La fábrica de Atuk funciona en el valle de Los Chillos y obtiene su producción dos veces por semana. Foto: Cortesía de Atuk

La fábrica de Atuk funciona en el valle de Los Chillos y obtiene su producción dos veces por semana. Foto: Cortesía de Atuk

El cuidado bucal con énfasis ecológico

15 de noviembre de 2021 11:25

Atuk tiene una pasta dental elaborada con aceite de coco, extracto de árbol de té y manzanilla, y otra, de carbón activado y aceite de coco. La primera es de color blanco y la otra, de negro.

Un enjuague bucal y cepillos de bambú complementan la producción de la microempresa quiteña Atuk, que lleva tres años en el mercado nacional. Es una palabra kichwa, que en español significa lobo, un animal que se encarga de equilibrar la naturaleza.

Esos productos son naturales, ecológicos y amigables con el ambiente, dice su creadora, Vannesa López, una de los dos socios y presidenta de Atuk. Pero, también son eficaces, para la limpieza, la prevención y el tratamiento de enfermedades.

Esta odontóloga de profesión, inventó las fórmulas de estos artículos de higiene bucal, como una alternativa natural y que no contamina el planeta.

Por ejemplo, el enjuague es de extracto de árbol de té, manzanilla y bicarbonato de sodio, que reduce la inflamación de las encías, debido a la gingivitis. López se graduó, precisamente, con una tesis sobre este enjuague, que empezó a producir luego de que regresó de su maestría en España.

López explica que no reseca y más bien hidrata la cavidad bucal y no es tan mentolado, por lo que no altera el sabor de los alimentos. Además, la frescura del aliento se mantiene por más tiempo.

La comercialización comenzó en octubre del 2018 y desde entonces se distribuye en una red de más de 100 tiendas, que ofrecen productos naturales. En un inicio, la venta se hacía a través de las redes sociales y en línea. Este último canal aún se mantiene.

Las pastas dentales, así como el cepillo, también se comercializan en los locales de Supermaxi y Megamaxi de Quito y Guayaquil.

Las pastas vienen en dos presentaciones: en tubos colapsibles de 110 gramos, que son importados de Colombia y están libres de aluminio para ser reciclados; y en envases de vidrio, de 75 gramos, y otro de 20 gramos. Este último está más enfocado para las clínicas odontológicas.

En el caso de los recipientes de vidrio, López recomienda utilizar una espátula para untar la pasta sobre el cepillo y la porción necesaria puede ser del tamaño del grano de un fréjol.

La mayoría de las materias primas se compra en Ecuador, como el aceite de coco que hay en Quito y Guayaquil; y el extracto de árbol de té. Solo el carbón activado llega desde Estados Unidos.
Usan estos productos por sus propiedades eficaces, asegura la microempresaria.

Por ejemplo, el aceite de coco es antiinflamatorio y tiene poder antibacteriano, porque combate la bacteria que provoca la caries. El carbón activado absorbe toxinas y es mínimamente invasivo en su acción contra las manchas de los dientes, provocadas por el café, té o el vino tinto.

Por estas características, explica, no usan flour, que sí previene las caries, pero que a largo plazo puede ser una neurotoxina. Tampoco contienen sulfatos, que son nocivos, y solo sirve para generar espuma al momento del cepillado.

Los dos tipos de cepillos, para adultos y niños, son de cerdas de fibra de bambú y de carbón activado. Atuk envía los mangos listos a Miami, donde se colocan las cerdas. Su empaque es de cartón y celulosa, por lo que es reciclable y las cerdas son 100% biodegradables, hasta para hacer compostaje. El cepillo plástico tarda entre 300 y 500 años en desintegrarse.

Francisco Borja, el segundo socio y gerente general, comenta que la aceptación y ventas han crecido. Su facturación inicial oscilaba entre USD 10 000 y 15 000 al año y, actualmente, es de USD 150 000 a 250 000 anuales.

Además, tienen planes para ampliar su oferta. Están por sacar pastas para la sensibilidad y otra para niños de 6 años en adelante; y el hilo dental ecológico de fibra de bambú y de fibra de maíz.

Borja planea montar en el 2022 una fábrica de Atuk en México con capital y socios ecuatorianos. La microempresa está compuesta de seis personas: los dos socios, una asistente contable, dos en producción y un distribuidor.