Los sombreros que vende la firma los realizan 400 artesanas de Cañar y Azuay. Se los decora con cintas, mullos, semillas de la Sierra y Amazonía. Foto: Cortesía Taytta Hats

Los sombreros que vende la firma los realizan 400 artesanas de Cañar y Azuay. Se los decora con cintas, mullos, semillas de la Sierra y Amazonía. Foto: Cortesía Taytta Hats

Artesanía fina nacional se exporta a Europa y EE.UU.

10 de diciembre de 2020 11:52

La creación de artesanas de Azuay y Cañar forma parte del ‘outfit’, en su mayoría, de clientes franceses. Se trata de los sombreros de paja toquilla de Taytta Hats.

Esta empresa quiteña, centrada en comercio justo, nació hace 15 años de la mano de los esposos Marjorie Reyes y Paúl Montalvo.

Ambos eran compañeros en la carrera Hospitalidad y Turismo, en la universidad. Como parte de sus estudios recorrieron el país y se dieron cuenta del valor de la artesanía fina ecuatoriana; fue así como desarrollaron su proyecto de pregrado en torno al tema, que luego se convirtió en su negocio.

Taytta Hats adquiere, directamente, las creaciones de los artesanos, añade valor agregado y luego las comercializa. Enfatiza en el respeto al productor local.

En un inicio, realizó esta actividad con artesanías de varios materiales, como tagua, tela andina, paño, paja toquilla y otros. Pero tras cuatro años de vigencia del negocio, se concentró estrictamente en los sombreros de paja.

La empresa arrancó con la compra de los productos a un grupo pequeño de mujeres toquilleras de la zona rural de Azuay y Cañar; actualmente, suman 400.

Una de ellas es Lourdes Cárdenas, líder de las 60 artesanas que integran la cooperativa Padre Rafael González, de Biblián (Cañar); entregan el producto hace 10 años.

“Enviamos sombreros clásicos y con diseño. Modelos diversos, de acuerdo con el pedido”, indica. En noviembre, por ejemplo, distribuyeron 30 de ellos a la firma. Cárdenas añade que recibe pedidos de cinturones de toquilla.

Para ella, el trabajo con la firma les ha permitido obtener ingresos y acceder a talleres de formación.

Precisamente, para Marjorie, quien también es coordinadora nacional de la Academia de Mujeres Emprendedoras de la Embajada de EE.UU. y parte de la Cámara de Comercio e Industrias de Mujeres de la India (Wicci), su negocio no solo busca crear fuentes de ingreso para los artesanos, sino generar una experiencia en los consumidores de su oferta.

Parte de ello es la venta personalizada. El cliente recibe asesoría de los propietarios del negocio a través de la cual se les indica qué tipo de sombrero les luce mejor.

Esa es la experiencia que vivió Margoth Maruri, quien adquirió 20 sombreros el año pasado.
Ella necesitaba diferentes tipos de estas prendas para lucirlos en la graduación de su sobrino en La Florida (EE.UU.). Recibió asesoría personalizada, incluso para el traslado, y así la familia pudo usar un producto ecuatoriano, en una ceremonia con personas de diferentes nacionalidades.

Cada producto es único. Los sombreros de Taytta Hat pueden llevar una infinidad de accesorios, que incluyen cintas con bordados, trapillo, mullo, huairuro, platanillo, achotillo y otros.

Cada diseño de sombrero es único, según la propietaria de la firma. El 80% de la oferta de la compañía se envía a diferentes países del mundo.

Cada diseño de sombrero es único, según la propietaria de la firma. El 80% de la oferta de la compañía se envía a diferentes países del mundo.

Sus proveedores son 40 artesanos de Zuleta, 30 de la Amazonía y 35 de Pichincha. Estos últimos utilizan la técnica de trenzado de trapillo; es decir, de los desechos textiles. Con esto se busca generar un impacto ambiental positivo.

Los insumos para el empaque y las bolsas están hechos a base de materiales que no impactan.

Los consumidores en el extranjero valoran ampliamente esta oferta. El 80% de las ventas son de la exportación. La empresa hace estos envíos desde su segundo año de operación. Su principal comprador es Francia, al que le siguen Italia, EE.UU., entre otros.
Lo sombreros se venden a clientes directos; la firma también maquila para empresas en el exterior.

Actualmente, tiene una oficina en EE.UU., desde donde se atiende a otros mercados.
El resto se comercializa en el país. Taytta Hats, antes de la pandemia, vendía directamente en el domicilio de los clientes, pero ahora tiene un ‘showroom’ en el sector del coliseo Rumiñahui. Aplica todas las medidas de seguridad para atender a los visitantes.

Marjorie explica que, incluso, se puede diseñar los sombreros con los clientes. Estos tienen un costo desde USD 55, pero la firma ha llegado a vender productos con el grado más alto de finura, cuyo valor alcanza USD 30 000.

Estos últimos se elaboran en el sector de Pile, en el cantón costeño de Montecristi, en Manabí.

Hoy los emprendedores trabajan con sombreros de paño, que se envían principalmente a Canadá. También se proveen de artesanos.