Eric Ochoa es el administrador de la tienda Maki, que funciona en el Centro Histórico de Cuenca. La iniciativa pertenece a la Red Pakariñán. Foto: Xavier Caivinagua /LÍDERES

Eric Ochoa es el administrador de la tienda Maki, que funciona en el Centro Histórico de Cuenca y pertenece a la Red Pakariñán. Foto: Xavier Caivinagua /LÍDERES

En Cuenca, la tienda de precio justo ahora es una opción para los artesanos

22 de February de 2015 15:17

Maki es la primera tienda de precio justo que funciona en la capital azuaya. Fue inaugurada en diciembre de 2014 y ha facturado USD 4 300 hasta el mes pasado, el 80% se destinó a 50 artesanos de cinco asociaciones de Azuay y Loja, un colectivo y una diseñadora.

El porcentaje restante sirve para el funcionamiento de este emprendimiento que pertenece a la Red Pakariñán, que funciona desde el 2005 y que agrupa a asociaciones productivas. Su objetivo es impulsar el turismo comunitario en el sur del Ecuador.

Según el administrador de Maki, Eric Ochoa, desde entonces se determinó que la producción artesanal representa un aspecto fundamental porque es uno de los principales atractivos para los visitantes extranjeros.

Con esa experiencia, dice Ochoa, se identificó que la labor artesanal tiene mucho potencial y la opción para desarrollarla es la creación de esta tienda de precio justo. Este emprendimiento también busca aprovechar el flujo de turistas que les gusta estos productos y que no necesariamente visitan las comunidades rurales.

Los artículos que se ofertan en Maki, que funciona en el sector de San Sebastián, en el Centro Histórico de Cuenca, pertenecen a las asociaciones Don Bosco de la comunidad de Principal (Chordeleg), Productores y Artesanos de Nabón, Eco Museo de Yanuncay, Turismo, Artesanía de Ñamarín de Saraguro y Mujeres Emprendedoras de Bullcay.

Todos ellos elaboran sombreros, adornos y accesorios en paja toquilla y en tallos de cebada y trigo. También, bisutería, chales y bufandas en lana de borrego, macanas y adornos y mobiliario pequeño en madera reciclada.

Según Ochoa, el comercio justo de Maki gira en torno a tres aspectos fundamentales. El primero es cancelar un valor justo por la producción artesanal. Los productores reciben el 80% del precio de venta y la tienda se queda con el 20% para su funcionamiento, producción y proyectos futuros como la ampliación de la misma.

El segundo aspecto es el asesoramiento. Es decir, a los artesanos se les indica qué colores y productos tienen más demanda y cómo mejorar su productividad y calidad. Finalmente, estrechar vínculos entre el productor y el consumidor, señala Ochoa. “En cada artículo se informa quién y dónde se los fabricó, para lograr una pertenencia”.

Los artesanos traen sus productores y entre ambas partes fijan los precios. Cada mes, Maki paga de acuerdo con lo que se vende. Tiene dos tipos de clientes: los primeros son los turistas estadounidenses, canadienses, europeos y argentinos quienes buscan las artesanías; y los segundos son los jóvenes residentes en la capital azuaya, que se interesan por los bolsos y camisetas con estampados que entrega el colectivo La Chinchilla y la diseñadora Marcela Orellana Calle (Mazhyx), quien también asesora en la producción de los artesanos.

En diciembre pasado, la mayoría de clientes fue de Cuenca y llegó porque conocía los productos o porque la campaña publicitaria se realizó a través de las redes sociales. En enero y febrero, en cambio, hubo más acogida de turistas y residentes extranjeros. Cada semana tienen entre 10 y 40 compradores, en promedio.

A futuro, dice Ochoa, el objetivo es ampliar Maki o reubicar el local y agrupar a nuevas asociaciones. Añade que otro plan es optar por el comercio electrónico y la plataforma será lanzada este año.

“Nuestro emprendimiento se basa en el modelo Lean Startup, que usan en Silicon Valley. No necesitamos un plan de negocios extenso de 40 o 100 páginas sino centrarnos en el cliente y en función de él se gesta todo lo demás, nos retroalimentamos”.