El milagro del río Han

Casas de madera a punto de desplomarse a la orilla del río Han. Tanques militares y soldados circulando en una ciudad rodeada de vegetación y discretos edificios de débiles entidad estatales.

Esas imágenes, que podían ser de cualquier país tercermundista, corresponden de Seúl, la capital de Corea del Sur a principios de la década de los 50. Las imágenes reflejaban una sociedad devastada por lo la invasión del Imperio Japonés (1910 - 1948), y desolada por la guerra con sus hermanos comunistas del norte, que los invadieron en 1950.

Según datos de la Agencia de Promoción de Comercio e Inversiones de Corea del Sur (Koitra por sus siglas en inglés), el ingreso per cápita era de USD 155 a inicios de los años 60, por debajo incluso de América Latina. Sin embargo, tras cincuenta años de trabajo, inversión y un claro modelo de desarrollo e industrialización, ese mismo país ahora tiene un ingreso per cápita anual de USD 22 400 y está considerado por el FMI y el Banco Mundial como una nación desarrollada. Por ello, no es una coincidencia que sus marcas estrellas como Kia, Hyundai, LG y Samsung sean mundialmente reconocidas. ¿Qué hizo Corea del Sur en 50 años para pasar de ser proveedor de alimentos como el arroz a producir tecnología como teléfonos celulares, computadoras, barcos, automóviles y acero? Cuatro factores se fusionaron para que emerja el "Milagro del río Han". En primer lugar, una sólida planificación; una fuerte inversión en educación y salud; una estrecha relación entre el Estado y las empresas privadas; y una fuerte sociedad como EE.UU.

De acuerdo con datos de Koira, el Gobierno surcoreano delineó una planificación quinquenal desde los años 60 y definió el desarrollo de las industrias estratégicas como la siderúrgica, la química y la construcción de barcos y maquinaria. Hubo incentivos tributarios para la producción y una rígida restricción de importaciones. Además, recibió constante cooperación internacional y EE.UU. compró la mayor parte de sus productos.