Arturo Castillo. Motivador y Profesor de técnicas psicorrelajantes
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‘Las empresas tienen ánimo navideño’

Muchas empresas se preparan ya para afrontar la época comercial más productiva del año, la Navidad. Centenares de oportunidades de trabajos temporales se abren, lo cual ayuda a paliar el desempleo y a aliviar la desesperada situación económica de muchos jóvenes. Este año, sin embargo, será, probablemente, distinto, tomando en cuenta que miles de chicos se encuentran desocupados a causa de la imposibilidad de matricularse en las universidades. Aparte de la motivación económica, será una forma de ocupar el tiempo de ocio.

Se trata de un asunto evidentemente coyuntural que en modo alguno pondrá a pensar a las mentes brillantes de la Senescyt, peor a los pragmáticos del Gobierno, sobre la realidad que afrontan los jóvenes de ‘mediana inteligencia’, incapaces de dar la medida a las exigencias de un régimen educativo diseñado para los mejor calificados, según los parámetros establecidos por una élite del saber universal.

Se trata, pues, de un ejército de jóvenes que están en el limbo, rechazados por el sistema educativo, y a la vez imposibilitados de ser productivos. Estigmatizados como están, no podrán apuntar muy alto; tendrán que conformarse con trabajos de bajo rango. Previsiblemente las empresas que los acojan no se interesarán en retenerles una vez que concluya la época navideña.

Además, como están las reglas del juego laboral, difícilmente las compañías querrán arriesgarse a abrir sus puertas a los jóvenes que demuestren ciertas aptitudes.

Por cierto, no se conoce de una crónica que permita dimensionar el drama de estos ecuatorianos; ellos son solo estadísticas, víctimas anónimas de un sistema que les priva de su derecho a la educación.

Respecto de aquellos que tratarán de ganarse una plaza laboral, tendrán que aprender las reglas del juego, entender cómo funciona el mundo empresarial, el ámbito de los negocios. Efectivamente, si la educación académica les ha sido negada, deberán tratar de sumarse a la producción. Cabe preguntarse: ¿tienen las competencias requeridas, tomando en cuenta que, seguramente, muchísimos de esos chicos son hijos de familia, dependientes, que jamás salieron a trabajar? Probablemente la frustración les espera a incontables jóvenes, pues no habrá plazas de trabajo para todos los que apliquen. Entonces se sentirán doblemente inútiles.

En este contexto, ¿será que la empresa privada se anima a brindar apoyo a la juventud discriminada por las esferas estatales? Mientras no se aplique un programa nacional que promueva oficios, carreras cortas, el trabajo podría ser un aliciente.

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