Mónica Orozco Redacción Quito / LÍDERES
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Conelsa, 45 años inyectando energía a la industria

Con una facturación de USD 17,4 millones al año, la empresa ecuatoriana Conelsa fabrica cables de conducción eléctrica desde hace casi cinco décadas.

De padres españoles, Francisco Dalmau Llopart, su fundador, inició su actividad emprendedora en la industria del plástico y el comercio. Pero una restricción temporal a la importación de cables, le hizo pensar en fabricar localmente este producto y en 1969 abrió Conelsa.

En aquella época, montar cualquier empresa era una tarea titánica, pero Dalmau Llopart, llevaba el emprendimiento en la sangre.

Antonio Dalmau, su padre, llegó al Ecuador para abrir, en 1926, Textiles Imbabura, la primera planta textil en el norte del país. Contrató arrieros para que transportaran a lomo de mula las piezas de las máquinas que llegaron de Europa para la fábrica, ubicada en el cantón Antonio Ante (Imbabura). La planta se convirtió hasta 1965 en el eje económico de ese cantón y del norte del país.

Dalmau Llopart heredó esta visión y tenacidad. Este emprendedor adecuó un pequeño galpón, ubicado en el norte de Quito, que luego se modernizó y amplió, con la idea de forrar el cobre para hacer alambre de luz para vivienda.

En los años 60, los procesos de importación eran complejos, por lo que la maquinaria tardó meses en llegar.

"Esto no se hacía en Ecuador, todo se importaba. Traer la maquinaria era una odisea", dice Martín Dalmau, quien hoy gerencia la firma, al recordar las historias que, de niño, le contaba su abuelo.

Agrega que, entonces, no había confianza en el país. "Los sueños de los emprendedores son vistos como locuras, en esa época emprender una empresa de cable era una locura, pero él lo hizo". comenta el joven gerente.

De los primeros pasos de la compañía aún se conservan unas cuantas fotografías en blanco y negro.

Conelsa desarrolló en algún momento otras líneas de productos como cobertores para la industria del banano, tubería PVC que se fabricó hasta el 2009 e incluso escobas, pero que se abandonaron porque no funcionaron o porque bajó su demanda.

Pero esta empresa ecuatoriana nunca se alejó de su línea principal, que son los conductores para transmisión y conducción de energía. También elabora cables para las empresas de telefonía.

Entre sus clientes están la Empresa Eléctrica Quito, firmas petroleras, centrales de generación de energía, etc. Los cables de Conelsa también forman parte del proyecto eólico Villonaco, en Loja.

Carlos Torres, presidente del distribuidor de cables eléctricos Kittón, dice que la principal fortaleza de la empresa es la mejora constante del producto. "Siempre ha ido mejorando la calidad, da buenos precios y me da la oportunidad de ser su distribuidor". El 40% de los productos que distribuye la firma, ubicada en Guayaquil, proviene de Conelsa. "Lo que más vendemos de esa marca son cables eléctricos", señala Torres.

Conelsa tiene un portafolio de 20 líneas de productos con más de 500 ítems.

Entre las más recientes innovaciones están los cables de PVC forrados con nailon, que permiten una mayor temperatura de trabajo. Esto es para, por ejemplo, evitar un sobrecalentamiento de los cables en una vivienda cuando se conectan varios aparatos a la vez. Otro es el cable antifraude que evita el robo de electricidad. El producto tiene un recubrimiento especial, que hace que cuando alguien quiere conectarse a estos cables se genere un cortocircuito. Ello permite a las empresas detectar los intentos de robo.

"Conelsa compite con los grandes importadores del mundo (EE.UU., Francia, China).Hay que ser eficiente para competir", dice Martín Dalmau. La meta para este año es superar los USD 20 millones en ventas.

  • La insignia

Segundo Romero / Supervisor

Yo trabajo 42 años en la empresa, empecé a los 14 años de edad. Ingresé como personal de limpieza, de barredor. Luego aprendí a manejar máquinas y ahora soy supervisor de planta. La empresa me ha permitido crecer. Lo que más me gusta del trabajo es que hay compañerismo para que la fábrica pueda progresar. Recuerdo al señor Francisco Dalmau Llopart como una persona sencilla, que se llevaba bien con el personal y generosa porque compartía cualquier cosa con nosotros. Cuando empezamos era una empresa pequeña, que comenzó desde abajo hasta llegar adonde ahora nos ven. En ese entonces, trabajaban solo 20 personas en un pequeño galpón, con pocas máquinas. Hoy hemos crecido bastante. Saber trabajar y producir con eficiencia nos ha fortalecido durante estas más de cuatro décadas.