Sime Grzunov (izq.) y Diego Gangotena son los fundadores de Don Alfaro, que tomó como símbolo al general liberal, Eloy Alfaro. Foto: Cortesía Don Alfaro

Sime Grzunov (izq.) y Diego Gangotena son los fundadores de Don Alfaro, que tomó como símbolo al general liberal, Eloy Alfaro. Foto: Cortesía Don Alfaro

Don Alfaro posiciona las marcas con sus ideas

19 de noviembre de 2021 21:07

Don Alfaro nació en Quito y en cada sorbo de café que bebían Diego Gangotena y Sime Grzunov. Ese día habían renunciado a la empresa de publicidad donde trabajaban y la víspera les habían robado una de sus computadoras personales.

Habían ido, como de costumbre, a la cafetería de los rieles del tren en Cumbayá, en la calle Eloy Alfaro. Premonitorio o no, su conversación giró alrededor de la revolución, la del expresidente Eloy Alfaro, con la idea de abrir su propia agencia, que en ese momento no tenía nombre, “ni pies ni cabeza”, recuerda Gangotena. Hablaban de revolucionar los servicios, la comunicación, de crear, de ser osados y de conectarse con la gente.

Grzunov evocaba a ese Alfaro que conoció en el colegio. Lo recordaba como el ‘Mejor ecuatoriano’, el liberal que rompió con el “conservadurismo y con (Gabriel) García Moreno”. Lo veía como un ícono y quería crear algo parecido al expresidente, “que tenía cercanía con el pueblo, que suscitaba respeto, que es un manabita que nos representa como ecuatorianos”.

Por esa identidad con el general del liberalismo fundaron Don Alfaro, con un ADN digital (sin dejar de lado las otras plataformas), porque entendieron que es la vía más rápida para comunicar y tener data, para medir el impacto, cuantificar y tomar decisiones. Era diciembre del 2015.

Al mes siguiente, este emprendimiento empezó a funcionar en una pequeña oficina, que les prestaron cerca de la iglesia de La Paz, en el centro-norte de Quito. Gangotena es el gerente general y encargado de la parte comercial; y Grzunov se convirtió en el presidente y director creativo.

Cinco años después esta empresa tiene más de 30 colaboradores y más de 150 clientes. Esta ‘casa de ideas’, como también la llaman, funciona en el último piso de un edificio del norte de Quito. Trabaja con varias marcas de la región Andina, como Colombia y Perú, además de Ecuador; y firmas de Chile, EE.UU., Canadá y España.

Por ejemplo, están Nissan y Edimca, que se unieron este año a su portafolio. Andrés Cordero, gerente de Marketing de Nissan, describe a la agencia como dinámica y con un trabajo muy bueno. “Es una agencia que nos ha apoyado en el cumplimiento de nuestros objetivos”.

En la lista hay otras grandes marcas y, también, pequeñas, que se han posicionado en el mercado; así como organizaciones de la sociedad civil: WWF y Unicef. Están Olx, BMI, Puma, Pacari, Properati, Cinchona, Unitaxi, Las Tanusas y otras. Los primeros fueron el Centro Agrícola de Rumiñahui y la empresa de jubilación patronal Actuaria, que se mantiene hasta ahora.

Pero como estrategia se enfocaron en los emprendedores, a quienes vieron como una oportunidad en el mercado de la publicidad; y con la pandemia fortalecieron ese nicho.

Gangotena comenta que cuando salieron del anterior trabajo, donde ambos laboraron por dos años y medio, se dieron cuenta que las agencias grandes no se abrían al emprendedor.

Aprendieron que este, que no tiene presupuesto, normalmente es el más arriesgado y el que está más dispuesto a hacer cosas diferentes. Grzunov agrega otras fortalezas de ese cliente: tienen proyectos distintos, osadía y un corazón tan grande para innovar y revolucionar, como Don Alfaro. Y aclara, “que no venden humo”.

Uno de sus casos de éxito es Cinchona, un agua tónica que está en los supermercados. Su dueño, Ignacio Pallares -cuenta Gangotena-, es un emprendedor que necesitaba ayuda y asesoría. “Como nosotros también fuimos un emprendimiento, nos pusimos en sus pies”.

Su plus es ser asesores estratégicos tanto para emprendedores, como para los clientes grandes; además, sus costos son un tercio de lo que pide la competencia, asegura Gangotena.

La pandemia supuso cambios para la empresa, que los ayudó a competir en licitaciones con grandes agencias de publicidad; así consiguieron las cuentas de Edimca y Nissan, en junio y septiembre, respectivamente.

Para ello, se fortalecieron administrativamente, con el fin de cumplir los objetivos a nivel comercial. Decidieron invertir en el personal en vez de reducir la nómina. Contrataron a una persona con experiencia de 30 años en el mercado, para ayudar a sus clientes que estaban afectados por la crisis.

Atribuyen su crecimiento en el mercado publicitario a sus propuestas revolucionarias y como otra opción para la gente, no solo como agencia, sino como producto.