El contrato permitía a Ivanhoe operar durante 30 años, y recibir 37 dólares por barril. Foto: Joffre Flores / Líderes.

Se pueden percibir tendencias, pero en el universo del petróleo hay factores impredecibles que cambian todo en segundos Foto: Joffre Flores / Líderes.

¿Sube, baja?: ¿Qué pasará con el precio del petróleo?

17 de marzo de 2015 10:48
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¿Qué va a ocurrir con el precio del petróleo?, ¿va a subir?, ¿va a bajar? Escuchen con atención, pues esta es la única respuesta rigurosamente cierta: nadie sabe. Se pueden percibir tendencias, pero en el universo del petróleo hay factores contingentes e impredecibles que pueden cambiar todo en segundos. Quedamos en el mundo de las conjeturas, si acaso bien informadas. Permítanme exponer la mía, reseñando primero el estado del debate.

En un primer campo están los que llamaremos optimistas del precio. Piensan, en resumen, que a mediados de este año el petróleo se recuperará un poco y volverá a niveles que, si bien no se acercarán a los máximos recientes de 107 dólares (WTI) y 113 dólares (Brent), le brindarán respiro y tranquilidad a las empresas petroleras, a sus contratistas y a los gobiernos que en alto grado dependen del crudo.

¿En qué se fundamentan los optimistas? En una lógica económica elemental: la fuerte caída del precio forzará el cierre de muchas operaciones petroleras, especialmente aquellas que tienen altos costos de producción. En particular, creen, la caída en el precio golpeará la actividad de shale oil en Estados Unidos. Esto producirá, entonces, una caída rápida de la oferta y, por ende, una estabilización del precio en niveles mayores.

Estos optimistas se apoyan en cifras como el cálculo semanal de plataformas que lleva Baker Hughes, un gigante de los servicios petroleros. En el conteo del 20 de febrero, se mostraba que en la última semana se habían cerrado 48 plataformas en Estados Unidos. Con respecto al conteo de hace un año, hay 461 plataformas menos. Hechos que parecen confirmar, de manera casi exacta, la predicción de los optimistas: menor precio, menos operaciones, menos plataformas.

Por otro lado, algunos optimistas aconsejan no olvidar el poder de la Opep. Este cartel, que en el pasado ha manipulado el precio mediante límites de producción, está conformado por países que, en buena medida, dependen de la exportación de petróleo. Por ello, dicen los optimistas, estos Estados no podrán aguantar un golpe económico y fiscal tan fuerte: pronto reaccionarán y forzarán un alza del crudo.

En un segundo grupo estamos –con ello anticipo mi posición– los que creemos que el petróleo no tendrá dicha recuperación, y podría incluso caer más. Nuestras razones empiezan por una mirada a la dinámica mundial. La demanda de petróleo está muy vinculada al ritmo de la actividad económica: hasta ahora, cuando las economías han crecido, han demandado más petróleo. Pero estamos en una época en la cual, con excepción de Estados Unidos, los grandes motores de la economía mundial están parados o caminan lenta y torpemente. La Eurozona crecería, si acaso, 1,2% en el 2015; Japón, 0,6%; China bajaría a 6,8%; y Brasil tendrá su ducha fría de 0,3% (proyección Fondo Monetario Internacional, enero 20 del 2015).

Pero algunos van más allá y dicen que, incluso cuando la economía de estos países se recupere, la demanda de petróleo no va a aumentar en una proporción tan alta. Esto porque en varias economías ya están en marcha programas de reducción de los combustibles fósiles. Además, la eficiencia de los motores sigue aumentando. Tal vez eso explique el sorpresivo hecho de que, tras la caída reciente en el precio de la gasolina en Estados Unidos, el consumo de esta no se ha incrementado tanto como se creía.

Añádase a lo anterior un factor cultural: en Estados Unidos los jóvenes están volviendo a habitar en las ciudades y no en los suburbios, en la ciudad usan transporte público.

Segundo, por ahora, el cierre de plataformas no ha producido descensos dramáticos de producción, como se esperaba. De hecho, hay quienes creen que la actividad de shale oil, pese a tener altos costos, seguirá en firme, puesto que, a la manera de lo que ocurre con la manufactura, una vez iniciada la operación, los costos marginales son decrecientes. Y bastaría imaginar algo más: hasta ahora, el shale oil ha sido, sobre todo, un fenómeno estadounidense. Pero se sabe que otros países, entre ellos China, están interesados en hacerlo. Cosa que enviaría aún más oferta al mercado.

¿Pero qué pasará cuando reaccione la Opep? ¿No subirán los precios? Para empezar, no es seguro que reaccione. Arabia Saudita y sus aliados del golfo, bloque decisivo en la Opep, han manifestado estar dispuestos a aguantar precios bajos por un tiempo: prefieren vender barato y mantener cuota de mercado. Al fin y al cabo, sus costos de producción son bajos (USD 6 por barril en Arabia Saudita), y tienen jugosas reservas en dólares. Aprovechan además para golpear a sus archienemigos Irán y Rusia.

Por ello, mi conjetura es que las fuerzas seguirán empujando hacia abajo, como no se produzcan eventos geopolíticos extraordinarios. Y si estas tendencias se extienden al largo plazo, tal vez nunca volvamos a ver petróleo caro.

Andrés Mejía Vergnaud
Miembro del Instituto Libertad y Progreso

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