Arturo CAstillo / Motivador Y Prof. De Técnicas Psicorrelajantes
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¿No está en LinkedIn? No está en nada

Las redes sociales constituyen una descomunal vitrina, que permite hacer toda clase de negocios. Allí se compra y se vende la personalidad, que se la ‘promociona’ de las formas más curiosas. Contradictoriamente, aunque se hacen públicos muchos asuntos privados, la persona real acaba por esfumarse.

Otro aspecto bastante común en la Red es la exposición del perfil profesional, en algunos casos con miras a encontrar alguna posición, otras, la mayoría, por el simple gusto de ‘colgar’ las hazañas académicas, porque colgadas en la pared de la oficina parecen no significar gran cosa, salvo para el interesado.

LinkedIn, concretamente, es un megasitio, donde millones tienen la oportunidad de ventilar sus gestas académicas y profesionales. En cuanto a su valor práctico en nuestro medio, no existen datos que permitan hacer una evaluación objetiva.

Se puede especular, dada nuestra idiosincrasia, que su incidencia es escasa. Resulta difícil imaginar a los directores de RR.HH., que hoy se hacen llamar gestores del talento humano, zambulléndose en LinkedIn para encontrar a los mejores profesionales; en cambio, prefieren encargar la tarea a agencias de empleos, que hacen un trabajo medianamente efectivo.

Un aspecto curioso de LinkedIn es lo que podría llamarse ‘infidelidad laboral latente’, en razón de que la generalidad de los oferentes de servicios están comprometidos con alguna empresa. En ese sentido, LinkedIn es una suerte de termómetro de la inconformidad.

El asunto es sencillo: si el propósito de subir al sitio el CV no es pescar un trabajo mejor que el presente, ¿cuál es entonces el objetivo? ¿Se trata simplemente de una expresión narcisista?, ¿de un capricho exhibicionista del ego superlativo? Incuestionablemente, las cifras de adhesión a LinkedIn son abrumadoras, con más de 150 millones de usuarios registrados en más de 200 países, lo que permite acceder, prácticamente, a un mercado laboral global. Es evidente, sin embargo, que los altos ejecutivos ven el asunto de soslayo, pues ellos jamás aparecerían ‘mercadeándose’ en LinkedIn.

Podría decirse, a la vez, que este popular sitio es una versión menos ‘light’ de Facebook. A su manera, también ofrece un espacio de ‘desahogo’ social.

Pese a todo, el anonimato es una condena. No importa cuánta importancia pretenda darse el sujeto; terminará confundiéndose en la multitud.

“Algo curioso de LinkedIn  podría llamarse ‘infidelidad laboral latente’... es termómetro de la inconformidad”.

Escriba a Arturo Castillo