Fausto Caballero es un emprendedor quiteño que entendió el valor del patrimonio cultural y explotó su potencial a través de la oferta de las experiencias históricas. Foto: Vicente Costales / Líderes

Fausto Caballero es un emprendedor quiteño que entendió el valor del patrimonio cultural y explotó su potencial a través de la oferta de las experiencias históricas. Foto: Vicente Costales / Líderes

Apostó por un lugar histórico y alcanzó una meta

28 de agosto de 2017 16:06

Desde muy joven, Fausto Caballero siempre tuvo una meta muy clara a seguir: ser su propio jefe. Hoy en día, cree que alcanzó esta meta de una manera muy particular, abriendo el primer restaurante que ofrece una experiencia histórica en lo profundo del casco colonial.

La vida laboral de este empresario quiteño empezó desde que era un adolescente. Después de la muerte de su padre, cuando tenía 12 años de edad, supo que tenía que buscar la forma de salir adelante y ayudar a su madre.

Poco a poco, se fue introduciendo en el mundo de la contabilidad, profesión que rondaba su familia. Es así que, a los 15 años, Caballero ya se encontraba trabajando en temas contables, mientras culminaba sus estudios en el Colegio Luis Napoleón Dillon, ubicado en el centro norte de Quito.

“Sabía que la situación económica de mi familia era complicada, por eso tuve que llevar mi independencia desde muy chico”, comenta Fausto Caballero.

Gracias a los fondos recaudados de sus primeros años de vida laboral y sus ganas imperantes de tener su propio negocio, Caballero logró abrir, a sus 20 años, su propia panadería. Sin embargo, su primer negocio no prosperó y tuvo que cerrar al poco tiempo.

Por supuesto, este desafortunado hecho no fue motivo ni generó desilusión para el joven empresario, quien decidió invertir nuevamente su tiempo y recursos para realizar sus estudios universitarios. Es así que Caballero siguió la carrera de Ingeniería Comercial en contabilidad y auditoría en la Politécnica Salesiana.

Mientras continuaba con sus estudios, seguía trabajando como auxiliar de contabilidad; este trabajo le permitió costear su carrera y ahorrar para viajar por el mundo. Para él, viajar fue muy importante en su vida debido a que le permitió conocer nuevos modelos de negocios que no habían llegado aún al país.

Después de conseguir su ingeniería, Caballero consiguió manejar la gerencia financiera de un empresa turística en las Islas Galápagos. Este fue el primer encuentro que el empresario tendría con el mundo del turismo; además, gracias a este trabajo, él pudo establecer los contactos necesario para un día dedicarse por completo a esta industria.

No obstante, aun cuando había alcanzado varios éxitos profesionales, todavía sentía que no había conseguido su meta inicial. “Trabajando en esta empresa turística logré ahorrar, me compré mi primer auto y pude viajar. Sin embargo, yo no quería ser un empleado más, así que decidí arrancar con mi propio negocio, otra vez”, comenta Caballero.

Armado de todos los conocimientos adquiridos a lo largo de su vida académica y profesional, esta vez, Caballero se propuso establecer una forma de entender el negocio del turismo que no era conocida en Quito, la experiencia histórica y gastronómica.

Caballero no quería que su negocio sea un restaurante ordinario, sino que se encuentra en algún lugar especial que ofrezca una verdadera sensación tradicional quiteña. Según su amigo y miembro de la Cámara de Turismo, Luis Maldonado, “ Fausto intentaba innovar en el tema del turismo con una propuesta que al principio la gente no entendía, por lo que tenía dudas. Él siempre está así, tratando de salir de la zona de confort”.

Así, hace cuatro años, encontró el espacio de había soñado, La capilla del Señor de los Milagros, en la Loma Grande, icónico barrio del centro quiteño. Es una construcción del siglo XVII que se había encontrado abandonada durante muchos años. Así, gracias a una inversión inicial de unos USD 30 000 y al importante apoyo del Instituto Metropolitano de Patrimonio, se logró restaurar la infraestructura y adaptar un restaurante-cafetería.

Hoy en día, el restaurante Los Milagros, ubicado en La Loma Grande, ofrece a turistas nacionales y extranjeros la oportunidad de encontrarse con las raíces quiteñas a través de una oferta de platos preparados con recetas ancestrales. Además, los visitantes pueden disfrutar , en este lugar, de una experiencia histórica al verse rodeados por arte colonial y demás expresiones artísticas, como danza, música en vivo, entre otros.

Sin embargo, Caballero no piensa encerrar su idea únicamente a este establecimiento, ya que ha logrado replicar las experiencias históricas en otros lugares populares del centro.

Según Caballero, una de las mayores alegrías que su emprendimiento le ha brindado ha sido la posibilidad de ser una fuente de trabajo. Asimismo, él ha visto, en su idea de negocio, una oportunidad para contribuir con la sociedad a través de programas de danza folclórica.