Nina Gualinga recibió el premio de World Wildlife Fund el pasado 8 de mayo, en Colombia. Esta activista ha participado en marchas junto a Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga

Nina Gualinga recibió el premio de World Wildlife Fund el pasado 8 de mayo, en Colombia. Esta activista ha participado en marchas junto a Leonardo Di Caprio y Mark Ruffalo. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga

Cuidar la Amazonía le valió a Nina Gualinga un galardón global

29 de mayo de 2018 09:51

Pudo ser un día más de juegos en la selva amazónica, sin zapatos sobre la tierra húmeda y cuidándose, solamente, de las anacondas. Pero ese día, para Nina Gualinga cambió la forma de ver el mundo.

Ella tenía ocho años entonces. Fue el día en que llegó a la comunidad kichwa de Sarayaku (Pastaza) un delegado de la Compañía General de Combustible (CGC) de Argentina a hablar de los beneficios de la explotación petrolera.

Aunque han pasado 16 años, cuando revive el episodio, su tono de voz deja saber que todavía hay indignación. El delegado de la empresa ofrecía USD 10 000 a la comunidad para que aceptara su presencia y la explotación en este territorio que para ella, su familia y vecinos es sagrado.

“Yo no entendía español, pero veía las reacciones de la gente. Me enojé muchísimo. Ese señor nos ofreció manzanas a los niños y yo le dije que no y corrí lejos. Ese fue mi primer acto de resistencia”, recuerda esta joven que el 8 de mayo recibió el premio International President’s Youth Award.

Se trata de un reconocimiento de la fundación World Wildlife Fund (WWF), una de las mayores organizaciones a nivel mundial que trabaja por la conservación. Según la organización, se otorgó a Nina el premio por sus “incansables esfuerzos para proteger la naturaleza y las comunidades del Amazonas”.

El día en que la joven rechazó esa manzana se convirtió en activista por la defensa de su territorio.  Nina es la primera de los cuatro hijos de Noemí, indígena y presidenta de la Asociación de Mujeres de Sarayaku, y de Anders, un biólogo investigador sueco. Hoy es madre de un niño de un año y vive en El Puyo. Aunque ahora está radicada en esa ciudad, cuando cuenta su historia salta de un territorio a otro.

Nació en Sarayaku, en donde aprendió con su abuela, Corina Montalvo, a elaborar vasijas, cosechar en chakras y cocinar chicha. Pero también vivió varios años en Suecia, en donde terminó el colegio. Allá empezó a estudiar derechos humanos en la Universidad de Lund.

Recuerda que mientras estuvo en Suecia, en el 2002, Sarayaku fue militarizada y lo único que quería era volver. “Regresé en el 2005 y la gente estaba muy afectada por todo el maltrato”.
Aunque ella y toda la comunidad de Sarayaku rechazó en 1996 la explotación petrolera, el Gobierno ecuatoriano dio la concesión a la empresa argentina.

Para 2011, el Estado tuvo que disculparse e indemnizar al pueblo, como resultado de una sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos. Nina, que entonces tenía 18 años, fue parte de la comisión de Sarayaku que viajó a Costa Rica a presenciar ese fallo.

Había aprendido español hace dos años y ya entendía todos los argumentos del Estado. “Me pasé llorando por escuchar tantas mentiras del Gobierno. No podía creer que un Estado que tiene que proteger a su gente pueda decir tantas mentiras y peor, después de haber violentado nuestros derechos, lo negaban totalmente”.

Además del kichwa y el español, la activista habla sueco e inglés fluidamente. Cuenta que eso le ha permitido ser un puente para conectar dos mundos. Su voz en inglés es la que se oye en la narración del documental The living forest, de The Guardian, sobre la militarización en Sarayaku. Además, se ha escuchado en la Convención Marco de Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (Cmnucc) en Lima, París, Marrakech y Bonn.

Leo Cerda, activista y amigo de Nina, dice que admira su nivel de compromiso. “Una vez fuimos con Nina a Dakota del Norte a apoyar a las nacionalidades indígenas de América del Norte que se oponen a un oleoducto. Hacía muchísimo frío y nos dieron a elegir si queríamos ir a un hotel o pasar en los tipis”, recuerda.

Nina Gualinga fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por  Amazon Watch y The living forest de The Guardian. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga

Nina Gualinga fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por Amazon Watch y The living forest de The Guardian. Foto: Archivo particular de Nina Gualinga

Entre risas, Leo reconoce que por el frío, él hubiera preferido el hotel, pues los tipis son hechos con piel de animales. Sin embargo, recuerda que Nina se adelantó. “Dijo súper convencida: ‘preferimos pasar con ustedes en los tipis, vinimos a acompañarlos’, y nos quedamos ahí una semana”.

Cuando no participa en foros o actividades internacionales, Nina se dedica a dos actividades que lidera desde El Puyo. La primera es la fundación Hakhu en la que junto a Leo Cerda, capacitan a mujeres indígenas para elaborar bisutería tradicional de la Amazonía que se vende en una tienda virtual. La segunda es el diseño de la propuesta “Selva Viviente”, que se presentará dentro de dos meses.

Se trata de una iniciativa que busca que los Gobiernos reconozcan una nueva categoría de conservación en la Amazonía. “No solo se reconoce el territorio sino también a las comunidades y su espiritualidad”, cuenta.

Activismo

En el país. Forma parte del grupo Mujeres Amazónicas, que en marzo hizo un plantón en Carondelet para presentar un mandato en rechazo al extractivismo.

Influencia. Fue parte del documental Keep the oil in the ground, hecho producido por Amazon Watch y The living forest de The Guardian.

Premio. En Cartagena recibió el premio International President’s Youth Award.