Francisco Salazar y Estefany Olmedo son los socios de Killary. El emprendimiento funciona en Riobamba. Glenda Giacometti / LÍDERES

Francisco Salazar y Estefany Olmedo son los socios de Killary. El emprendimiento funciona en Riobamba. Glenda Giacometti / LÍDERES

El sabor de las moras andinas inspiró este vino

9 de abril de 2021 20:04

El intenso sabor y aroma de las moras andinas inspiró a Francisco Salazar y Estefany Olmedo, dos jóvenes recién graduados de la Escuela Superior Politécnica de Chimborazo, a manufacturar su propia marca de vino. Killary, un vino seco, tinto, se caracteriza por su aroma frutal y equilibrio en la acidez, es ideal para acompañar platillos gourmet con carnes rojas, frutos secos y chocolates.

“Los enamorados que preparan citas románticas son nuestros mejores clientes”, dice Francisco, de 27 años. Él se profesionalizó como ingeniero agrónomo y estudia las variedades de moras desde el 2013, cuando inició su carrera.

Estefany, quien también tiene 27 años, se graduó en la carrera de Nutrición y Dietética. Ambos jóvenes se conocieron en una clase de inglés y juntos empezaron a diseñar su producto.
En el 2018 empezaron a hacer pruebas con diferentes composiciones. Simultáneamente se capacitaban sobre la manufactura de vinos, el maridaje, las técnicas de fabricación, el uso de implementos y otros conocimientos.

“Siempre, desde que iniciamos con el emprendimiento, apuntamos a lograr un vino de alta calidad, que pudiera comercializarse en restaurantes”, cuenta Estefany.
Las primeras pruebas con el vino se hicieron en la casa. Los chicos invirtieron unos USD 400 en la compra de las materias primas y los envases.

Con su primer vino los emprendedores visitaron amigos, chefs, operadores de turismo y otros especialistas para que probaran su producto y les dieran recomendaciones sobre el sabor.
Con su primer lote tuvieron éxito, prepararon 200 litros. Muchos de los conocedores que visitaron halagaron el cuerpo robusto del vino, la intensidad del sabor frutal y el interesante color rubí que lograron en el producto.

“Es un vino muy agradable, nos gusta acompañarlo con carnes rojas. Lo hemos usado para maridar carnes y para acompañarlas, con excelentes resultados”, opina Mauro Costales, un cliente.

Tras un primer estudio de mercado, los jóvenes decidieron oficializar su emprendimiento. Ellos invirtieron USD 5 000 en la remodelación de una infraestructura para convertirla en su planta de producción, también adquirieron implementos de acero quirúrgico, tanques para medir la gradación alcohólica y una máquina para el envasado y encorchado.

Para adquirir las moras, que son su principal materia prima, también se implementó un protocolo. Los jóvenes escogen frutas orgánicas, cultivadas por familias de las parroquias rurales de Riobamba. “El proceso de selección de las moras es muy importante porque de eso depende la calidad de nuestro vino”, dice Francisco.

Él inspecciona los cultivos durante la siembra y la cosecha, incluso revisa las bodegas donde se almacenan las moras, antes de comprarlas. A cambio, ofrece un precio justo a los productores.

A mediano plazo los jóvenes aspiran incrementar su producción de 100 litros mensuales, a 250. Además, esperan tener sus propios cultivos de moras de castilla.

Datos del negocio

La venta: En tres puntos se comercializan los vinos, en Riobamba y Quito. También se hacen entregas a domicilio.

Los precios: USD 10 es el precio de venta al público.

La producción: Dos semanas es el tiempo que demoran en producir 100 botellas de vino.

La materia prima: 26 cajas de moras se procesan cada mes para la producción del vino.

La planta: 60 metros cuadrados tiene el área de producción del emprendimiento.