Redacción Quito
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Ellos pasaron de clientes a administradores del negocio

En la cafetería del Campus Sur de la Universidad Politécnica Salesiana (UPS), con sede en Quitumbe (sur de Quito), se vive un ambiente pasivo en las primeras horas de la tarde.

Por su puerta de cristal, algunos jóvenes ingresan con cuadernos y carpetas, para enfrascarse en sus estudios, mientras consumen snacks y refrescos.

Un mostrador repleto de marcas está junto a esa puerta y entre las perchas cuatro jóvenes atienden a sus compañeros de aula. Se trata de Pablo Álvarez, Katerine Pauta, Johanna Nicolalde y César Pacheco, estudiantes del octavo nivel de la carrera de Gerencia y Liderazgo, y que administran esta cafetería hace dos años.

El proyecto empezó a gestarse en el primer trimestre del 2010 y para agosto de ese año se materializó en un emprendimiento, que actualmente maneja unos USD 7 500 en ventas al mes.

Tania Chicaiza, directora del Área de Ciencias Administrativas de la UPS, explica que la “fortaleza” de los alumnos fue arriesgarse por un negocio que las autoridades universitarias les propusieron, basadas en su rendimiento académico.

Un préstamo de USD 10 000 les sirvió para adquirir el menaje de cocina y ofertar almuerzos a estudiantes y docentes; readecuaron las instalaciones y empezaron a trabajar con proveedores.

El plan de negocios que presentaron les permitió negociar los términos de la garantía para el crédito en la entidad financiera CoopCCP, según explica Fernando Beltrán, su jefe administrativo financiero.

“Recuerdo que hicieron encuestas para determinar qué tipo de comida y golosinas preferimos”, cuenta Johanna Quiroz, estudiante de Ingeniería Electrónica y quien considera a la cafetería como un punto “agradable” para compartir con sus compañeros y amigos.

Jackeline Pinto es parte de sus 15 proveedores. Ella les entrega 150 unidades semanales entre bolones de verde, empanadas de morocho, humitas, quimbolitos... “Están entre mis mejores clientes”.

Nicolalde comenta que la puesta en marcha de la cafetería superó sus expectativas. Entre las experiencias negativas destaca un robo a sus instalaciones, donde perdieron unos USD 1 500. “Somos buenos amigos. Eso nos permite seguir trabajando con un mismo objetivo”.

Cuando se inicia la hora de almuerzo, todos juntan sus manos y junto a sus dos colabores despachan unas 90 porciones diarias. “Acudo al Mercado Mayorista los martes por la madrugada, para obtener mejores precios en frutas y verduras”, explica Pacheco. Pauta destina los sábados a elaborar la contabilidad junto con Nicolalde, y Álvarez desempeña el cargo de representante legal del emprendimiento.