Antonio Polo, sacerdote salesiano que convirtió a Salinas de Guaranda en un pueblo de emprendedores. Allí vive desde 1970. Foto: Armando Prado/ LÍDERES.

Antonio Polo, sacerdote salesiano que convirtió a Salinas de Guaranda en un pueblo de emprendedores. Allí vive desde 1970. Foto: Armando Prado/ LÍDERES.

Antonio Polo: ‘Para emprender es indispensable cumplir procesos’

8 de February de 2015 15:50

En Salinas de Guaranda el clima puede ser implacable. A las mañanas llenas de sol y calor le acompañan, en ocasiones, tardes frías y lluvias intensas.

Este cambio de temperatura no altera las actividades productivas que sus pobladores realizan. Con el volcán Chimborazo, como vecino, esta población de Bolívar se convirtió en los últimos 40 años en un referente de emprendimiento dentro del Ecuador.

La marca El Salinerito es una suerte de embajador de esta localidad ubicada a 3 500 metros sobre el nivel del mar. Allí, junto a la iglesia situada en la plaza central se levanta una casa de bloque y pisos de madera. Su habitante -“no su dueño”- es el padre Antonio Polo, salesiano que llegó a Salinas en 1970 con un encargo que le tomaría, en principio, cuatro meses.

La tarea era terminar la construcción de una casa comunitaria. “Pero cuando terminamos la obra, la gente vio en esa casa un espacio para tener identidad, una identidad para librarse de la hacienda y emprender un camino libre. Por eso me quedé un tiempito más”, comenta Polo, sentado junto a la mesa de la cocina en donde recibe a los habitantes del poblado, así como a cualquier otro visitante que quiera conversar con él.

En estas cuatro décadas, con el liderazgo de Polo se cumplieron igual número de etapas. La primera implicó cubrir las necesidades básicas de los habitantes. Luego vino la diversificación del trabajo y la organización. La tercera fase fue la generación de empleo y la cuarta y actual etapa es la de la economía solidaria. “Todo esto se logró uniendo esfuerzos y ánimo”, sostiene el sacerdote.

Hoy, los cerca de 1 000 habitantes son emprendedores que participan en la producción de quesos y chocolates, principalmente. También están los que montaron negocios como restaurantes u hostales para aprovechar la llegada de visitantes. Y se suman los cerca de 10 000 habitantes de comunidades vecinas que están conectados con la red de producción de Salinas.

“Esto que se ha logrado fue una sucesión de situaciones en las que nos involucramos con un socio oculto -dice Polo mientras mira al cielo- que nos mandaba a la persona justa en el momento justo. Ha sido un proceso lleno de esfuerzo comunitario”.

El proceso al que se refiere Polo empezó con la elaboración de queso. “Trabajar con la sal -que da el nombre al pueblo- no era suficiente y la primera idea fue el queso”. Los habitantes de Salinas sabían la fórmula, porque las haciendas de la zona, en la que ellos trabajaban, se especializaban en este derivado de la leche.

Pero había una dificultad: el acceso al mercado. “Allí aprendimos una primera lección: manejar dinero y tener visión de mercado. Fue una gran enseñanza”.

Los emprendedores aprendieron las recetas de nuevas variedades en los años ochenta; los quesos de Salinas salieron de Bolívar y ahora se consumen a escala nacional. La oferta se completó con chocolates, segmento en el que incursionaron en 1992.

Hoy, al recorrer las calles de Salinas de Guaranda los visitantes encuentran distintos emprendimientos pensados en los turistas. Polo resume con palabras sencillas: “Aquí toda la gente trabaja en sus negocios, mujeres y hombres aportan con su manera de ser y sus iniciativas. Pero además siempre estamos buscando gente con visión de futuro. La etapa de la economía solidaria no tiene fin”.

Desarrollo
“En el desarrollo de la comunidad resultó clave tener una visión de crecimiento apuntando alto. Para llegar alto hay que dar pequeños pasos y caminar. No debemos pensar que los pasos pequeños son inútiles; incluso los tropiezos ayudan”.

Diversificación
“En los procesos productivos la gente se dio cuenta de la importancia de la diversificación, de la calidad y de la dignidad que genera el trabajo. Otra clave fue pensar en el mercado, en saber a quién y dónde voy a vender mi producto”.

La naturaleza
“Valorar la naturaleza es un tercer factor clave para cumplir el proceso. En Salinas nos preocupamos tanto de la producción y de la organización del trabajo, pero sin descuidar los derechos de la naturaleza. Así logramos productos sanos”.