Florencio Compte Guerrero junto a la estantería de libros de su oficina.Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES

Florencio Compte Guerrero junto a la estantería de libros de su oficina.Foto: Enrique Pesantes / LÍDERES

Un amante de la poesía y los textos policiales

9 de febrero de 2018 06:36

La librería Compte, regentada por su padre -Florencio Compte Andrade- durante 64 años en Guayaquil y la propia biblioteca con la que la familia contaba en casa, hicieron de Florencio Compte un lector precoz que a los nueve años leía una obra monumental como ‘Cien años de soledad’, del escritor colombiano Gabriel García Márquez, armado claro con un árbol genealógico para no perderse y seguir la historia familiar de los Buendía.

“Nunca hubo límites sobre lo que se podía leer o no. Y la librería de mi papá era como ‘una forma de paraíso’, como dice Borges”, cuenta Florencio Compte Guerrero, decano de la Facultad de Arquitectura y Diseño de la Universidad Católica Santiago de Guayaquil.

El profesor e investigador guayaquileño aprecia cierto tipo de poesía -la metafísica, dice- y el humor, a los autores que son capaces de reírse de sí mismos, además de novelas policiales, como las decenas de libros de la británica Agatha Christie. También menciona los cuentos detectivescos de Honorio Bustos Domecq, el autor ficticio de la colección ‘Seis problemas para don Isidro Parodi’ , escritos en colaboración entre los argentinos Jorge Luis Borges y Adolfo Bioy Casares.

Además es un seguidor de la poesía de Borges, ha releído colecciones de poemas como ‘La cifra’ y recita algunos de sus versos de memoria. “El propio Borges dice que hay dos tipos de poesía, la sonora y la poesía metafísica, aquella en la que no hay un solo referente sino que todo son conceptos, en la que se inscriben autores como Francisco de Quevedo”.

Compte, quien leyó la obra íntegra de García Márquez y buena parte de autores latinoamericanos como del peruano Mario Vargas Llosa, destaca libros menos conocidos del ‘boom’ literario regional. “‘El jardín de al lado’, un libro muy divertido del chileno José Donoso , habla de un intelectual de segundo orden que durante la dictadura se autoexilia para aparecer como que es perseguido, una forma de burlarse de sí mismo. Igual de ameno es ‘Un tal Lucas’, álter ego del argentino Julio Cortázar, una especie de libro autobiográfico, con cuentos independientes que leídos en conjunto forman una suerte de novela”.

El catedrático, formador de generaciones de arquitectos, recomienda en su rama títulos como ‘¿Quien teme al ba haus feroz?’, donde Tom Wolfe, maestro estadounidense del ‘nuevo periodismo’, hace una crítica al abandono de la originalidad en la arquitectura a causa de las modas. También pondera la fineza de los ensayos del español Oscar Tusquets, arquitecto ateo que en ‘Dios lo ve’, dice “hagamos de cuenta como que si Dios existiera y volvamos a hacer una arquitectura para enaltecer a Dios, como en el pasado”. 

Los mejores frisos del Partenón casi no se alcanzan a ver. Y Miguel Ángel se tomó la misma molestia en tallar partes de esculturas que ahora están pegadas a una pared, apunta Compte. ¿Por qué lo hicieron?, pregunta Tusquets. Se tomaron esas molestias porque tenían una noción superior de estética y consideraban sagrado su trabajo.

Mi libro de cabecera

Argentinos.  Entre los libros de cabecera de Florencio Compte está el poemario ‘La cifra’, de Jorge Luis Borges. Y ‘Un tal Lucas’, de Julio Cortázar, que intercala cuentos sueltos diversos junto con capítulos sobre la vida de Lucas, álter ego del propio Cortázar.