Ángel Fernández, guía nativo de la comunidad, acompaña a los turistas del tren en un recorrido por el museo. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Ángel Fernández, guía nativo de la comunidad, acompaña a los turistas del tren en un recorrido por el museo. Foto: Cristina Márquez / LÍDERES

Ellos incursionan en el turismo y las artesanías

4 de septiembre de 2019 10:54

Un museo que recrea las viviendas tradicionales indígenas y el estilo de vida en Nizag, una comunidad de Alausí, situada al sur de Chimborazo, es uno de los puntos de interés en la estación del tren de Sibambe. Allí, una asociación de jóvenes y mujeres de todas las edades inició un emprendimiento grupal.

Los comuneros acompañan a los turistas que llegan los miércoles y fines de semana en la ruta Nariz del Diablo. Ellos les reciben con bailes autóctonos y luego ofertan sus productos artesanales como bolsos, prendas de vestir, pan recién horneado, jugo de caña extraído en trapiche, entre otros.

Tres emprendimientos forman parte de la oferta de la asociación integrada por 32 familias de Nizag. Esa comunidad está situada a 20 minutos de la estación del tren y desde allí se puede ver cómo los vagones descienden en zigzag por la montaña.

“El atractivo natural de nuestra comunidad y nuestras tradiciones que compartimos con los extranjeros son nuestras fortalezas. El proyecto recién empieza pero tenemos expectativas muy altas”, cuenta Ángel Fernández, un guía nativo y líder de los jóvenes.

La gente de la comunidad edificó en enero del año pasado el museo, utilizando técnicas ancestrales de construcción. Las paredes están hechas con bloques de barro cocido y el techo tiene un recubrimiento de esteras de caña.

Dos guías nativos, quienes visten sus atuendos originarios explican a los visitantes sobre sus costumbres y modo de vida. El recorrido no tiene costo pero es el ‘enganche’ para que los viajeros compren sus recuerdos en los emprendimientos.

En el primer piso del museo Juana Mendoza y otras tres mujeres extraen jugo de caña en un antiguo trapiche. Además ofertan chawarmishky, una bebida que se obtiene del penco morado que crece silvestre en esa zona.

“Hemos aprendido mucho de nuestra propia cultura al difundirla a otras personas. Algunos conocimientos ya se estaban perdiendo”, dice Mendoza.

Las mujeres no invirtieron dinero en el emprendimiento, pero sí trabajaron durante varias semanas para cosechar cañas de alta calidad y movilizaron el pesado trapiche de más de 80 años de antigüedad que estaba almacenado en una vivienda de la comunidad.

En la segunda planta están instaladas las mujeres de la Asociación de Artesanas de Nizag. Ellas manufacturan bolsos de diversos estilos y decoraciones para el hogar que se venden como souvenirs.

La materia prima de las artesanías son las fibras de cabuya, que también se obtienen de los pencos. Las mujeres tejen los hilos hasta formar textiles muy resistentes.

“Toda la vida hemos tejido; nos enseñaron nuestras madres y abuelas. Pero esta es la primera vez que vendemos nuestras artesanías a los visitantes. Queremos mejorar nuestra situación económica”, dice Paulina Vacacela, una de las artesanas.

En esa misma planta está el tercer emprendimiento comunitario: la venta de pan de dulce recién horneado. Tres mujeres se organizaron para iniciar el pequeño negocio, ellas invirtieron USD 35 en la compra de los ingredientes para la preparación.

El pan de dulce en horno de leña es una de las recetas icónicas de la comunidad. Se comercializan porciones de USD 1.

Los datos

El proyecto 
de turismo comunitario lo impulsó Ferrocarriles del Ecuador Empresa Pública (EP); 32 familias de Nizag se benefician directamente de los emprendimientos.

Entre USD 15 y 40 cuestan los bolsos tejidos con fibras de cabuya. El precio depende de los detalles del tejido y la finura de las puntadas.

1 500 turistas llegan en promedio a la Nariz del Diablo cada semana.