Las bodegas de refrigeración, donde permanecen los camarones antes de su envío, se mantienen a menos 28 grados centígrados.

Las bodegas de refrigeración, donde permanecen los camarones antes de su envío, se mantienen a menos 28 grados centígrados. Foto: Enrique Pesantes / Líderes

Expertos en camarón y tilapia

7 de febrero de 2019 09:34

Cuando el guayaquileño Santiago Salem Kronfle quiso emprender en 1978 no puso su mirada sobre grandes edificios, sino en la construcción de una camaronera de 64 hectáreas ubicada en el Golfo de Guayaquil a la que llamó Subpesca. En ese entonces solo contaba con 18 empleados; hoy suman más de 8 500 trabajadores en todas las áreas.

Salem tenía 26 años cuando empezó en el negocio, pero desde los 17 ya participaba del diseño de obras junto a su padre y poco a poco se fue especializando en el área de desarrollo de piscinas camaroneras a lo largo del país.

La adquisición de Santa Priscila se dio en 1986, pero esa procesadora ya existía desde 1976 bajo la administración de otros propietarios.

Se trató de la primera planta ubicada en el km 5,5 de la vía a Daule, donde se inició la historia de una industria cuyo crecimiento no se ha detenido.

Además, el segmento de pescado -inicialmente en sociedad- fue el segundo negocio en el que participó la naciente compañía y con el que este ingeniero civil de profesión arrancó el desarrollo de la empresa pesquera que pasó a ser patrimonio familiar.

Priscilla Salem Barakat, por ejemplo, es la directora de calidad y de ventas nacionales. Ella coordina un proceso de renovación de marca y estrategia para conquistar mucho más el mercado interno.

Esta industria llegó al puesto 15 de las empresas más grandes por sus ventas, en el 2017. En ese año los ingresos fueron de USD 480,2 millones, de acuerdo con datos de la Superintendencia de Compañías, Valores y Seguros. En relación al 2016, eso significó un incremento del 12,6%.

El incremento de las ventas no se ha detenido y en 2018 la facturación trepó hasta los USD 534 millones.

El camarón, sin embargo, no ha sido el único acierto de la Industrial Pesquera Santa Priscila que lidera en exportaciones camaroneras y se catapulta como la única exportadora de tilapia desde hace dos años y medio. “Anteriormente eran 23 (exportadores), pero la gente se fue saliendo del negocio porque se necesita de mucha inversión para mantenerse”, explica Diego Puente, jefe comercial.

La empresa logró en 2018 el 15,19% de participación del mercado de camarón, al haber generado 169 466 libras en volumen para enviar.

Santiago Salem junto a Marcelo Mata, ministro de Ambiente,  durante la entrega de la certificación de Punto Verde.

Santiago Salem junto a Marcelo Mata, ministro de Ambiente, durante la entrega de la certificación de Punto Verde. Foto: Mario Faustos / Líderes

Iván Ontaneda, presidente de la Federación Ecuatoriana de Exportadores (Fedexpor), considera que ese crecimiento está ligado a las inversiones en productividad y tecnología. “Siempre buscan nuevos mercados y nuevas oportunidades”. La resiliencia, dice, es el valor clave de la firma.

El gerente de producción de la planta de Juan Tanca Marengo en Guayaquil, Antonio Puente, recuerda que hace ocho años cuando inició su trabajo, “un día fuerte significaban
150 000 libras de camarón, ahora un día fuerte son un millón de libras entre todas las plantas”.

La adquisición de plantas procesadoras y empacadoras, según Puente, ha influido en ese aumento sostenido, no solo en productividad sino en capacidad de exportación. El camarón de esta firma llega a más de 30 destinos, siendo los principales China, Vietnam, Francia, España y Estados Unidos.

Santa Priscila logró de esta manera cultivarse durante el boom camaronero que tuvo el país durante la década de 1980 y sobreponerse a la enfermedad de la Mancha Blanca que afectó a la industria en 1999.

Para Salem, presidente y fundador de la compañía, el buen desempeño alcanzado se debe a los tres pilares en los que se enfocan: aspecto social, ambiental y sostenibilidad económica.

“La única manera de mantener la competitividad es la tecnología y el capital humano”, dijo Salem durante la entrega de la certificación de Punto Verde el 28 de enero pasado, otorgada por el Ministerio del Ambiente (MAE) y avalada por la certificadora internacional Ceres.

El reconocimiento convierte a la granja acuícola de Chanduy en la primera en el país en tener esta categoría, por haber reducido en un 13,86 % el consumo de diésel. Un proyecto de renovación que se inició hace un año y medio, con el proceso de electrificación, según Mónica Peralta, directora ambiental de Santa Priscila.

“Con esto se logra bajar las intensidades de emisiones de carbono y al lograr la eficiencia energética, se produce más o lo mismo a un menor costo”, comenta Marcelo Mata, ministro del Ambiente. El compromiso de la empresa es seguir electrificándose.