Arturo Castillo Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes
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Incentivos: ¿hay zanahorias para todos?

Incuestionablemente, los individuos necesitan ser estimulados, en reconocimiento a su desempeño laboral. Los problemas giran en torno al cómo, el cuándo y el cuánto. El cómo se refiere a la estrategia, al mecanismo que permita concretar el incentivo. ¿De manera individual? ¿Por áreas o departamentos? ¿Mediante la realización de un evento, a la luz pública, de modo que todo el personal experimente el deseo de también alcanzar el premio? El cuándo tiene que ver con la coyuntura, con el momento adecuado; un incentivo que llega tardíamente pierde efectividad, repercusión emocional. Por último, el cuánto, el más problemático de los incentivos, pues nunca llega a cubrir las expectativas de los aludidos; las empresas generalmente quedan cortas. Además, a ojos de los trabajadores, esta es una feliz ocasión para que la compañía exprese sus afectos y desafectos.

De otra parte, las políticas de incentivos parten del principio de la premiación a lo excepcional. ¿Resulta coherente, entonces, que los estímulos, económicos o de otro orden, se entreguen, incluso, a los empleados mediocres? Así, los incentivos terminan convirtiéndose en un derecho adquirido, en una obligación patronal.

Ahora bien, si la compañía adopta como estrategia motivar a todos sus trabajadores, dejando de lado la psicología de la zanahoria por delante, quizás no deba esperar 'performances' excepcionales sino simplemente aceptables.

Conviene preguntar si el estímulo debe ocurrir antes, como un acicate, o luego, como un premio al mérito laboral. En cada caso, la incidencia psicológica es distinta.

¿Precisa el individuo la garantía de un premio para hacer bien aquello que es sencillamente su obligación? ¿Es capaz de movilizar sus mejores esfuerzos, su creatividad y conocimientos por el simple placer de funcionar a plenitud? ¿Se frustra si al término del cumplimiento de sus metas no recibe el galardón esperado? ¿Baja la guardia y se 'desquita' con un rendimiento negligente? Condicionamiento; finalmente se trata de eso. Y se trata de que los sujetos responden a estímulos externos, pues carecen de un centro de motivación propio. Es loable, de todas formas, tratar de recompensar el esfuerzo, aunque no todos estén dispuestos a correr tras una zanahoria.

arturocastillo1@yahoo.com "Conviene preguntar si  el estímulo debe ocurrir antes, como un acicate, o luego, como un premio al mérito".