Editorial. El País de Uruguay (GDA)
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Descuido de la productividad

Aunque cueste creerlo dado el tiempo transcurrido y los riesgos latentes, la crisis europea sigue rampante siendo el contagio, el desconcierto y tirar la pelota hacia adelante en la toma de decisiones claves su denominador común.

El contagio, que nuestra región sufrió una década atrás, hoy se manifiesta en la periferia europea con virulencia creciente.

Su transmisión sigue el camino clásico de contagiar sistemas financieros debilitados, cuyo rescate muta en una crisis de endeudamiento. O va por el camino inverso, donde dificultades en el refinanciamiento de su deuda va emitiendo desconfianza que anida corridas bancarias y fugas de capitales.

En definitiva, una repetición de nuestra historia, ahora en lugares donde se suponía que había experiencia y la destreza necesaria para no entrar en el problema y, de ser necesario, resolverlo con solvencia.

En realidad, el desconcierto por no saber qué hacer es el responsable principal de la realidad actual. Su explicación proviene de cierto exotismo dado que es una crisis que se cobija en una unión política, la Unión Europea (UE), con una lógica de funcionamiento atenazada por una moneda común, que supone que sus miembros aceptan reglas de hierro en materia fiscal. Al final del camino, su supervivencia dependerá de que las diferencias de productividad entre sus miembros se emparejen.