Pedro Maldonado O. Redacción Quito / LÍDERES
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Miguel Puente: 'Hoy, los sindicatos deben aportar a la productividad'

En las décadas de 1970, 1980 y 1990 hablar de sindicatos era referirse a organizaciones que tenían enorme influencia en las entidades públicas, así como en organizaciones privadas. Sus actuaciones y posiciones políticas resultaban, en muchos casos, determinantes para los gobiernos de turno, así como para el sector empresarial. Hoy la situación es otra. Miguel Ángel Puente, abogado especialista en temas laborales, analiza el nuevo papel de estas organizaciones.

¿Desde su experiencia, cuál es la vigencia que tiene el sindicalismo en el Ecuador?
Primero hay que anotar que el derecho al sindicalismo está establecido en la propia Constitución y en el Código de Trabajo. Ambos cuerpos legales garantizan y consagran el derecho a la libre asociación de los trabajadores. Tuvimos épocas en las que hubo un auge del sindicalismo, en especial entre las décadas de 1950 hasta la de 1980. En la actualidad se ha dado un control estatal que de alguna forma ha desalentado el desarrollo progresivo del sindicalismo, sobre todo en el sector público. Esto ocurre luego de la expedición del Mandato Constituyente número 8 (1 de mayo del 2008), que elimina la intermediación laboral; también se establecieron criterios y parámetros para la contratación colectiva en el sector público; se renegociaron las cláusulas de los contratos colectivos...Antes había beneficios exagerados que se convertían en abusos.

¿Y por qué cree usted que se tomaron estas medidas de parte del Gobierno?
Pienso que la motivación fue porque los beneficios representaban erogaciones económicas para el Estado. Entonces el Gobierno quiso poner freno y control a los beneficios sindicales, como los fondos de jubilación con aporte de entidades estatales. Se puso alto a los excesos. La parte jurídica de esa negociación podría tener reparos. No fue tanto una negociación, sino prácticamente una imposición.

¿Pesó solo el aspecto económico?
El primer factor fue económico. Y lo que se consiguió, aunque no sé si fue la intención del Gobierno, fue debilitar al sindicalismo público en el país. Además, no es desconocido que existen organizaciones laborales del sector público que tienen cierta afinidad con el Gobierno. Lo cierto es que organizaciones tradicionales como Ceosl o FUT, con ideología marxista, hoy están debilitadas.

¿Y qué pasa con los sindicatos en el sector privado?
En el sector privado, de una u otra manera, a partir del año 2000 el sindicalismo comenzó a perder fuerza. En la actualidad no veo un auge de creación de sindicatos. Han surgido algunos, pero hoy por hoy no veo un auge. Esto pasa desde el 2000 y con mayor fuerza con este Gobierno.

¿Entonces el sindicalismo no está vigente?
Está vigente, pero debilitado. El derecho a asociación persiste, pero como otros derechos no es muy utilizado. El sindicalismo está en una etapa de 'hibernación', por llamarlo de alguna forma. Ya no crece como antes.

¿Bajo esta realidad, cuáles son en la actualidad los mecanismos de diálogo entre empleados y empleadores?
Otra de las razones por las que ha disminuido el ímpetu sindical en el sector privado es que hoy las empresas, de alguna forma, están obligadas por tema de estrategia, de competitividad, de normas internacionales... a tomar medidas compensatorias a favor de sus trabajadores. Por ejemplo, los programas de responsabilidad social (concepto que no existía en los años 70 u 80) generan beneficios para los trabajadores. Ahora se da mayor importancia al recurso humano. Eso disminuye la conflictividad. Hay muchas empresas que antes que tener una confrontación prefieren ofrecer beneficios, esto genera una relación más fluida.

¿Es un tema estratégico?
Así es. Los conceptos de buen ambiente laboral no se escuchaban y surgen desde el 2000. Eso permite que la conflictividad diminuya. Además, el Gobierno ha impulsado un mayor control de las obligaciones laborales en los sectores privado y público. Hay mucha supervisión y eso permite que los trabajadores sientan que reciben derechos que antes quizá no percibían. Además la remuneración básica ha crecido. Todo esto contribuye a mermar la conflictividad.

¿Y en el sector público?
Pasa algo similar. Hoy el empleado público es mejor pagado que el privado. Eso también disminuye la posibilidad de conflicto. Además, la normativa influye y el empleado público sabe que no va a conseguir beneficios de otras épocas. Mientras la situación económica camine bien no habrá conflicto.

¿Y si la situación económica cambia, los sindicatos retomarán protagonismo?
Pienso que sí. Eso ha ocurrido en otros países de la región. En Colombia el sindicato antioqueño tuvo una época de ímpetu, se manejó bien y se convirtió casi en un emporio económico. En Argentina, en el 2001, quienes impulsaron la protesta social fueron los piqueteros asociados en sindicatos. En EE.UU. existen sindicatos, es parte de la convivencia laboral. El sindicalismo no va a morir en Ecuador, pensar que ha muerto es equivocado.

Entonces, ¿hoy en día cuál es el papel de los sindicatos?
Siempre tienen que velar por los derechos de los trabajadores. Y uno de los retos de hoy, teniendo en cuenta que la relación obrero-patronal no es tan tensa, es pasar de exigir derechos a ser pro positivo; el reto es exigir que sus empleadores alcancen buenos niveles de productividad y el punto está en comprometerse y cumplir estándares de calidad para que la empresa mejore, que venda más. ¿Quiénes se benefician de eso? Los propios trabajadores.

¿Y la clase sindicalista está consciente de este reto que tiene?
Los dirigentes deben entender que los tiempos han cambiado. El Estado y las empresas han cambiado. Igual lo tienen que hacer los sindicatos.


ABOGADO EXPERTO EN LO LABORAL

Estudios. Graduado en la Universidad Católica de Quito. Tiene un MBA en la Universidad SEK.

En la actualidad. Gerente general del estudio jurídico Puente & Asociados.

En las aulas. Dio clase de derecho laboral. Es asesor empresarial.