María José  Coronel diseñó sus cuatro modelos de bolsos de lujo, que tiene como detalle la tagua. Cortesía: Marthé Bacq

María José Coronel diseñó sus cuatro modelos de bolsos de lujo, que tiene como detalle la tagua. Cortesía: Marthé Bacq

Los bolsos de lujo de María José Coronel se fabrican en un pueblo de España

10 de enero de 2022 20:01

La crisis existencial de cumplir 30 años fue la única y sencilla razón, por así decirlo, que empujó a María José Coronel a desarrollar su emprendimiento.

Solo de pensar que no había hecho nada en su vida (lo dice literalmente) la mortificaba. “Voy a cumplir 30 y qué hago”, se decía.

Así nació Marthé Bacq, la marca de sus carteras y bolsos de lujo, que cuestan entre USD 380 y 420. Tiene cuatro modelos. Florance, como un tributo a su mamá Florencia, con perlas de tagua en color baby blue o en color denim con tela Nbouk; Léa y Marie.

Dos modelos tienen tagua ecuatoriana. Incluyó este material, porque les dio un toque lindo y diferente, dice Coronel. Ella cree que a la tagua no se le da importancia en el país, pero en España “la gente se queda fascinada, porque tiene una historia detrás, porque hay comunidades que viven de la tagua y cuidan los taguales”.

Los bolsos se elaboran con pieles italianas y son artesanales. Cada uno, en su interior, lleva un número de fabricación y se elaboran 99 piezas por cada modelo.

Tienen un certificado de autenticidad con su nombre, la fecha de compra y el modelo. Cada bolso se guarda en una funda de tela de algodón y lleva una tarjeta laminada, que es para el cuidado del artículo. Su producción se lanzó en agosto de 2020 en Madrid.

Vende a través de su página web y las promociona en las redes sociales. En Quito hizo un convenio con One Pop Up Store, en Cumbayá, para la venta. También exhibe en la galería Tullpukuna y en el Hotel Mama Cuchara, en el Centro de Quito. En esos lugares se encuentra una por cada modelo.

Tras la crisis de los 30 se acordó que había hecho un máster en Marketing para empresas de moda y lujo en Madrid School of Marketing; se graduó en 2018. Un año antes había ido a vivir a España.

Durante sus estudios escuchó sobre un pueblo llamado Ubrique y tuvo dos ideas: dedicarse a sacar ropa para invitados de bodas o hacer los bolsos. Se inclinó por la segunda, sin ser diseñadora, porque estudió Publicidad.

Sus bolsos se fabrican en Ubrique, un pueblo del sur de Andalucía, que hasta 2019 tenía 16 597 habitantes. Para llegar se recorren ocho horas de viaje en vehículo, porque no hay avión ni tren.

En Ubrique funcionan las fábricas -que son pequeñas- de las marcas gigantes de moda, como Louis Vuitton, Chanel, Prada y otros, cuenta Coronel. Este pueblo es reconocido por su trabajo de marroquinería y por la calidad de las pieles que trabajan.

Por esa razón, decidió que sus bolsos se confeccionaran en ese lugar, bajo el concepto del ‘slow fashion’, y que fueran únicos. No fue fácil llegar a una fábrica. Se contactó con la organización Movex, que impulsa a los diseñadores españoles. “Cuando mostré mis diseños apostaron por ellos y me asignaron una fábrica de Ubrique.

Coronel y su esposo regresaron en noviembre de 2020 a Quito por un tema familiar y desde entonces ha hecho sus ventas desde acá.

El año pasado vendió la mitad de la producción a clientes de Australia, Canadá, Estados Unidos, Suiza y Ecuador.

Su negocio se financió con lo que se ganó en unas comisiones. Trabajó dos años en una agencia inmobiliaria de lujo y vendió dos departamentos: uno de 3,2 millones de euros y otro de 1,2 millones.

La inversión fue de entre USD 30 000 y 40 000. Se destinaron a Movex, las carteras, la página web y los demás costos de producción.

El negocio

Se llama Marthé Bacq, en memoria y homenaje a su abuela. “Fue ‘superfashion’ y siempre estuvo presente en mi vida y quiero hacer algo en homenaje a ella. Era una mujer que dejó una huella grande”.

María José Coronel tiene previsto para mediados de este año sacar más colores de sus cuatro bolsos, debido al pedido de los clientes. Los colores actuales son azul celeste, piel, blanco con azul oscuro y malva.

Su propósito es sacar piezas más atemporales, que no pasen de moda y que sean de calidad y sustentables.

Por la demanda hizo el año pasado dos viajes a ese país, para traer más bolsos. “Cuando vine a Ecuador pensé que no iba a vender nada, porque son caros, pero he vendido”.