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La comida china ya tiene sello ecuatoriano

En el 2011 Oswaldo Donoso resolvió dejar de preparar hojas de vida y tocar puertas en busca de trabajo para emprender su propio negocio.

Con esta idea, invirtió USD 30 000 en abrir una franquicia en el segmento de comida. Pero las duras condiciones del dueño de la marca lo llevaron quebrar.

Este ecuatoriano de 35 años de edad no se desanimó y decidió sortear este obstáculo creando "su propia marca".

Así, en septiembre del 2012, nació Panda Wok, un restaurante de comida china con sello ecuatoriano.

"Pensé que no soy el único empresario que ha quebrado y dije: vamos con algo diferente, algo mío", recuerda.

Con una inversión inicial de USD 23 000, Panda Wok, ubicado en las avenidas De la Prensa y El Maestro, al norte de Quito, tiene identidad propia. Desde la fachada, Donoso rompe con la idea tradicional de los chifas. "Usé todos mis ahorros y obtuve un préstamo para el financiamiento", recuerda.

La marca Panda Wok se observa en letras grandes y colores intensos como el naranja. Otro elemento diferenciador es el sabor de su menú.

"La comida es fácil de hacer, no es nada del otro mundo. Por eso lo importante es buscar un elemento diferenciador, que en mi caso es preparar en ese instante el menú, por lo que es sano y fresco". Esto y el buen servicio son las estrategias con las que este joven empresario busca ganar espacio en el mercado de la comida china. Para ello, él personalmente vigila cada proceso.

Este psicólogo industrial con experiencia en recursos humanos reconoce que competir con grandes cadenas multinacionales que están a su alrededor no ha sido una tarea fácil.

Donoso se apoyó en la experiencia de sus dos hermanos Juan Pablo y Miguel Ángel para inyectarle "el sello ecuatoriano" a su iniciativa. El primero, quien es arquitecto, le ayudó con el diseño de la marca. El segundo es chef y le asesoró en las recetas.

Noemí Veintimilla, su esposa, también dejó su trabajo de ingeniera comercial en una empresa pública para apoyar a su esposo. Hoy trabajan juntos.

Estos jóvenes emprendedores consideran que lo más complicado ha sido darse a conocer.

"No ha sido fácil, estamos en proceso de crecimiento y adaptación por ahora. Lo que queremos es convertirnos en una franquicia o vender el derecho de uso de marca para ampliarnos", agrega Veintimilla, de 32 años.

Inicialmente tenía USD 4 000 de ventas por mes, hoy son de USD 6 200 mensuales y espera seguir creciendo.

"No es un chifa. El sabor de la comida es excelente y diferente y sobre todo me gusta que da trabajo a ecuatorianos", comenta Amelia Gavilanes, quien labora por la zona y es cliente frecuente de este restaurante.

Los platos de arroz con camarón, lomo salteado o tallarines de cualquier variedad son las especialidades de la casa y cuestan en promedio entre USD 3 y 8. Panda Wok ofrece 40 opciones de recetas.

El conocido chaulafán (no hay traducción, pero su similar español puede ser variedad) también está en el menú.

En el local trabajan tres personas de lunes a jueves y dos adicionales los fines de semana. Vende 22 platos diarios, cifra que se duplica el fin de semana.