María José Benalcázar, Luis Hidalgo, Yomara Núñez y Gisela Zárate, en el laboratorio de curtiduría de la Espoch. Foto: Glenda Giacometti/ Líderes.

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Cristina Márquez (I)
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Un método orgánico para curtir el cuero se investiga

17 de enero de 2016 16:27

La textura suave, agradable al tacto, y el aroma natural del cuero son valores agregados que se obtienen al curtir las pieles de animales con tara, una especie vegetal nativa de la región andina.

Los estudiantes y docentes de la carrera de Industrias Pecuarias de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo (Espoch), diseñaron un método para reemplazar entre un 80% y 100% el uso del sulfato de cromo en la industria de la curtiembre. Con esa propuesta, esperan potenciar la industria del cuero y reducir el impacto ambiental. A su vez, quieren difundir el uso industrial de la tara para abrir un mercado para las plantaciones de esta especie en el Ecuador.

Con esa investigación, que ya se ha difundido en varias ponencias académicas, la Espoch pretende cumplir con su objetivo de contribuir activamente al desarrollo económico y productivo del país.

El trabajo se inició en el 2010, cuando dos investigadores de las escuelas de Industrias Pecuarias y Agronomía se unieron para dialogar sobre la tara. Esta especie ­arbórea crece silvestre en las zonas áridas de la provincia y sus frutos tienen una gran cantidad de taninos, una sustancia que transforma la piel en cuero curtido.

“En el pasado ya se usaba la tara para curtir pieles, pero con el crecimiento de la industria, el cromo se volvió indispensable en las talabarterías”, explica Luis Hidalgo, investigador y decano de la facultad de Ciencias Pecuarias.

Este químico se importa al Ecuador desde España principalmente y es considerado uno de los más contaminantes. Así surgió la idea de desarrollar un método de curtiembre para recuperar la sabiduría ancestral de los talabarteros, mejorar la técnica y para conservar el ambiente.

Según los investigadores, las pieles procesadas con tara tienen mejores acabados y son más aceptadas en el mercado por su origen orgánico. De hecho, la tendencia ‘green’ del mercado es uno de los argumentos de la Espoch para motivar el cambio de materias primas en la industria.

“A diferencia de otros productos, las prendas de cuero necesariamente deben causar un impacto sensorial para convencer al cliente. Cuando curtimos con tara, el cuero luce más natural, se ve mejor y huele mejor, así los productos adquieren valor agregado”, explica Hidalgo.

En el laboratorio de curtiembre, los estudiantes de Industrias Pecuarias realizan pruebas con pieles de diversos animales, incluso especies menores como cuy, conejo, pescado, entre otras. Estos cueros también tienen gran acogida entre los diseñadores de temporada por su originalidad.

Los mejores resultados se obtuvieron con pieles de cabra, que también son nuevas en la industria. En el laboratorio de control de calidad se hicieron pruebas de fricción, resistencia, soporte del color, que revelaron mayor durabilidad, flexibilidad y resistencia de las pieles tratadas con tara.

Sin embargo, una desventaja en el uso de este material orgánico en relación con el sulfato de cromo es el costo de producción. Las ­pieles requieren un mayor tiempo de curtiembre.
Además, a pesar de ser una especie nativa, en el Ecuador aún hay pocas plantaciones y muchos de los árboles que crecían silvestres en los bosques secos fueron talados, por lo que hay poca oferta.

Pero eso ocurre a escala global. El único país productor de harina de tara es Perú, que cubre únicamente 13% de la demanda de países como Italia, Suiza, Estados Unidos, Bélgica y Argentina.

“La tara generó grandes réditos económicos para Perú y en el Ecuador no es aprovechada. Se requieren incentivos gubernamentales para promover la siembra de estas plantas, que además son efectivas en la recuperación de suelos erosionados”, afirma Jenny Núñez, docente de la carrera de Agronomía y autora de la investigación de la planta en el Ecuador.

En el estudio se realizó un análisis de usos de las semillas y vainas, una selección genética de plantas, y un exhaustivo análisis de mercado. Así se promovió la creación de una asociación de comercializadores de harina de tara que se denomina Compita, y cuenta con una plantación de 40 hectáreas que aún no están en producción.