Taxis esperan la llegada de clientes en una calle de Bangkok. Aplicaciones de móvil como Grab Taxi han paliado en parte los problemas que afrontan los clientes de los taxis en Tailandia. Foto: Gaspar Ruiz-Canela/ EFE.

Taxis esperan la llegada de clientes en una calle de Bangkok. Aplicaciones de móvil como Grab Taxi han paliado en parte los problemas que afrontan los clientes de los taxis en Tailandia. Foto: Gaspar Ruiz-Canela/ EFE.

Aplicaciones móviles, al rescate de los clientes de taxi en Tailandia

26 de julio de 2015 12:00

Aplicaciones móviles como Grab Taxi han paliado en parte los problemas que afrontan los clientes de los taxis en Tailandia, donde ni la junta militar ha podido acabar con los repetidos abusos en el sector. Aunque con notables excepciones, muchos taxistas, sobre todo en Bangkok, se niegan a poner el taxímetro, rehúsan a ir a algunos destinos e incluso se enfrentan al cliente cuando éste protesta.

Las tribulaciones tanto de tailandeses como turistas llegaron a conmover a la junta militar que tomó el poder en mayo del año pasado y, entre sus primeras medidas populistas, se comprometió a acabar con las mafias y abusos en los taxis. Los militares organizaron este año un evento con filas de taxis multicolores en los que conductores sumisos sostenían carteles en los que se leía: "Te llevo a cualquier parte, no rechazo clientes". Pese a los esfuerzos de las autoridades, los clientes continúan sufriendo el mal servicio en Bangkok y en otros destinos turísticos como las islas de Phuket o Samui.

Sobre todo de noche, las largas filas de taxis, con sus características carrocerías rosa, verde, amarilla o multicolores y sus budas y amuletos en el salpicadero, no garantizan un mejor servicio en las céntricas avenidas de la capital.

"Es difícil encontrar un taxi porque a veces no quieren ir a sitios cercanos (porque no les compensa la carrera) o si hay mucho tráfico. En (la avenida) Sukhumvit es algo muy corriente", se lamenta a Efe la tailandesa Ploy, de 25 años. "Yo prefiero utilizar Uber o Grab Taxi porque es más seguro y te garantiza que te van a llevar", asegura la mujer. Aplicaciones como Grab Taxi o Easy Taxi son la respuesta digital al problema no solo en Tailandia, sino en otros países como Malasia, Filipinas o Vietnam.

"Hay muchos taxis en Bangkok, pero el servicio tiene mucho margen para mejorar", afirma diplomáticamente Alexander Thai-Minh Le, director gerente de Easy Taxi Bangkok. Según Thai-Minh, las principales quejas de los clientes son la negativa de los conductores a utilizar el taxímetro o a ir a algunos lugares porque consideran que están apartados o que no les sale rentable la carrera. La precariedad del servicio de taxis es tal en Tailandia que Uber no utiliza la estrategia de bajar precios, como en Europa, para competir, sino que cobra tarifas más altas en aras de un mejor servicio y seguridad.

Bangkok tiene excesivos taxis, unos 80 000 para una ciudad de diez millones de habitantes, cuando en Nueva York hay unos 13 000 para una población de unos ocho millones de personas. La bajada de bandera es de 35 bat (algo más de un dólar o 0,9 euros). Muchos taxistas proceden de las empobrecidas provincias del noreste y alquilan los coches por entre 650 y 800 bat diarios, por lo que tienen que facturar diariamente unos 1 400 o 1 500 bat (46 dólares o 42 euros) para obtener beneficios. "Cuando eliminas el coste, que también incluye el combustible, la comida y otros, nos queda unos 100 o 200 bat.

En un día con suerte conseguimos unos 300 o 500 bat (9-15 dólares u 8-14 euros)", explica a Efe el taxista Ian. "El taxímetro no cubre nuestros gastos. Porque en Tailandia, la tarifa de taxi es barata. El gas es caro", agrega el conductor. Ian reconoce que prefiere llevar a turistas a sitios turísticos o al aeropuerto sin utilizar el taxímetro que a locales o residentes que quieran hacer trayectos corrientes y pocos lucrativos en la capital. Una situación habitual en Bangkok es la persona que para un taxi para que le lleve al aeropuerto y el conductor le reclama un precio, el doble o más de lo que costaría con el taxímetro puesto. Los veteranos se bajan del vehículo o negocian, lo novatos, pagan.