Sara Wong, profesora de la Espae, presentó los resultados del Índice de Competitividad, la semana pasada.

Sara Wong, profesora de la Espae, presentó los resultados del Índice de Competitividad, la semana pasada. Foto: Cortesía Espae

Ecuador, rezagado en competitividad

23 de octubre de 2018 09:21

Ecuador sigue rezagado en temas de competitividad y tiene tarea por delante. Este año, el país se ubica en el puesto 86 entre 140 economías en el ranking de competitividad global del Foro Económico Mundial (FEM). Descendió tres puestos en el Índice de Competitividad Global.

Así lo dio a conocer la semana pasada, la Espae Graduate School of Management, entidad adscrita al FEM. Para obtener el índice, se utilizaron 98 indicadores repartidos en 12 grupos, que incluyen las instituciones, las infraestructuras, la estabilidad macroeconó­mica o la capacidad de innovación, entre otros.

Allí se observa que Ecuador tiene fortalezas y debilidades. En las primeras destacan la infraestructura y las políticas de salud. En cuanto a las debilidades ese hallan el mercado laboral, el dinamismo en los negocios, la estabilidad macroeconómica, los mercados para los productos nacionales, entre otros factores que analiza el Foro.

Este año se dio una modificación en la metodología, lo que impactó en la ubicación de Ecuador. “Dado el cambio, los resultados de este año no se pueden comparar con los resultados de competitividad publicados por el FEM en el Reporte de Competitividad Global del año pasado”, dice Sara Wong, profesora de la Espae.

La investigadora detalla que el país mejoró el puntaje del año pasado y obtuvo 55,4 puntos. Wong añade que en la carrera por mejorar en competitividad no basta mejorar, sino que hay que hacerlo mejor que los otros.

Al sector empresarial no le sorprenden los resultados del estudio del Foro Económico Mundial, pues siguen siendo los mismos pilares donde se mantienen las brechas, al comparar con los resultados de años pasados.

Xavier Andrade, director de proyectos de la Cámara de Industrias de Guayaquil, indica que es necesario que el sector público y el privado colaboren juntos en temas institucionales y mercado laboral. “Se debe trabajar en corto plazo en el tema de institucionalidad porque eso es un contexto para que mejore el entorno competitivo”, señala el representante del gremio industrial.

Andrade explica que en el tema de la institucionalidad uno de los puntos que pesa en contra está la corrupción, tanto en el sector público como en la empresa privada. “El empresario está preocupado de captar el favor del político de turno, más que de crear un ambiente de innovación y competitividad para su negocio, y eso es un problema”.

Para Pablo Arosemena, presidente de la Cámara de Comercio de Guayaquil, el reporte evidencia que los mayores desafíos del país en competitividad son la apertura comercial y la flexibilización laboral. “Somos la tercera peor economía del mundo en restricciones arancelarias, ahí entran las normas ineficientes que restringen el comercio”, dice.

Arosemena añade que Ecuador mantiene un pobre desempeño en el pilar correspondiente al mercado laboral. “Es imprescindible modernizar el Código Laboral. Para mejorar en competitividad urge abrir el comercio al mundo y modernizar la legislación laboral”, dice el dirigente.

Para Wong, entre las tareas del país también están impulsar los ecosistemas de innovación, así como incorporar al país a la cuarta revolución industrial.

Reforzar instituciones es un asunto prioritario

El reforzamiento de las instituciones es una condición para que Latinoamérica avance en la senda de la competitividad, según el informe presentado por el Foro Económico Mundial (FEM).

El funcionamiento de las instituciones es considerado un elemento que puede o no propiciar la competitividad, y en ese capítulo la escala promedio de la región latinoamericana es aproximadamente la misma que la de África subsahariana. “En muchos países, el alto nivel de corrupción que se percibe revela un factor importante que afecta a la solidez de las instituciones”, señala el informe.

Dentro de la misma categoría la seguridad aparece como otro tema de preocupación, con países latinoamericanos que aparecen como algunos de los menos seguros del mundo, entre los cuales se citan los casos de El Salvador, Honduras y Venezuela.

Los analistas del FEM señalan que con ocho países con elecciones presidenciales entre el pasado noviembre y diciembre próximo todavía no está claro si los cambios de gobierno abrirán nuevas oportunidades o, por el contrario, generarán nuevos desafíos en los próximos años.

Otras brechas importantes de competitividad que el informe identifica en Latinoamérica tienen que ver con la incorporación de las nuevas tecnologías y la capacidad de innovación.

Al respecto, Sara Wong, profesora de la Espae, señala que el estudio del Foro Económico Mundial se encuentra con un panorama de competitividad radicalmente alterado por el impacto de la cuarta revolución industrial. “Una marcada orientación a la tecnología puede brindar grandes oportunidades, sin embargo, los gobiernos no deben perder de vista los problemas típicos del desarrollo como la gobernanza, la infraestructura y las capacidades”.

Uruguay es presentado como un ejemplo que destaca por ser el país de Latinoamérica con el mayor nivel de apropiación de tecnologías de la información y de las comunicaciones, a niveles comparables a los de Suiza o Taiwán. Lamentablemente, indica el informe, eso no se refleja en una mayor innovación.

En esta clasificación, Estados Unidos ostenta el primer lugar a escala mundial y su economía se presenta así como el ideal de competitividad. “Diez años después de la crisis la economía se ha recuperado, pero hay una fragilidad que persiste”, dijo en la presentación del informe el investigador del FEM y uno de los autores principales, Thierry Geiser.

Esa fragilidad no necesariamente yace en la economía, sino que puede expresarse a través de fenómenos como el extremismo y el populismo, agregó.

Desde una perspectiva general, el informe corrobora la fuerte relación que existe entre la competitividad y el nivel de ingresos de un país, así como el nivel de satisfacción de su población.