La Bolsa de Valores de Nueva York. Los bancos centrales se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord. Foto: AFP

La Bolsa de Valores de Nueva York. Los bancos centrales se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord. Foto: AFP

La década empieza con nuevos retos para la economía global

El sombrío panorama en la economía mundial durante el 2019 podría continuar este 2020 con una lenta asfixia del crecimiento mundial bajo los efectos de la digitalización y el cambio climático, lo que podría avivar la ira social, a menos que se produzca una verdadera distensión comercial.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) prevé que el crecimiento mundial se situará el 2020 en un 2,9%, es decir su nivel más bajo desde la recesión mundial del 2009 luego de la crisis financiera. “Estamos en un periodo inquietante”, señala su economista jefe, Laurence Boone.

El Fondo Monetario Internacional (FMI) espera por ahora un rebote de 3,4% el año próximo. Pero esta recuperación “sigue siendo precaria”, advierte Gita Gopinath, economista jefe del Fondo.

La evolución económica a corto plazo depende, en gran parte, del duelo comercial y tecnológico entre EE.UU. y China.

Ambos llegaron en diciembre a una tregua en su batalla de aranceles, a la espera de suscribir un acuerdo preliminar.

La economía mundial no solo está al final de un ciclo, sino al de una era, la de los intercambios comerciales y el ascenso industrial de los países emergentes.

Es difícil imaginar un regreso del consenso diplomático mundial en torno al libre cambio, que estalló en pedazos con el presidente de EE.UU. Donald Trump.

Actualmente, el Mandatario enfrenta un proceso de destitución. Recientemente calmó las aguas con China, pero abrió nuevos frentes con otros socios económicos en el mundo, incluido la Unión Europea (UE).

Esta última espera la llegada del Brexit, lo que supondrá una prueba más para el multilateralismo.

Las finanzas mundiales están profundamente trastornadas tras años de generosidad de los grandes bancos centrales. Estos se esfuerzan por dejar de alimentar a los mercados, algunos de los cuales, como Wall Street, vuelan de récord en récord.

El fenómeno de las tasas de interés ‘negativas’ se generaliza en algunos países, reduciendo la rentabilidad de los bancos e inflando la deuda privada.

Steve Eisman, inversor conocido por haber anticipado el derrumbamiento del sistema financiero estadounidense, es categórico: “No tendremos una crisis sistémica” como la de Lehman Brothers en el 2008.

Este financista, cuya historia inspiró la película “The Big Short” (“La gran apuesta”), ve más bien “una recesión típica con una economía que se desacelera y gente que pierde dinero. Será ya bastante doloroso de esa manera”.

Ludovic Subran, economista jefe de la aseguradora Allianz, observa de su lado “un purgatorio de crecimiento” mundial.

Si se produce, “el próximo choque sistémico no vendrá sin dudas de las finanzas, sino que será exógeno. Por ejemplo un gran ‘shock’ de regulación de los datos personales o en vínculo con el clima”.

En todo caso, de donde sea que venga el ‘shock’ es probable -dicen los analistas- que se deba enfrentar la denominada ira social. Hoy se vive “la transformación, la digitalización, la movilidad eléctrica” y en eso “tememos la pérdida de muchos empleos”.

Países como Ecuador, Líbano, Chile, Colombia y Francia ya han vivido explosiones de ira social.

Nicolás Achondo, cocinero chileno de 33 años, tuvo que cerrar su restaurante, ahogado por los gastos médicos tras un accidente. “Al no tener cómo pagar entras en el sistema de los deudores. Como emprendedor, el hecho de ser deudor hizo imposible obtener un crédito para mi negocio y este empezó a generar deudas”.

En América Latina, las protestas también están conectadas a lo económico. Las presiones por reducir la desigualdad acentúan el complejo contexto que vive la economía de la región, que apenas crecerá un 0,1 % en el 2019 y que en el 2020 completará su peor periodo de crecimiento en las últimas siete décadas.

América Latina inicia el 2020 con 10 desafíos

EFE. (I)

Tras un 2019 que en términos de crecimiento ha ido de más a menos y va a terminar con la economía estancada -el FMI calcula un alza del PIB 0,2% y la Cepal del 0,1%-, América Latina afronta el 2020 con la esperanza de la recuperación de su PIB, aunque los pronósticos vaticinan que será insuficiente para reducir la brecha con los países desarrollados. Estos son los retos:

1. Capear la desaceleración

La marcha del PIB regional en el 2020 dependerá de México y de Brasil. El primero viene de un frenazo ligado a la escasa inversión y las incertidumbres tras el triunfo de Manuel López Obrador y el T-MEC, que pese al acuerdo del 2018 no se firmó hasta de diciembre del año siguiente y aún debe ratificarse por los parlamentos de EE.UU. y Canadá. Brasil salió de la recesión en el 2017 y no logra retomar su potencial de crecimiento.

2. Guerra comercial


El FMI cifró los efectos de la guerra comercial EE.UU.-China, y crecerán el 2020 ocho décimas menos que en el 2018 y arrastrarán consigo al resto del mundo, incluida Latinoamérica, que depende de los flujos internacionales y es muy sensible a la caída de actividad de la economía mundial y del gigante asiático, con el que cada vez tiene más lazos comerciales. Pese a que el acuerdo parcial de diciembre del 2019 ha dejado un buen sabor de boca, la batalla arancelaria es impredecible.

3. Contestación social

Las protestas sociales que viven varios países del continente ponen de manifiesto que la política económica no ha sabido o no ha podido extender los beneficios de la estabilidad macroeconómica de los últimos años y crear sociedades más inclusivas y menos desiguales. La contestación puede llevar a los gobiernos a replantearse reformas impopulares y existe riesgo de caer en la parálisis, ahora que la región sale del habitual parón económico y legislativo de los procesos electorales.

4. Divisas

La mayor percepción de riesgo debido a la incertidumbre y a las protestas sociales han lastrado la cotización de las monedas locales, que han acelerado su depreciación y, en casos como el de Chile, ha sido necesaria la intervención en el mercado del Banco Central para combatir su caída. Sin embargo, excepto en el caso de Argentina, la inflación está bajo control, lo que deja margen para usar la política monetaria en favor del crecimiento económico, y las tres rebajas de tipos de interés de la Fed durante el 2019, sumadas a la continuidad en la Zona Euro (las tasas del BCE están en 0% desde el 2016) pueden ayudar a hacer más atractivas para los inversores las divisas latinoamericanas.

5. Exportaciones


Las economías de América Latina presentan un alto grado de apertura al exterior. El menor crecimiento mundial del 2019 ha afectado a la demanda y ha hecho mella en las exportaciones de Latinoamérica, que según las últimas previsiones de la Cepal caerán el 2%, lo que contrasta con el alza del 8,3% registrada el 2018.

La esperada mejora económica del 2020 no garantiza un alivio automático de la situación, ya que el mal comportamiento de las exportaciones hasta ahora se explica por la caída de su valor y no por el volumen exportado.

6. Materias primas

Una de las principales vías de ingresos son las materias primas que se venden a terceros, como el cobre, los hidrocarburos o los productos agrícolas. Tras un 2019 peor de lo esperado (el índice de precios de las materias primas del FMI cayó entre febrero y agosto del 2019 un 5,5%), las previsiones de los organismos económicos apuntan a que en el 2020 los bajos precios continuarán debido a la menor demanda esperada por el bajo crecimiento global.

7. Cuentas públicas

Los déficits públicos de prácticamente todos los países de América Latina dejan sin margen a los gobiernos para actuar y la política fiscal durante el próximo año se centrará más en mantener las cuentas públicas bajo control que en apoyar el crecimiento. Las deudas públicas no suponen un riesgo elevado salvo en Argentina, que tras el desplome del peso y la dificultad para captar fondos en los mercados por parte del país tuvo que reprogramar el calendario de pagos de su deuda.

8. Inversión

Ante la dificultad presupuestaria para acometer grandes planes de inversión públicos, los países tendrán que ser capaces de generar confianza para atraer al sector privado, tanto nacional como internacional, para que realice inversiones. La colaboración público-privada se va a imponer en el 2020 y es posible que a lo largo del año se reproduzcan en otros países planes como el anunciado en noviembre en México, que pretende movilizar USD 40 000 millones en 147 proyectos.

9. Productividad

Según el Banco de Desarrollo regional CAF, en el 2017 los ingresos per cápita del grupo de países más avanzados de la región representaban entre el 20% y el 40% del de EE.UU., cifras que apenas han variado en décadas. Mejorar la productividad es garantía de un mayor crecimiento. Los gobiernos tienen que mejorar las regulaciones sectoriales de forma que garanticen la competencia, fomentar una asignación eficiente de los recursos y luchar contra la economía informal, que afecta a todos los sectores productivos.

10. Mirando al medio plazo

Las inversiones en los sistemas educativos e infraestructuras, la incorporación de las nuevas tecnologías y la innovación a la escuela y la empresa o la configuración de instituciones públicas fuertes y respetadas son esenciales para lograr un crecimiento saludable, aunque su rentabilidad no será visible de forma inmediata. Es trabajar a mediano plazo.