Alberto Araujo Redacción Quito / LÍDERES
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El sabor de esta fruta llegó desde Tailandia

Por fuera se asemeja a una cebolla paiteña o a una remolacha coronada por un tallo enano que se abre en cuatro hojas redondas y anchas. Pese a asemejarse a un tubérculo es una fruta exótica llamada mangostino o jobo de la India que llegó al Ecuador hace unos 50 años.

El mangostino guarda en su interior un fruto semejante a una serie de seis dientes de ajo. Estos tienen la textura de las guabas, pero su sabor se asemeja al de la guanábana y la uva mezcladas, pero mucho más dulce.

Es poco conocido en el país porque según Ricardo Cobo, uno de sus mayores productores, llegó al territorio nacional de la mano de su abuelo en los años 50. Cristóbal Cobo fue un comerciante de repuestos ambateño que se radicó en Quito en esos años y trajo las semillas de la fruta tras un viaje a Tailandia.

Sin tener en mente producirla masivamente, sembró las semillas en su finca San Cristóbal, ubicada en el cantón La Independencia (Esmeraldas). Allí se levantaron 16 árboles que siguen dando frutos con sus cerca de 10 metros de alto. De estos árboles, su nieto, Ricardo Cobo, extrajo las primeras semillas en los años 90 para reproducirlas en pequeñas plantas y luego venderlas.

Así desarrolló un vivero con 2 000 plantas donde invirtió USD 12 000. Pese al delicioso y exótico sabor del mangostino, la venta de las pequeñas plantas no tuvo éxito porque sus primeros frutos se verían después de 10 años de sembradas. "Para un agricultor es muy difícil invertir en un producto que se va a cosechar en 10 años", explica Cobo, quien en ese momento no renunció a su emprendimiento sino que decidió sembrar 1 200 de las 2 000 plantas originalmente criadas en la finca de su abuelo que después pasó a manos de su padre.

"Pensé que si tenía éxito, 10 años después sería el único productor en el país de esta fruta a gran escala." De esta manera, Cobo cultivó 8 de las 600 hectáreas de la finca con árboles de mangostino con la perspectiva de que produzcan a largo plazo. En el trabajo se involucraron su padre Washington y su madre Ivonne Arízaga.

A la par, mantenía los cultivos propios de la finca de palma africana y banano que poco a poco dejó de lado para mantener la inversión en la fruta exótica.

Desde hace cuatro años, los primeros árboles de entre 5 y 10 metros comenzaron a dar el fruto. Pero en este año se dio la mayor producción. Cada tres días cosecha 500 kilos de la fruta y vende cada kilo entre USD 2,50 y USD 3.

La fruta solo se da en climas del trópico, justamente el que tiene Esmeraldas que sobrepasa los 30°, con altos niveles de humedad. La cosecha se da entre los meses de febrero y junio y los árboles sembrados tendrán un período de producción de 100 años, asegura Cobo.

Luis Moreta, gerente de una frutería ubicada en el norte de Quito, indica que ha comprado el mangostino a Cobo desde hace cinco años. El año pasado vendió en la temporada de cosecha (febrero a junio) 100 kilos; solo en febrero pasado vendió cerca de 200 kilos.

Otro comprador, Francisco Endara, quien administra una frutería también en el norte de la capital, señala que es una fruta con mucho futuro entre los consumidores por su sabor. Agrega que los clientes de su frutería están satisfechos con el mangostino.