Edwin Gómez con sus compañeros en la ceremonia de graduación del Ejército de EE.UU. También parace en su Graduación en Cornell University y  recibiendo un premio. Fotos: cortesía de Edwin Gómez

El ecuatoriano reside en EE.UU. y busca un cupo para viajar a Marte. Levantó una fundación para becar a jóvenes talentos.. Fotos: Cortesía de Edwin Gómez

Disciplina y estudio, sus llaves para ir al espacio

7 de febrero de 2017 13:06

Erase una vez un niño que soñaba caminar sobre la Luna. Jugaba con su nave espacial y llevaba puesto un traje de astronauta en el patio de su casa ubicada en Caranqui, localidad del sur de Ibarra.

El niño se llamaba Edwin Gómez y ahora es un adulto que ha trabajado durante cuatro décadas para conseguir su sueño: viajar hacia el espacio y catapultar el nombre de Ecuador a los cielos.

A sus cuatro años se convirtió en un aficionado del Universo. Acostumbraba ir a un templo indígena en el que podía sentirse en el espacio, ya que las paredes tenían dibujos del Sol, la Luna y las estrellas. Le encantaba.

En ese lugar, Gómez prometió a su madre que se prepararía física, mental y académicamente para convertirse en un miembro de la tripulación de una nave.

Durante su etapa escolar se dedicó al máximo para obtener buenas calificaciones. Fue el mejor egresado de la escuela y del colegio. Con dedicación y disciplina ganó una beca para estudiar en la ex Unión Soviética. El camino fue duro porque la formación académica para ser astronauta demanda tiempo y esfuerzo.

La experiencia fue inolvidable. Con apenas 18 años viajó a ese país a forjarse una vida solo. Lo principal fue la disciplina para sobrevivir, reconoce el ecuatoriano, quien hoy reside en Boston (Estados Unidos) y es máster en Ingeniería de Sistemas Avanzados de Ingeniería Espacial.

Sin embargo, tuvo que regresar a Ecuador tras la desintegración del país soviético. Gómez buscó una carrera afín a sus sueños y decidió enlistarse en las filas de las Fuerzas Aéreas Ecuatorianas.

Nuevamente, este ibarreño mostró su carácter y disciplina hasta obtener el grado de capitán del Ejército ecuatoriano. Pero a pesar de que estaba bien en ese espacio sentía que no era lo suyo.

Decidió ‘darse de baja’ y viajar a Estados Unidos junto con su esposa e hijo: quería ser astronauta.

En 2007 aplicó por primera vez al programa de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA), pero no fue admitido. En 2015 volvió a postular y tampoco fue aceptado.

En cada llamado, relata, postulan cerca de 5 000 personas. Sin embargo, en 2015 se rompió el récord, ya que se inscribieron 18 000 aspirantes, pero escogieron 10.

Gómez detalla las exigencias para ser admitido: “El 50% es la capacidad académica. Un 30% es la parte disciplinaria, es decir, cómo es el ser humano, cómo reacciona frente a la adversidad, cuando está enojado o cómo toma decisiones. Eso es básico porque una decisión puede salvar la vida de toda la tripulación”, anota este ecuatoriano que tiene como meta viajar a Marte, como parte de los programas espaciales de la NASA.

Pero ¿qué pasa si no logra esta vez ingresar a las filas de la agencia espacial? La respuesta es sencilla: seguirá preparándose para postular una vez más. Lo hará hasta que las fuerzas le acompañen.

Hasta que la NASA le dé una respuesta en abril, el ecuatoriano trabaja como consultor privado espacial para las Fuerzas Armadas de los Estados Unidos. Y dedica su tiempo a sacar su PhD en Astrofísica en el Massachusetts Institute of Technology (MIT).

De las 24 horas del día, Gómez duerme cuatro o cinco, porque su preparación como astronauta implica una intensa y larga jornada de entrenamiento físico.

La vida del ecuatoriano no solo está plagada de estudios, también está acompañada del trabajo social y el cariño a su familia. Una vez al año, Gómez visita a sus padres en su natal Caranqui. También, recorre sus pasos en las instituciones educativas que lo acogieron. Es así como nace una iniciativa de premiar a los mejores estudiantes de instituciones educativas de Ibarra.

Desde 2007 entrega una condecoración para premiar a estudiantes destacados.
En este tiempo junto con su familia se da un espacio para visitar amigos y recordar las vivencias.

Su profesor José Francisco Reyna compartió con Gómez un tiempo en las aulas de clase en el Colegio San Francisco (Ibarra). Él recuerda que los trabajos de Gómez eran impecables, sus razonamientos lógicos eran avanzados.

Otro espacio en el que destacó fue el Grupo de Música Folclórica del Colegio, donde su voz hacía vibrar a los presentes.

El honor, la disciplina y la lealtad son tres valores que destaca Nelson Baldeón, amigo cercano de Gómez. Se conocieron cuando cursaba sus estudios en MIT y lo describe como un hombre que ayuda a los demás para que crezcan personal y académicamente. “Tiene la valentía de ir contra la historia y su anhelo de llegar al espacio es enorme”.