Bernardo Montúfar trabaja en las oficinas de Uber en Bogotá, la base de operaciones para América Latina de la firma que nació en EE.UU. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES

Bernardo Montúfar trabaja en las oficinas de Uber en Bogotá, la base de operaciones para América Latina de la firma que nació en EE.UU. Foto: Paúl Rivas / LÍDERES

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El quiteño que dejó la banca y se embarcó en Uber

6 de junio de 2016 16:16

Usa lentes de marco grueso, luce una barba densa y acude a su trabajo en bicicleta. Bernardo Montúfar es un ‘millennial’ ecuatoriano que brilla en el extranjero. Y quién mejor que un representante de la generación Y para encargarse de las operaciones y logística en Centro y Suramérica (Costa Rica, Panamá Colombia, Perú, Argentina, Uruguay y Chile) de una de las firmas más disruptivas de los últimos tiempos, a escala global: Uber.

Esta ‘startup’ es considerada como una revolución en el transporte urbano. Su plan es simple: solo se necesita un auto propio, licencia y los correspondientes seguros para registrarse como conductor de Uber. Técnicamente cualquiera puede serlo. Y cualquier persona con un teléfono inteligente puede bajar la aplicación y convertirse en pasajero pagando a través de la misma.

Pero la influencia de Uber va más allá del transporte. Esta firma es una de los precursoras exitosas de un modelo denominado como economía colaborativa: personas que adquieren un bien o servicio a otras que están dispuestas a ofrecerlo de manera eficiente. Un ganar-ganar.
Uber lanzó su aplicación, en 2010, en San Francisco (EE.UU.) y desde entonces no ha parado de crecer. Ahora está presente en 462 urbes a escala mundial. Hace un par de semanas celebró 1 billón de viajes alrededor del planeta

En principio, Uber incluso fue prohibida en Alemania y en varias capitales del mundo taxistas han protestado porque han sentido que su negocio está en peligro.

De hecho, las últimas protestas ocurrieron hace dos meses en Argentina y Chile, territorios en los que Montúfar coordina el equipo de conductores.

“Es una oficina muy abierta, no hay oficinas separadas y trato jerárquico”. Así describe Montúfar el ambiente del centro de operaciones de Uber en Bogotá, donde trabaja desde hace nueve meses.

La firma tecnológica lo tenía en la mira desde que trabajaba para Citibank Colombia, en el área de derivados financieros. Uribe llegó a la banca apalancado en su ingeniería en sistemas que la obtuvo en la Universidad de Notre Dame (EE.UU.) y un MBA de Wharton, Universidad de Pensilvania, también en EE.UU.

Montúfar se inició en el área de analítica de datos en la banca, “entre corbatas y cifras”.
Cuando terminó la secundaria, en 1998, tenía tres opciones para estudiar: ingeniería en sistemas, ingeniería eléctrica o ingeniería de computación, que es una mezcla de las dos. Se decidió por la última porque le permitía elaborar hardware y software.

Andrés Burbano, su amigo desde la infancia, comenta que desde la infancia Montúfar fue un chico brillante y muy cercano a las computadoras. Burbano, actual presidente de la Asociación Ecuatoriana de Software, recuerda que los dos compartían ese gusto por la informática y por los juegos en computadores.

Gracias a su capacidad, rememora Burbano, a Montúfar le adelantaron momentáneamente de curso. “Pasó a un curso superior por sus conocimientos avanzados, pero regresó porque no era conveniente para él, porque estaba separado de sus amigos”.

Cuando concluyó sus estudios universitarios, Montúfar quiso vincularse a empresas relacionadas a la industria de la robótica. Sin embargo, terminó en el sector bancario, en el área de finanzas cuantitativas.

En ese ámbito lo conoció Diego Borrero. Él fue su jefe en Alpax, banco de inversión. Borrero sostiene que Montúfar es un joven ejecutivo con alto potencial. “Independientemente del entorno en el que se encuentra, es el tipo de persona que siempre destaca. Lo ha hecho a lo largo de su vida académica y profesional, moviéndose siempre dentro de ambientes de excelencia y altamente competitivos”, dice Borrero.

Pero no todo es trabajo para Montúfar. Sus horas libres las dedica a la cocina, uno de sus pasatiempos. Con su acento —una mezcla de, colombiano, quiteño y rezagos de inglés— cuenta que le gusta preparar platos ecuatorianos como menestra o cebiches.

Alfonso Amaya es su compañero en Uber. Este colombiano cuenta que trabajar con Montúfar es agradable. “El ambiente es muy distendido y de mucha creatividad. Estamos encargados de que la interacción entre conductores y pasajeros fluye bien”, detalla Amaya en una conversación telefónica.

Su CV

2004. 
Analista financiero en Bank of America.
2005. Bachelor of Science, Computer Engineering de la Universidad de Notre Dame.
2006. Estuvo en el banco de inversión Alpax,
2011. Trabajó en derivados financieros en Citibank, en Colombia.
2011. Obtuvo un MBA en la Universidad de Pennsylvania (EE.UU.).

Servicios para ciclistas, mascotas, etc.

Redacción Quito (I)

Para los usuarios colombianos, Uber es una aplicación con diferentes servicios. Permite desde la adopción de un cachorro a pedir un rescate en caso un incidente durante un paseo en bicicleta. Esta plataforma se ha convertido en un laboratorio de experimentos para nuevos productos de la región.

Ahora la firma cuenta con servicios como Uber Black, un servicio ‘premium’ con autos espaciosos, o Uber X, la versión más económica y la más polémica. Consiste en que un particular ofrece el servicio de transporte sin distintivo alguno y sin necesitar licencia adicional.

El portafolio de servicios va desde Uber Pet, que permite llevar al pasajero una mascota, muy práctico si se tiene que ir al veterinario, a Uber Bike, que consiste en subirse a un coche que lleva un transporte especial para bicicletas. Si se pincha la llanta de la bicicleta, si gana el cansancio o se hace de noche la aplicación permite conseguir un vehículo con un cargador de bicicletas.

Otra opción, Uber Van, sirve para reservar una furgoneta de entre siete y nueve plazas. Mientras que Uber English permite moverse en vehículos de alta gama pequeños. De vez en cuando hacen promociones temporales, como Uber Ice Cream, para reparto de helados. O Uber Puppy, una iniciativa que promueve la adopción de cachorros de perro.

El conductor lleva a la mascota candidata para que juegue con el amo potencial. Si ambos se gustan y el dueño cumple los requisitos, basta formalizar un certificado para que el perro se quede.