Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES

Cristian Quijada es especialista en temas de desarrollo del Banco Mundial. Foto: Pavel Calahorrano / LÍDERES

Cristian Quijada: ‘Cada ciudad tiene su propia fortaleza’

27 de junio de 2016 08:43

Cristian Quijada, especialista en temas de desarrollo del Banco Mundial analiza cómo las ciudades se convierten en polos de desarrollo, atraen inversiones y mejoran su competitividad. Asegura que la actitud de los habitantes y de las empresas es determinante.

¿Qué características debe tener una ciudad para ser competitiva?
El Banco Mundial elaboró en el año 2015 el estudio ‘Ciudades competitivas para empleos y crecimiento’ con el interés de saber la experiencia de ciudades en términos de desempeño económico, con tres variables: crecimiento del PIB per cápita, la generación de empleo y la productividad a nivel ciudad. Allí se encontró que hay un grupo de urbes que ha tenido un desempeño muy por encima de la media y lo curioso es que no son las grandes capitales, sino ciudades que a priori pensábamos que no deberían tener un elevado desempeño.

¿Por ejemplo?
Una es Gaziantep, está en Turquía, ubicada en la mitad del país, sin puertos, en una zona muy árida, sin lo que uno pensaría que son condiciones ideales para un alto desempeño. Al ver esto, nos preguntamos qué hicieron estas ciudades y se estudió más a fondo urbes específicas en África, Europa central, China, India, América Latina. Otro dato interesante del estudio es que el buen desempeño económico de las ciudades más competitivas fue por cinco o más años. En la región una de las ciudades que destaca es Bucaramanga, en Colombia.

¿Cómo entender o interpretar esos resultados?
Significa que sí hay espacio para que actores locales incidan en la competitividad de las ciudades. Parte del éxito se debió a acciones de actores locales, a políticas regionales que sí incidieron en el desempeño de la ciudad. Mucho depende de lo macro, pero también hay espacio donde actores locales actúan e inciden. Además, vimos que hubo colaboración y diálogo entre actores, no fue algo independiente, sino una colaboración, a veces de manera formal, otras veces más informal. Se trata de un diálogo público-privado-académico y el éxito viene de esa colaboración.

¿Uno de esos tres actores que menciona tiene mayor peso o más protagonismo?
Eso fue también sorpresivo. La iniciativa y el liderazgo en muchos casos no viene del sector público. Uno de los mensajes del estudio es que se necesita liderazgo, pero este puede venir de cualquier actor, no es necesario que el sector público lidere estas iniciativas. Los problemas que se tienen hoy en las ciudades son demasiado complejos, entonces la responsabilidad para solucionarlos, de generar ideas e implementarlas no puede ser tarea de un solo actor. Eso tal vez ocurría en el pasado, pero ahora los problemas necesitan esa multidisciplinariedad de ideas, pensamiento y opiniones.

¿En estas ciudades de alto desempeño económico también surgen ciudadanos y empresas competitivas?
La competitividad parte de los ciudadanos y de las empresas, una ciudad crece por la manera de las personas de ver los problemas y solucionarlos. Hablamos incluso de grupos reducidos que toman el liderazgo y deciden hacer las cosas de una manera diferente, no hablamos de miles de personas, sino de decenas que se juntaron para solucionar problemas. Los ciudadanos y las empresas, con sus trabajadores, son los que logran los cambios.

¿Cómo se integran a esta dinámica los emprendedores?
La creación de empleo es una variable clave para decir que una ciudad es competitiva o no. No solo es incrementar el producto interno bruto de una ciudad. La preocupación es crear trabajo, empleo de calidad en tiempos complicados. Ese empleo se crea con las empresas que ya están en el mercado, atrayendo empresas de otras regiones o de otros países o estimulando la formación de nuevas empresas, con ‘start ups’, por ejemplo.

¿Una urbe competitiva puede impulsar que otras ciudades actúen igual y que el país en conjunto mejore su competitividad?

Claro. Dar cierto espacio para innovar, con nuevas políticas permite una mejor gestión pública. Lo importante es probar políticas e iniciativas y si funcionan muy bien se las puede escalar a un nivel nacional.

¿Existen regiones donde esto ya ocurre?
En China ha habido mucha descentralización con la intención de que cada región pruebe e innove. Lo mismo pasa en EE.UU. con la descentralización a escala de estados y condados.

¿Entonces para que las ciudades avancen se necesitan regulaciones flexibles o se requiere un determinado control estatal?
Hay un rol de acompañamiento del Estado para ver cómo le va a las ciudades, con apoyo financiero y no financiero para implementar proyectos pilotos. Lo importante es acompañar, evaluar y saber bien si la intervención tuvo el efecto deseado y luego decir si se puede escalar o no. Es importante que el Estado fomente innovación en las ciudades.

¿Qué pasa cuando se presentan reformas legales, en temas tributarios o laborales, por ejemplo?

Estas son medidas para todo un país, pero impactan de diferente manera en las ciudades y pueden afectar su competitividad.
Por eso la competitividad no depende solo de las ciudades y por eso el ambiente macro es muy importante y no se puede dejar de lado por el impacto que tiene en ciudadanos y empresas. Lo macro y lo micro se deben combinar.

¿Qué puede esperar una ciudad muy competitiva? ¿Mayor inversión, más empleos, más innovación...?
Una ciudad más competitiva puede atraer más y mejores inversiones. Al ser competitiva está más coordinada y actúa de manera más estratégica. No olvidemos que no todo financiamiento extranjero es igual, hay distintos impactos de la inversión extranjera en la ciudades. Otro efecto de la competitividad es que se da un crecimiento más orgánico. Mucho de lo que se hace en las ciudades de la región es tratar de fomentar la innovación y las ‘start ups’. Eso está bien, pero cada ciudad tiene sus fortalezas y es necesario explotar esos puntos fuertes. Esto implica seguir haciendo lo que se hace, pero mejorándolo, especializándose.