La globalización, flexibilización del horario laboral y trabajo en casa vía teléfono inteligente roban el sueño de muchos trabajadores. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

La globalización, flexibilización del horario laboral y trabajo en casa vía 'smartphone' roban el sueño de muchos trabajadores. Foto: Archivo/ EL COMERCIO

El descanso de los trabajadores es tarea pendiente en las empresas

27 de marzo de 2015 12:33

Los ecuatorianos, en promedio, destinan 52 horas semanales al sueño. Lo cual se traduce en aproximadamente ocho horas diarias. A actividades productivas destinan 66 horas semanales. Las cifras se desprenden de la Encuesta de Uso del Tiempo, del Instituto Nacional de Estadística y Censos (INEC).

Si bien es cierto que las necesidades de sueño varían, los especialistas consideran que un lapso de descanso que oscile entre las siete y nueve horas afecta de manera positiva al desempeño.

Por el contrario, pocas horas de sueño, o una mala noche, también determinarán la calidad con que se desarrollen las labores diarias.

Un artículo publicado por la Universidad de Pensilvania, ‘Hora de despertar: por qué todo el mundo necesita más horas de sueño’, indica que la globalización, flexibilización del horario laboral y trabajo en casa vía teléfono inteligente roban el sueño de muchos trabajadores.

Las consecuencias de esa ‘hiper conexión’ se reflejan en la productividad, creatividad y ánimo en el lugar de trabajo. El objetivo es que el empleo no choque con la necesidad humana denominada REM, la cual se refiere a la etapa esencial del sueño.

Stewart D. Friedman, profesor de Gestión de la Escuela de negocios Wharton, de la Universidad de Pensilvania, sostiene que la posibilidad de acceder a tareas relacionadas con el trabajo a través de los medios digitales hace más difícil mantener separadas las fronteras entre el trabajo y las demás actividades.

Nancy Rothbard, también maestra de la Universidad, acota que la falta de sueño influye en un humor negativo que a su vez limita la productividad. “Las personas que comienzan el día con una actitud negativa se desvinculan más del sistema, y están menos disponibles para los clientes”, dice. Por el contrario, cuando el personal está de buen ánimo se expresa de manera más profesional.

James B. Maas es psicólogo y pionero en la especialización de estudios sobre el sueño. Es el creador del concepto “power nap” (siesta reparadora). De acuerdo a su experiencia dictando charlas y talleres en empresas, el insomnio producido por estrés laboral es la principal queja que las personas tienen cuando van al médico, quien receta píldoras para dormir o recomienda que el paciente acepte la situación. Maas es crítico al respecto y enfatiza en que “eso se debe a la ignorancia, porque ¿dónde está la educación del sueño en el currículo de las facultades de medicina? Existen 89 trastornos diferentes del sueño diagnosticados, y la mayor parte de los médicos conoce cinco”.

Laboralmente los riesgos de no dormir se expresan en un tiempo de respuesta más tardío, aumento del número de errores, pronunciación de palabras errada o confusa, dificultad para dirigir, intensificación del comportamiento arriesgado e incapacidad de desarrollar nuevas estrategias basadas en nuevas informaciones.

Este tipo de trastornos tradicionalmente se ha vinculado a profesiones como la de chofer, operadores de trenes, profesionales de salud, quienes están expuestos a largas jornadas de trabajo. Sin embargo, actualmente el fenómeno se extiende hacia empresarios y altos ejecutivos.

Para el psicólogo, el que las oficinas cuenten con salas para dormir puede resultar vanguardista. No obstante se cuestiona “¿por qué dormir una siesta en la oficina? Eso tal vez sea un parche”. Como profesional considera que la empresa no puede controlar el sueño de los empleados. Por el contrario, saber si los colaboradores descansan las horas necesarias debe integrar un programa integral de cultura empresarial.

Para aprovechar al máximo las horas de reposo es recomendable desconectar los aparatos tecnológicos, por lo menos una hora antes de ir a la cama, esto elimina la interferencia con la producción de melatonina. Es preferible evitar tomar vino antes de dormir pues interfiere con los ciclos del sueño durante la noche. Tampoco es aconsejable consumir cafeína cerca de seis horas antes de acostarse.

De acuerdo a la publicación, en la actualidad las empresas, por la insistencia de las compañías de seguros, introducen programas de bienestar, aunque la mayoría se enfoca en hábitos de deporte y nutrición. Paradójicamente, ambos factores no influyen positivamente, sin una buena noche de sueño.