Arturo Castillo. Motivador y prof. de técnicas psicorrelajantes
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Emprendedores: no todos tienen ángel

Existen ricas e inspiradoras anécdotas de sujetos exitosos, que construyeron auténticos imperios partiendo de cero. Cuentan ellos mismos que todo su capital consistió en su capacidad para soñar y la tenacidad necesaria para hacer realidad esos sueños.

Los libros que relatan las apasionantes historias de estos 'self made men' hablan de su aguda intuición, de su olfato para reconocer las oportunidades. Dicen que estos triunfadores son dueños de un intrépido carácter, que allí donde el común de las personas no ve sino sucesos irrelevantes, ellos visualizan circunstancias prometedoras.

Sin embargo, aunque estos individuos tienen el don para transformar todo lo que tocan, para generar riqueza, hay que advertir que en sus inicios tuvieron la buena fortuna de que alguien creyera en ellos; gente que estuvo dispuesta a arriesgar su dinero para ver concretados los 'descabellados' proyectos.

Aunque suele exaltarse el hecho supuesto de que muchos de los sujetos exitosos llegaron a la cima por sus propios méritos, en solitario, aquello constituye por lo general una exageración, una construcción mítica de lo que realmente significa el éxito.

Sería un absurdo pensar que alguien pudiera prescindir de los demás para triunfar. El mundo se compone de relaciones, de interacciones, de coexistencia. Más bien habría que pensar que el éxito es un arte que se basa en el uso provechoso de diferentes tipos de relaciones, en la capacidad para construir relaciones confiables.

En ese sentido, muchas brillantes y originales ideas jamás llegan a concretarse, mueren en estado germinal, por falta de un inversor. Este estado de cosas es producto de la mentalidad capitalista, que ha hecho del dinero un bien de acumulación y no de servicio.

Seguramente son pocos los individuos que en vez de atesorar codiciosamente su dinero están dispuestos a ponerlo a circular por el mundo a partir de ideas innovadoras, capaces de transformar algún aspecto de la sociedad de su tiempo.

Los llamados "inversores angelicales" acuden en auxilio de los emprendedores; lamentablemente, son una especie en extinción. La generalidad de los financistas de emprendimientos solo tienen un sueño obsesivo: multiplicar su dinero.