Un análisis de los retos que debe asumir el mercado laboral con la llegada de población extranjera y del comportamiento social ante esta situación. Foto: Ingimage

Un análisis de los retos que debe asumir el mercado laboral con la llegada de población extranjera y del comportamiento social ante esta situación. Foto: Ingimage

Ecuador ¿Patria alternativa para los migrantes?

31 de agosto de 2018 08:44

A lo largo de la historia de la humanidad, los movimientos migratorios han ocurrido de manera cíclica. Las invasiones y conquistas, con los consecuentes éxodos; los desastres naturales y los desplazamientos motivados por el intercambio comercial, que a su vez dieron lugar a la asimilación de nuevas lenguas y costumbres, de nuevos dioses y creencias, han configurado el mundo que conocemos.


Las guerras, fundamentalmente, han provocado los mayores desplazamientos humanos, han cambiando porciones enteras del planeta. Los exilios y destierros, la expatriación, pero también el espíritu aventurero, la búsqueda incansable de la ‘tierra prometida’, de lugares míticos, donde todo sería bienaventuranza, han fascinado al hombre desde siempre. Hay que agregar la esclavitud, que desarraigó de sus tierras y culturas a millones de seres humanos. Aún hoy, el tráfico humano constituye una forma de migración forzada.

En definitiva, las migraciones en el mundo, cualesquiera sean las causas, rediseñan y reconfiguran el planeta de manera permanente. Ni siquiera las políticas hostiles, racistas y xenófabas, el afán de mantener supuestos nacionalismos inalterables, impiden los flujos migratorios.

Por estos días, el torrente de ciudadanos venezolanos hacia el Ecuador tiene la dimensión de una verdadera crisis humanitaria. Las predicciones son que la emigración no parará, lo que obliga al país ha adoptar medidas de solución, que permitan acoger al mayor número de desplazados.

Es una situación que pone a prueba el carácter ecuatoriano, su voluntad humana, su capacidad para identificarse con el dolor, la desesperanza y la exclusión.

Hay aspectos subjetivos y también prácticos. La deuda histórica con Venezuela es inmensa, y obliga a actuar de forma consecuente, comprometida. La memoria colectiva, sin embargo, puede ser mezquina y olvidadiza.

En todo caso, los ecuatorianos nunca han tenido, colectivamente, el estatus de refugiados. Esa puede ser la causa, eventualmente, de una pobre empatía cuando se trata, concretamente, de abrir las puertas a los migrantes. En la práctica, ningún ecuatoriano será privado de su techo, de su plato de comida o de su trabajo.

Es cierto que la desocupación y la falta de trabajo afectan actualmente a los ecuatorianos, pero es poco probable que los extranjeros irrumpan en el mercado laboral de una forma que agrave aún más la situación en que se encuentra.

El punto es, en realidad, cómo el país puede aprovechar ese flujo migratorio en materia laboral. La selectividad será complicada.

No ingresará solo mano de obra calificada; profesionales listos para incorporarse a las empresas ecuatorianas. El tejido social, sin embargo, requiere del concurso del más amplio espectro de las capacidades humanas.

Un inventario objetivo del perfil ocupacional de los migrantes puede ser de gran utilidad para un proceso eficaz de integración. La idea de la dependencia y de la indefensión; el prejuicio de que serán una carga para el país, solo hará las cosas más difíciles.

Concretamente, si las empresas ecuatorianas, de toda naturaleza y tamaño, se hicieran presentes en la frontera, con el propósito de ofrecer plazas de trabajo, en función de sus necesidades y las habilidades de los migrantes, ayudarían a paliar la emergencia, aunque ello signifique que solo unos centenares podrían reiniciar su vida laboral y contar con un sustento para sus familias.

Hacerse cargo de una parte del problema, imaginar respuestas excepcionales para una situación excepcional como la presente, es un reto colectivo. Ofrecer un pan, una cobija, una botella de agua, sirve más que cualquier discurso.

No resuelve el asunto como tal, pero abre rutas. Cuando se ofrece comida al hambriento, agua al sediento, ocurre el milagro de lo humano, se disuelven todas las barreras que existen en un sitio.

Un solo empresario que acoja a un trabajador, abraza a una familia entera. Alivia la desesperanza del mundo. Y un entorno laboral que se abra cálidamente a los ciudadanos migrantes, se transforma en refugio y seguridad para los despojados.

La vida demuestra recurrentemente la validez absoluta de una frase ampliamente conocida ‘Hoy por ti, mañana por mí’.