Dos mujeres trabajan en una de las empresas que procesa lana de alpaca en arequipa, al suroeste de Perú. La lana negra es escasa, porque el 60% de las alpacas son blancas. Fotos: AFP

Dos mujeres trabajan en una de las empresas que procesa lana de alpaca en arequipa, al suroeste de Perú. La lana negra es escasa, porque el 60% de las alpacas son blancas. Fotos: AFP

Las alpacas, la punta del negocio textil

26 de julio de 2019 08:09

La industria textil, sometida en todo el planeta a la implacable competencia de Asia, está apostando en Perú a la codiciada lana de sus alpacas andinas, cuya floreciente producción sustentable genera empleo y valor agregado.

En la granja Pacomarca, a pocos kilómetros de la localidad de Llalli, cerca del lago Titicaca en la región de Puno (sureste) , cientos de alpacas salen del corral para pastar en la soleada pradera. “Las alpacas son uno de los pocos animales que pueden sobrevivir y dar rentabilidad a sus productores, o a la gente que trabaja con ellas, por encima de los 4 000 metros”, explica el biólogo Alan Cruz, jefe de la granja, un centro experimental del grupo textil Inca que hace estudios genéticos en alpacas.

Cada animal tiene una tarjeta con un número en su oreja que permite a los científicos consultar toda su información genealógica en una base de datos. Pero no hacen estas investigaciones con fines científicos sino económicos.

Es que una fibra más delgada significa mayor precio para la lana, que ahora compite frente a las cotizadas prendas de cachemir de India y mohair de África del Sur en tiendas de lujo de todo el mundo.

La lana de alpaca, un animal domesticado hace 6 000 años por los antiguos moradores de los Andes, está empujando la próspera industria textil de Perú (USD 1 400 millones de exportaciones en 2018) , en especial en Arequipa, la segunda ciudad del país (suroeste) .

Fundada en 1931, Michell es la compañía líder de la industria alpaquera, con 2 500 empleados. En su planta cada día toneladas de lana bruta son sometidas a un proceso de lavado, secado e hilado. También hay fábricas de hilados y prendas medianas y pequeñas, incluidas unas dedicadas a la “maquila” , o sea, a producir para otros grandes productores. “El proceso de lavado y acabado es lo más importante en la alpaca”, dice Erika Muñoz mientras muestra orgullosa su pequeña fábrica de confecciones Brisan, donde trabajan 12 personas.

Un caso de crecimiento vertiginoso es el de Art Atlas, que empezó como pequeño negocio de venta de suéteres hace dos décadas y ahora diseña, confecciona y exporta miles de prendas cada año, además de emplear a unas 500 personas, la mayoría mujeres.

“ Hace cinco años decidimos lanzar nuestra propia marca y la producción, nuestra colección fue muy bien recibida en el mercado”, cuenta su fundadora, Jéssica Rodríguez.

Las exportaciones de prendas de alpaca todavía no alcanzan los volúmenes de las de algodón (USD 744 millones en 2018) , pero tienen precio más elevado y crecen más rápido.

En 2018, Perú exportó USD 308 millones de lana de alpaca, 22% más que en 2017, según la asociación de industriales. El kilo de prendas de alpaca se vendió en 2018 en USD 91, en promedio, frente a USD 44 de las de algodón. Este ‘boom’ favorece a unas 250 000 familias que viven directa e indirectamente de la alpaca, desde modestos pastores a grandes industriales.

Las negras

Como la vicuña, la llama y el guanaco, la alpaca tiene ancestros comunes con los camellos del Medio Oriente.

Cada ejemplar, que vive en promedio unos 20 años, provee unos tres kilos de lana al año (la esquila se hace en noviembre) . La fibra más fina y valiosa, llamada “ baby alpaca ” , se extrae de la parte trasera del cuello.

Por décadas, los fabricantes textiles privilegiaban la lana blanca de alpaca, que era teñida, pero ahora hay demanda creciente por los tonos naturales, que alcanzan la treintena.
La lana negra es escasa, porque el 60% de las alpacas son blancas. Por esta razón, Pacomarca tiene un programa de “ recuperación ” de la alpaca negra, que ahora representa el 10% del total, explica Cruz.