Café Español

Ricardo Gutiérrez es el propietario de Café Español, cuya planta está ubicada en el km 1,5, de la vía a Chone. Foto: Juan Carlos Pérez / LÍDERES

María Victoria Espinosa (I)
mespinosa@elcomercio.com
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La herencia familiar va en el café

19 de abril de 2015 16:17

La innovación del producto fue la clave para que el emprendimiento Café Español no desapareciera. En el 2005, cuando las firmas internacionales empezaron a promocionar el café instantáneo, la iniciativa de la familia Gutiérrez empezó a sufrir una crisis.

Ricardo Gutiérrez, su gerente propietario, recuerda que durante varias noches pensaba en cómo innovar la producción. Luego de una investigación, empezó a elaborar una bebida de características similares basada en la haba.

Durante ocho meses hizo más de 10 pruebas para obtener un sabor ácido como el del café. Los primeros catadores fueron sus hijos. Cuando la preparación cumplió con algunas de las expectativas empezó a probarlo con los clientes. “Si hacían ‘caras’ o no pedían otro, entonces sabía que le hacía falta algún detalle. Hasta que las personas lo aprobaron”.

Una de las ventajas del café de haba, dice el Gerente, es que combate el insomnio a diferencia del café normal, que a ciertas personas les disminuye el sueño.

Fernando Rojas toma este producto desde hace un año. Él indica que tenía problemas para conciliar el sueño debido al estrés. Por ello tomaba pastillas para dormir, pero la dosis cada vez debía ser mayor para que hiciera efecto. “En una feria conocí a Ricardo Gutiérrez y me lo recomendó. Lo tomo una hora antes de acostarme y el efecto es muy bueno”, señaló. Además es una alternativa para las personas que no pueden consumir productos con cafeína.

Ahora se ofertan dos productos. El de empaque rojo es café natural y el verde es de haba. Los dos tienen su nicho de clientes. En el mes se venden unas 5 000 fundas de las dos variedades del producto.

Desde 1995 que la planta se instaló en Santo Domingo, la familia Gutiérrez asistía a ferias en diversas urbes para promocionar la bebida. En ese tiempo, la producción era artesanal. Nueve trabajadores se encargaban de secar, tostar y empacar el café manualmente.

Ahora, de ese proceso se encargan cuatro empleados por las inversiones en máquinas especializadas. En el 2003, por ejemplo invirtieron en un equipo que empaca 35 fundas por minuto. Este aparato costó USD 18 000.

Además se adquirieron molinos industriales, que pese a triturar la semilla, no hacen que pierda el olor. “Para trabajar con café se debe ser muy cauteloso. Este producto es similar a los perfumes. La fórmula debe ser exacta, para no afectar el olor y la textura”.

La marca Café Español se creó en Ambato (Tungurahua) en 1945. La fundó Luis Gutiérrez, el padre de Ricardo, quien nació en España. De ahí se deriva el nombre.

El empresario recuerda que su padre instaló el negocio con ayuda de españoles que radicaban en Guayaquil y también se dedicaban al cultivo de café. En 1970, el negocio familiar pasó a manos del hijo mayor: Vicente Gutiérrez. Él se hizo cargo por 12 años. Luego se heredó a los hijos Gonzalo y José.

Ricardo Gutiérrez se dedicaba al negocio de la ferretería, hasta que en 1995 decidió desempolvar la tostadora e inició el negocio en Santo Domingo. Una de las ventajas de hacerlo en la tierra tsáchila es la cercanía con los productores de Manabí, y también de Loja, “donde se cultiva el mejor café”.

Pero la desventaja es que el fruto no puede almacenarse por más de un mes. La humedad provoca que se llene de hongos y se pierdan propiedades. Por ello, los tres proveedores de Café Español surten el negocio según la necesidad de la planta. “Para cubrir la demanda deberíamos adquirir 150 quintales en el mes, pero para no perder se hacen dos o tres pedidos cada 15 días”, señala.

Ahora el reto de la empresa es exportar a Rusia el café de haba. Las primeras muestras fueron enviadas a través del Ministerio de Industrias y Productividad.

INSIGNIA


“La rigurosidad ayudó en el crecimiento”

Santiago Gutiérrez, jefe de producción

Me encargo de la producción del café; es decir, de tres procesos en la planta: la tostada del café y la haba, moler el producto y empacarlo. En 150 kilos nos demoramos dos horas en la producción. Eso debido a la tecnificación de los últimos años de la planta.

Inicié este trabajo cuando tenía 19 años. Ya han pasado 21. En este tiempo he aprendido a ser exacto y a perfeccionar mi labor, ya que de mi esfuerzo depende que la calidad del producto no baje. Pero no siempre fue así. Al principio tuve muchas equivocaciones. Recuerdo que una vez por descuido no controlé la temperatura y el café se tostó por fuera, pero por dentro estaba crudo. La consecuencia fue que perdí tiempo y recursos económicos y materiales. Desde entonces soy riguroso y muy responsable en el control de la temperatura.