Foto: Julio Estrella / LÍDERES
PEDRO maldonado ordóñez Redacción Quito / LÍDERES
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Paul Sorensen, todo su talento va a la tecnología

La Navidad de 1977 pudo ser una celebración tradicional para Paul Sorensen Icaza. Este ecuatoriano-estadounidense, de padre danés y madre guayaquileña, nacido en 1950, pasó esa festividad en Rhode Island (EE.UU)., con la familia de su esposa Joan.

Para ese entonces, Sorensen Icaza trabajaba en el Departamento de Matemáticas de General Motors Research, en Detroit. Al llegar a Rhode Island se contactó con David Hibbitt, excompañero en la Universidad de Brown. Sorensen Icaza, que tenía una licenciatura en Ingeniería y otra en Economía, le comentó a su amigo que no se sentía a gusto con su actividad profesional.

La conversación entre Sorensen Icaza y Hibbitt fue la noche de un viernes. Y para el domingo, ambos ya eran socios de una firma tecnológica que llevaba apenas un año en el mercado y que tenía al sueco Bengt Karlsson como tercer socio.

La Navidad que marcó su vida había pasado y unas semanas después, ya en 1978, Sorensen Icaza y su esposa se mudaron a Rhode Island. Esos fueron los inicios de Hibbitt, Karlsson & Sorensen, Inc. (HKS), una firma que desarrolló el software Abaqus. Se trata de un programa que simula problemas complejos de mecánica de sólidos y estructural, que requieren una respuesta no lineal. En palabras sencillas, sirve para el diseño y mejora de productos y aplicaciones industriales, así como en la simulación de sistemas físicos y biológicos complejos.

Este software, explica Sorensen Icaza con un acento extranjero que en ocasiones se matiza con el costeño de su familia materna, se utiliza desde los años 80 hasta la actualidad en diferentes sectores como la aviación, en el sector automotor, en maquinaria pesada, medicina, plantas nucleares... Entre los clientes se cuentan firmas como Hyundai, Toyota, Boeing, Airbus, Procter & Gamble, etc.

El desarrollo del software fue un asunto de trabajo en equipo, de paciencia y de perseverancia. Así lo recuerda este ecuatoriano de 64 años y jugador aficionado de squash y fútbol. "Nos demoramos entre tres y cuatro años en tener el programa completamente listo". Mientras tanto, la compañía no registraba ingresos, comenta Sorensen Icaza.

La primera oficina de HKS estaba en una pequeña habitación de la casa de Hibbitt. Los clientes se contaban con los dedos de una mano y las dificultades crecían.

Hibbitt recuerda que el ambiente era llevadero por el buen humor de Sorensen Icaza. "Gracias a sus bromas nos reíamos de nosotros mismos y de nuestra necedad de sacar adelante la empresa".

La situación de la naciente firma era frágil. Hibbitt comenta, vía correo electrónico, que fue una época intensa y emocionante. "Pero también sentíamos temor y pasábamos pendientes del teléfono. Cuando timbraba, no sabíamos si era una buena o una mala noticia. Estábamos estirando los límites de nuestras capacidades intelectuales".

A Sorensen siempre le gustó la idea de construir. Su padre fue ingeniero civil y por su trabajo viajaban mucho. "En la universidad tenía la idea de ser ingeniero, pero no estaba 100% seguro. Por eso estudié economía e ingeniería al mismo tiempo".

La vinculación con los sistemas informáticos se dio cuando este ecuatoriano elaboró su tesis para su PhD en Ingeniería en la Universidad de Brown.

Quienes lo conocen, lo describen como un ingeniero dedicado a su profesión y preocupado porque sus clientes tuvieran éxito en sus proyectos.

En el 2005, Abaqus fue vendido a la empresa francesa Dassault. Sorensen Icaza sostiene que la clave para el éxito de la compañía fue la amistad entre los socios. "Cuando uno empieza una empresa se pasa casi todo el tiempo con su equipo de trabajo. Es más difícil que estar casado, pero la amistad nos permitió salir adelante. Teníamos diferencias, pero hablábamos y las resolvíamos".

Tras la venta de Abaqus, Sorensen se mantuvo en el mundo empresarial y también se ha centrado en actividades filantrópicas como miembro activo de comités asesores y consejos de administración de instituciones educativas. Sus raíces ecuatorianas ahora lo tienen enganchado con un nuevo proyecto: Equitable Origin, una empresa que desarrolla una certificación de responsabilidad social y ambiental para la industria del petróleo y del gas a escala mundial.

Manuel Pallares, cofundador de Equitable Origin, cuenta que Sorensen Icaza es un inversionista ángel que "tiene un compromiso por dejar un legado más allá de lo material, por dejar una huella y por eso su interés en invertir e involucrarse un una empresa que busca generar beneficios ambientales y sociales." Además, dice Pallares, es un hombre muy austero y un convencido de que los recursos económicos y humanos se deben dedicar a fines trascendentales.

¿Qué no se debe hacer en un negocio?

Sorensen, lector de textos de historia y biografías, asegura que no hay que pensar en corto plazo. "El enfoque de cualquier emprendimiento debe ser siempre en el largo plazo".


1979. EN LA PRIMERA OFICINA DONDE NACIÓ EL SOFTWARE ABAQUS

Paul Sorensen, Bengt Karlsson y David Hibbitt juntos en la oficina donde empezó HKS. La amistad y el diálogo entre ellos fue determinante para la compañía.

2013.  EN UNA VISITA A UN CAMPO PETROLERO EN ECUADOR

Paul Sorensen Icaza visitó el campo Edén, operado por Petroamazonas. Es inversionista de Equitable Origin, una firma que desarrolla una certificación de responsabilidad social para la industria del petróleo.

SUS BASES

Título. Obtuvo una licenciatura en Ingeniería y otra en Economía en la Universidad de Brown, en EE.UU., en 1971.

Maestría y PhD. Luego obtuvo una maestría en Ingeniería en 1975 y un PhD en Ingeniería en 1977, en Brown.

La frase: "Estoy convencido de que la tecnología ­puede ayudar SEnS mucho y traer beneficios en cualquier industria, en cualquier parte del planeta"