Redacción Quito
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La bicicleta se arma al gusto de los clientes

Al mes, son unos 400 km los que recorre Santiago Vargas en su bicicleta BKR, equipada con llantas de 29 pulgadas. La adrenalina que siente al sortear una pendiente o al alcanzar una cima, según comenta, es indescriptible.

Vargas adquirió su primera ‘bici’ en Biking Raymi Bicycles (BKR) hace cinco años. Antes de aquello -y sin mayores conocimientos de ciclismo- compró una de baja calidad en otra tienda. “Para reparar un daño en aquella bicicleta asistí a BKR. Me asesoraron y terminé ligándome a esta marca ecuatoriana”, manifiesta Vargas y añade que semanalmente asiste a paseos nocturnos, competencias y rutas por los valles circundantes de la capital.

La idea de forjar una marca de bicicletas se inició en 1998. Pablo Lozada junto a Marcelo Martínez, ciclista y mecánico de bicicletas, respectivamente, emprendieron en una promotora turística de paseos de ciclismo, hacia parajes como Mindo (Pichincha), el volcán Cotopaxi, las cascadas de Baños (Tungurahua)...

El tránsito por esos paisajes agrestes requiere de bicicletas de alta calidad. Así se evitan inconvenientes con los clientes. Sin embargo, los costos de aquellos vehículos son elevados. Con una inversión de USD 3 000 empezaron a gestionar los contactos de fábricas taiwanesas, para importar las piezas de aluminio y ensamblar sus diseños propios. “El ciclista ecuatoriano tiene otras necesidades”, dice Lozada quien diseña sus propios modelos. En su taller (centro norte de Quito) se arman hasta 100 bicicletas al mes y se factura de USD 30 000 a 40 000 en igual período.

Gabriela Gallardo lleva tres años en el ciclismo y ha comprado dos bicicletas en BKR. Ella destaca la atención que recibe cuando visita la tienda. “Los chicos (propietarios de BKR), conocen mucho sobre mecánica y ergonometría de bicicletas. Entregan una bici tomando en cuenta la contextura física. Me ayudaron a ajustar las características de componentes a mi presupuesto”, dice Gallardo, quien la ocupa para transportarse hacia su trabajo y es parte del colectivo ‘Carishina en bici’. El grupo realiza paseos nocturnos y visita sectores del norte y centro de Quito.

El número de colectivos de ciclistas, explican los emprendedores, se ha incrementado en los últimos cinco años. “Hay gente que las ocupa para hacer saltos, recorrer caminos montañosos, para ‘rodar’ en la ciudad... Es un mercado potencial que queremos abarcar”, dice Martínez.

BKR implementó la garantía de por vida en sus cuadros y esta característica fue la que Esteban Samaniego, gerente de Ventas de la concesionaria de vehículos Vallejo Araujo, estaba buscando. El pasado junio, como valor agregado a sus clientes, esta firma entregó 20 bicicletas BKR por la compra de ciertos vehículos. “Queríamos ofrecer a los nuevos propietarios una bicicleta de calidad, para que realicen sus paseos de fin de semana”.

Once personas trabajan en este emprendimiento, cinco de ellas se ocupan de ‘tejer’ los aros, armar los frenos, pintar los cuadros, colocar las suspensiones para entregarlas en menos de una semana, etc.

El nombre BKR, patentado en el Instituto Ecuatoriano de Propiedad Intelectual, se deriva de un término ideado por los emprendedores: biking, ciclear en inglés; y raymi, fiesta en quichua. Entre sus 20 modelos de bicicletas están la Kunihu (liebre en quichua), Kututu dirt (conejo), Alpaka, una bicicleta de ruta...

La producción

Las ventas. Las ventas se incrementan en enero y febrero. Los propietarios consideran que la gente opta por mejorar su salud física.
Los costos. Dependiendo de los componentes del diseño va desde los USD 300 a 5 000.