009.

Este organismo, formado por 18 profesionales de diversas áreas, enfoca su labor al desarrollo de tecnologías para aprovechar la biodiversidad del país. Así explica su director ejecutivo, Julio Pineda. Este PhD, de 49 años, señala que este nuevo tipo de economía se sustenta en tres pilares: la ­mi­crobiología, bioquímica y biotecnología.

“A partir del manejo de microorganismos y otras materias primas se puede producir miles de productos, más que el petróleo”. Éstos pueden aplicarse en la industria de alimentos, fármacos, biofármacos, bioplásticos, biotextiles, entre otros.

Desde hace dos años, a raíz de que 12 de los 18 investigadores empezaron a retornar al país, tras cursar estudios de doctorado en el exterior, definieron un plan con enfoque empresarial para aprovechar toda su capacidad científica.

Para ello, el 2017 recibieron ­asistencia técnica de la Universidad Católica de Oriente, de Colombia, para crear empresas a partir del desarrollo tecnológico. Así surgió la firma Biodiversity, que busca explorar varias líneas de productos con biotecnología en agricultura, alimentos, salud, ambiente e industria.

Una de las fortalezas de este grupo de científicos nacionales es trabajar bajo la metodología de escalado industrial. La idea es que antes de que un producto salga al mercado pase por las etapas de laboratorio, banco, piloto, semindustrial e industrial. Este último incluye el diseño, instalación y montaje de una planta.

Así identifican productos de esta bioeconomía que están en el mercado. Luego, realizan ingeniería inversa, hacen un estudio de patentes y por último analizan la posibilidad de fabricarlos.

La marca nacional ha desarrollado productos como el Biosintato, una fórmula basada en aminoácidos que funciona como un antiestrés para una planta vegetal.

Igualmente, el Biotensor que es un plaguicida de alto poder, que se obtiene del jugo de cabuya. Por lo pronto, se comercializan en pequeñas cantidades porque tramitan el registro de Agrocalidad.

Otra iniciativa es una planta piloto para la producción de células filamentosas, que fueron extraídas de la parroquia de Lita, en Ibarra. Esta zona, en el noroc­cidente de Imbabura, es rica en una variedad en hongos comes­tibles y plantas medicinales.

La célula, que previamente fue reproducida y domesticada, posee un 21% de proteína. Pineda explica que eso permite reemplazar a la carne. Además, destaca que contiene la molécula beta-glucan, que fortalece el sistema inmunológico. En el momento, producen
1 000 bandejas de este hongo comestible nutriceútico, que tiene dos presentaciones: blanca y rosada. Los 100 gramos cuestan USD 1.

A la par, están desarrollando 22 productos. Uno de ellos es con Asochacra, de la comunidad de Pijal, en Otavalo. Desde hace cuatro años, la organización que aglutina a 15 socios cultiva uvillas. Hoy produce entre 1 000 a 1 500 toneladas a la semana.

El CEBA está investigando a la planta para sacar productos de alta calidad, explica Sergio Imbaquingo, líder de la organización. Están elaborando licor y sirope de los frutos de la uvilla.

Otros Datos

Otro plan en marcha es la extracción del quitosano de la cáscara del camarón. Está en prueba piloto y servirá para fortalecer el sistema inmunológico de las plantas.

La estabilización a varias temperaturas de la chicha de jora es otro de sus logros. Ahora la bebida se comercializa bajo la marca Sara Mama.

Bionatura es la revista del CEBA. Se trata de una publicación trimestral, con textos en español e inglés, que publica trabajos inéditos de investigación en ciencias biológicas.