Mariella Jaramillo y Luis Vidal Luque son la nueva generación al frente de esta empresa familiar guayaquileña, que comercializa insumos y productos para la industria de la cosmetología. Fotos : Francisco Flores/ para LÍDERES

Mariella Jaramillo y Luis Vidal Luque son la nueva generación al frente de esta empresa familiar guayaquileña, que comercializa insumos y productos para la industria de la cosmetología. Fotos : Francisco Flores/ para LÍDERES

Tres generaciones conocen de este laboratorio familiar

30 de abril de 2016 08:58

Una decoración con un toque ‘vintage’ recibe a los clientes del local que Laboratorios Luque abrió, hace casi un año, en la vía a Samborondón, en una zona rodeada de negocios. Los frascos de cristal verdes, rosas y cafés destacan en los estantes de diseño clásico, una imagen que evoca los orígenes de este negocio familiar, nacido a mediados del siglo pasado en Guayaquil.

La empresa familiar vio la luz en 1950, cuando Isabel de Luque, su fundadora, se percató de que por entonces los pequeños y medianos negocios químicos no contaban con un proveedor que ofreciera materia prima en pequeñas cantidades. Isabel de Luque abrió entonces la Botica Luque, en el centro del Puerto Principal.

Al cabo de pocos años este emprendimiento se convirtió en uno de los principales proveedores de materia prima para la industria química, relata Luis Vidal Luque, jefe comercial de la empresa y uno de los nietos de la fundadora. “Poco a poco, la materia prima que comercializamos también sirvió para la elaboración de nuestros productos cosméticos. Nuestra abuela se interesó en la línea cosmética tras sus viajes a ferias y congresos”.

De allí nació a mediados de la década de 1970 la línea de productos cosméticos del negocio, que ahora concentra alrededor del 45% de las ventas totales, las que en el 2015 llegaron a los USD 400 000.

Laboratorios Luque maneja dos líneas principales: la comercialización de materia prima para la industria química y cosmética, que incluye la provisión de mobiliario para centros cosmetológicos, laboratorios y centros educativos; y la venta de fórmulas magistrales, convertidas en cremas, lociones, geles, etc.

Mariella Jaramillo, también nieta de la fundadora y a cargo del área de Distribución, explica que la línea de cosmetología es uno de los puntales de la empresa familiar porque le permite llegar a sus clientes con un producto y una atención personalizados. Para el cuidado facial, por ejemplo, la empresa desarrolló toda una línea que incluye una leche limpiadora, jabón, tónico, cremas, y productos hidrolizados: líquidos de concentrados puros, para cada parte de la piel.
A partir de allí, la oferta de productos cosméticos se va diversificando y personalizando, según la demanda de los clientes.

“En la parte de desarrollo, cuando creamos un nuevo producto, buscamos materias primas que sean las más adecuadas para nuestro clima y para el tipo de piel del habitante de Ecuador”, señala Jaramillo. Son miles de fórmulas que la empresa ha desarrollado desde su creación, según la demanda de los clientes, acota Vidal.

Muchas de las fórmulas magistrales que comercializa este negocio familiar fueron creadas hace más de 40 años, pero su demanda se mantiene. Tan solo en la línea de fórmulas magistrales, la compañía dispone actualmente de alrededor de 500 productos, que se dividen en una línea profesional, destinada para dermatólogos y cosmetólogos, y otra de hogar.

Valeria de Bohrer, otra emprendedora con un negocio en la vía a Samborondón, se considera una cliente fiel de los productos de esta empresa. “Los adquiero desde hace dos años. A más de la calidad, me gusta la atención personalizada que brindan”.

La compañía planea este año desarrollar una nueva línea de cosméticos para cuidado masculino.