Redacción Quito
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Pablo Samaniego: Las tendencias son complejas para la industria ecuatoriana

En la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales, sede Ecuador, se analizaron (entre el 24 y 25 de enero) las estrategias de desarrollo industrial en América Latina y el papel de las pymes. En ese contexto, cabe un análisis de cómo está la industria ecuatoriana. Pablo Samaniego, docente de la Flacso, analiza la situcación de la industria en el Ecuador.

¿Cómo se puede describir en este momento a la industria en el Ecuador?

Podemos hablar de cómo está estructurada y cómo ha crecido. La estructura de la industria ha cambiado poco y lo más notorio es que las empresas que más crecen y las que ganan en participación en el PIB industrial son las de fabricación de maquinaria, equipo y material de transporte, que engloba actividades como el ensamblaje, pero que no desarrollan todo el proceso industrial. También, se ha robustecido la parte media del estrato industrial, que es la que demanda más mano de obra y no se basa en los recursos naturales, como los textiles, químicos, metálicas…

¿Qué otra lectura se puede realizar?

Desde una visión por estrato tecnológico, aunque no hay información histórica de su comportamiento, podemos suponer que las empresas más pequeñas se están ajustando a las normas NIIF y eso tiene costos asociados, que deben afrontar para mantenerse competitivas. En las empresas grandes eso es más fácil de afrontar; les ha ido muy bien en estos años y están sirviendo a un mercado doméstico más grande, que ha crecido por la reducción de la pobreza, la mejora en la distribución de los ingresos y el alza en los salarios. Desde otra entrada y valiéndonos de las cifras del 2010 se puede decir que la industria es demasiado monopolizada: 1% de las empresas industriales concentra casi el 70% de las ventas.

Si partimos de cualquiera de estas entradas, ¿cómo se puede calificar a la industria ecuatoriana en estos momentos?

El ritmo de crecimiento de la industria se ha ido reduciendo desde los setenta en relación con los ochenta, los noventa, y en esta última década le ha ido mejor. Visto desde esa forma está mejor y ha generado más empleo.

En esta situación de mejora, ¿cuáles han sido los factores que han ayudado?

Por un lado, la dolarización trajo beneficios, mayor estabilidad de precios y se destapó la concesión de créditos. Cuando se salió de la crisis y se dolariza la economía, volvió la confianza en los bancos; cuando estos vuelven a tener liquidez, las tasas de crecimiento son importantes en todos los estratos, incluso en la microempresa, pero no significa que estén cubiertas todas las necesidades del sector productivo. El Banco Central hizo hace un par de años encuestas sobre demanda de crédito y ahí se veía que todavía hay necesidades de financiamiento. Por otro lado, tenemos esta reducción de la pobreza en la última década.

¿Qué otros factores han influido?

Otro factor que ha ayudado son los períodos de depreciación del tipo de cambio real, pero también hay otra etapa de apreciaciones y ahí se fortalece la industria productora de bienes de capital, de maquinarias y equipos, en desmedro de otras que tienen más competencia de los países vecinos, como en textiles, por ejemplo. Esos sectores están sometidos a más competencia que otros, que construyen bienes que son más demandados para la construcción, por ejemplo. En el último período el cambio de Régimen es importante.

¿Ahí pesa más el sector público?

Sí, pero hay que tomar en cuenta que todo lo que gasta el sector público va al privado; si vemos las carreteras, son construidas por empresas privadas. Entonces, el aumento del gasto público no significa que haya menos recursos para la empresa privada, al contrario. Ha habido un jalón de la demanda importante, porque casi todos los recursos petroleros se invierten. Este cambio de régimen ayuda a las empresas; además, hay otras medidas, como la fijación de aranceles para el calzado, textiles… o la reducción de aranceles para importar maquinarias y equipos. Todo eso ha hecho que la industria goce de un mejor ambiente.

Pero en el entorno se percibe que cada vez se inauguran más centros comerciales y pocas empresas anuncian inversiones...

No creo que cabe una comparación, porque eso más bien tiene que ver con el ámbito del comercio. En todo este proceso de incremento de la demanda doméstica hay un aumento de la preferencia por importar. Entonces, hay un desplazamiento del producto nacional y eso se ve en los centros comerciales.

Es decir, ¿se trata de un tema relacionado más con el poder adquisitivo?

El poder adquisitivo de la población cambió y por eso hay tanto centro comercial; se ve que es posible tener esos centros en ciudades más pequeñas, que antes estaban reservadas solo para Quito, Guayaquil y Cuenca.

Desde esa perspectiva, ¿cuáles son las tendencias para la industria en el 2013?

Las tendencias son bien complejas, porque tenemos un escenario internacional bien enmarañado. Ecuador llega con una industria débil a una década excelente para A. Latina y llega con una estructura debilitada. Ecuador sigue con una participación de la industria en el PIB sin mayores cambios. Además, China e India también llegan a nuestros mercados con sus productos. Eso abre un problema de reflexión: tenemos políticas públicas que se diseñaron desde el 2007 con el Plan de Desarrollo, luego con el Código de la Producción, pero que no han llegado a ser lo suficientemente fuertes. Pese a que ahora hay política industrial, no existen las condiciones completas para hacer política industrial y ahí hay un problema con la dolarización.

¿Cuál es el problema?

En la medida en que no tenemos política monetaria ni cambiaria, estamos sujetos al ciclo económico de EE.UU. Al no tener política monetaria, la fijación de las tasas de interés es compleja y lo que se ha hecho aquí es poner topes máximos. Eso no significa que las tasas de interés no se peguen al techo. Entonces, la dolarización es hacer política sectorial con las alas cortadas. Ahí hay un problema, porque de pronto necesitaríamos tener ahora un tipo de cambio real un poco más devaluado para estimular ciertas exportaciones industriales.

¿Ante esa situación hay alternativas?

No, no hay alternativa. Si se quiere ver una, puede ser que el sector público pueda dar financiamiento más barato, que haya exenciones fiscales, pero en los proyectos que pueda emprender hay que tener presente que deben ser temporales y requieren un monitoreo permanente. No es justo que el sector público gaste dinero o deje de cobrar impuestos a cambio de nada, como en los setenta.

¿Ahora, el Gobierno le apuesta al cambio de la matriz productiva?

Ese cambio solo puede haber en el largo plazo. No podemos pasar de una producción elemental como la que hay en Ecuador, a producir nanotecnología. No solo se necesita tener buenos profesionales sino mandos medios que puedan operar las industrias. Tenemos la necesidad de robustecer toda la cadena productiva. Es necesario el financiamiento, la capacitación de los empresarios, porque no es lo mismo negociar bananos que negociar computadores en cualquier mercado. Cada nicho requiere una especialización distinta y hacia eso hay que ir. Pero el camino es largo y es complejo; en las estructuras económicas e industriales no se producen milagros.

DOCENTE E INVESTIGADOR A TIEMPO COMPLETO

La formación. Facultad de Ciencias Humanas, Escuela de Ciencias Políticas y Sociales (PUCE); Maestría en Economía con especialización en Desarrollo y Política Económica (Flacso, Ecuador).

La docencia. Profesor-investigador de la Flacso (Ecuador), Profesor-investigador del Instituto de Altos Estudios Nacionales.

La investigación. Ex director de la Dirección de Investigaciones Económicas, Banco Central (1999 -2000).