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Sofía Beuchat. El Mercurio de Chile (Grupo de Diarios América)
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El insospechado poder de los introvertidos

Susan Caine trabajaba como abogada. Pero, por algún motivo, se sentía exhausta. Hasta que se dio cuenta de que ejercer esa profesión era como luchar contra sí misma. A diferencia de sus colegas, Susan no sentía placer al hablar por largas horas ante una corte. Lo hacía de manera correcta, pero no lo disfrutaba. Lo que sí le atraía mucho era leer y escribir.

Así fue como Susan Caine -licenciada en Arte de la Univ. de Princeton y titulada de la Escuela de Derecho de Harvard- decidió dejar su incipiente carrera en los avatares de Wall Street, para llevar al papel su experiencia como introvertida feliz, segura de sí misma y del gran aporte que ella podía ser para el mundo.

"Muchas veces sentí que debía tratar de parecer más extrovertida, pero al mismo tiempo tenía la intuición de que ser introvertida no era algo malo. Me convertí en abogada, en vez de la escritora que siempre había querido ser, en parte para demostrarme a mí misma que podía ser asertiva. Iba a bares llenos de gente, cuando en realidad habría preferido mil veces ir a una comida con un grupo de amigos", cuenta desde Nueva York.

Durante los siete años siguientes, Susan (46) se abocó a la escritura de su primer libro. Ordenó sus ideas, habló con especialistas, reunió la información científica disponible sobre las personas como ella. Y así llegó a las librerías, en enero (2012), el libro 'Quiet: The power of introverts in a world that can't stop talking' (Tranquilo: El poder de los introvertidos en un mundo que no puede parar de hablar). Un texto que rápidamente captó el interés, al invitar a la sociedad a escuchar a los que hablan menos.

"Los grupos suelen terminar siguiendo las opiniones de las personas más carismáticas o dominantes, aunque hay cero correlación entre ser bueno para hablar y tener las mejores ideas. Repito: cero", dijo, atrapando así la audiencia de la charla Ted que dio poco después del lanzamiento del libro y que ya ha recibido más de siete millones de visitas.

Hoy, Susan es una solicitada conferencista internacional: ha dado charlas en EE.UU., Canadá, México, Corea, etc. Pero, ¿cómo fue que ella, reacia desde siempre a los escenarios, llegó a ser tan buena en esto que tanto rehuía? ¿Y por qué hizo algo aparentemente tan contradictorio, como esforzarse por hablar en público, justamente para pregonar el valor del silencio y la introversión? Parte de la respuesta está en la misma charla Ted, donde se define como una 'public introvert' (persona pública introvertida). Ahí, se apura en aclarar que no es lo mismo ser introvertido que tímido.

"La timidez se relaciona con el miedo al juicio social. La introversión tiene que ver sobre cómo responder al entorno. Los extrovertidos necesitan mucha estimulación, mientras que los introvertidos se sienten más vivos, más conectados y más capaces cuando están en contextos silenciosos, de bajo perfil", dice. Recuerda que muchos de los grandes líderes de la historia han tenido ese rasgo y que "ellos se pusieron bajo los focos y las luces, aunque cada hueso de su cuerpo, les dijera que no", porque sabían que valía la pena comunicar sus ideas. La gente, por su parte, los escuchó con atención porque percibía que estos líderes no estaban hablando por los aplausos, sino por la convicción de que sus ideas tenían valor.

La sociedad lucha por hacer que los introvertidos dejen de serlo, advierte, a través de hábitos cotidianos.

El rol de la sociedad
El diagnóstico.  Para Susan Caine, no tiene sentido que el mundo desaproveche a los introvertidos. Ellos son nada menos que el 30% de la población, y no pueden dejar de serlo sin sufrir. Al recabar información para su libro, descubrió que se nace con la condición de introvertido o extrovertido, y que estos temperamentos pueden atenuarse, pero no cambiarse, porque se relacionan con cerebros muy diferentes.El extrovertido.  En los extrovertidos opera más un neurotransmisor llamado dopamina, que se asocia con la atención y el estado de alerta, mientras que los introvertidos se apoyan más en la acetilcolina, vinculado con la memoria y la habilidad para estar calmados. Los primeros sienten mucho placer al moverse; los segundos, al pensar.