¿Cuán preocupantes pueden ser las críticas infundadas acerca de un trabajo hecho con profesionalismo?. Foto: Flickr

Justamente, algunas de las mentes más brillantes que ha visto nacer el mundo debieron enfrentar a enconados críticos y detractores, defensores del ‘establishment’ científico.. Foto: Flickr

La crítica, un escalón hacia el éxito

5 de julio de 2017 15:24

De manera recurrente, las historias y anécdotas acerca de individuos que han alcanzado la cima del éxito nos recuerdan el poder del espíritu humano para sobreponerse a todo tipo de ­obstáculos.

Justamente, algunas de las mentes más brillantes que ha visto nacer el mundo debieron enfrentar a enconados críticos y detractores, defensores del ‘establishment’ científico.

Varios de ellos formaban parte de los círculos ilustrados de la época, eran reputados académicos, pensadores de avanzada.

Albert Einstein, por ejemplo, sufrió en carne propia las críticas más agresivas de sus contemporáneos, no solo de los hombres de ciencia sino del régimen nazi.

Cómo no recordar a Galileo Galilei y su osada teoría del heliocentrismo, que le valió la persecución de la Santa Inquisición, por di­vulgar ideas contrarias al espíritu de la Biblia.
Hallado culpable de herejía, Galilei fue condenado a arresto domiciliario por el resto de su vida.
Pero no es siempre el entorno el causante de las frustraciones y de la eventual decisión de abandonarlo todo.

Thomas A. Edison, el más prolífico de los inventores, fracasó miles de veces en su propósito de inventar el foco, pero nunca cejó en su propósito de darle al mundo la luz eléctrica. Desde su perspectiva, cada fracaso simplemente le acercaba al logro de su meta. Es evidente que solo la reciedumbre de carácter y un espíritu deter­minado pueden doblegar a la mente instigadora, que clama: “¡Olvídalo; no vale la pena!”.

Pero no ha sido estrictamente en el campo de la ciencia este bregar de algunos individuos para sobreponerse a los rígidos paradigmas de sus contemporáneos.

En el ámbito político, Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela son los tres ejemplos más significativos de una visión del mundo y de la realidad más allá de su propio tiempo.

Traído su ejemplo a la cotidianidad, a la vida y al trabajo del común de los individuos, resulta inspirador. Si ellos fueron capaces de trascender dificultades de verdadera envergadura, ¿cómo no poder manejar el mal carácter del jefe, los gestos y actitudes hostiles de los compañeros de labores?

¿Cuán preocupantes pueden ser las críticas infundadas y maliciosas acerca de un trabajo hecho con esmero y profesionalismo?

La fragilidad de carácter, la falta de un centro emocional, el derrumbamiento interior a causa de las críticas, la compulsión a buscar aprobación; el vehemente deseo de ser aceptado y reconocido, el miedo a fracasar, son aspectos que bloquean la capacidad para elevarse por sobre las circunstancias.

Obviamente, quien sufre de agobio constante a causa de obstáculos insignificantes, no está hecho para grandes empresas. Vivirá entrampado en el resentimiento, en el coraje, en la autoconmiseración pero, fundamentalmente, vivirá resentido con el mundo y sus ‘injusticias’.

La dimensión de las propias cosas, de lo que se realiza, reflejan la dimensión del propio pensamiento. Si la persona está permanentemente hostigada por su cabeza, si escucha la voz interior que le habla todo el tiempo de confrontación, de derrota, de imposibilidad; si se entrega a la especulación de lo desfavorables que le son las circunstancias, si en vez de actuar en función de equipo se ensimisma y se aísla, no puede esperar que el éxito y la satisfacción sean parte de su vida laboral y personal.

Saber escuchar es una de las virtudes del liderazgo, pero lo es también hacerse de los oídos sordos cuando las críticas negativas arrecian. El lenguaje de los hechos contiene muchísimos más argumentos para responder a los necios y confirmar que las críticas, bien canalizadas, son parte del camino hacia el éxito.