El segundo local de Super Foods ubicado en la Floresta, en el norte de Quito. Esta Empresa B se fundó en el 2015, cuenta hoy con 23 trabajadores y suma cerca de 18 000 clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

El segundo local de Super Foods ubicado en la Floresta, en el norte de Quito. Esta Empresa B se fundó en el 2015, cuenta hoy con 23 trabajadores y suma cerca de 18 000 clientes. Foto: Julio Estrella / LÍDERES

Las empresas B, una evolución en el enfoque de los negocios

3 de febrero de 2020 11:15

Un minimercado de productos orgánicos. Una empresa de lácteos. Una marca de chocolate que se vende en cerca de 30 países. Una incubadora y aceleradora de emprendimientos sociales. Una hacienda familiar que ofrece huevos, frutillas, aguacates, espinaca y otros alimentos sembrados y cosechados sin químicos ni fertilizantes ni aditivos.

Las mencionadas son empresas ecuatorianas, de distintos tamaños, que son parte del Sistema B, una nueva economía en la que los negocios se enfocan en el propósito y en dar soluciones a problemas sociales y ambientales. A estas se las conoce como Empresas B.

Se trata, según los fundadores de este movimiento, de una nueva “genética” económica que permite que los valores y la ética inspiren soostluciones colectivas sin olvidar necesidades particulares encontrando trascendencia, sentido y propósito.

Para el Banco de Desarrollo de América Latina CAF, las Empresas B son una nueva clase de negocios que genera simultáneamente rentabilidad financiera e impactos positivos en la sociedad y en el medioambiente.

Uno de los ejemplos en Ecuador es Super Foods, un negocio que nació en noviembre del 2015 y que se convirtió en una vitrina de productores y emprendedores que creen en los alimentos orgánicos. Este negocio tiene hoy 650 proveedores, dos locales, 23 trabajadores y ha llegado con su modelo a cerca de 18 000 clientes.

Gizella Greene es la cofundadora de esta Empresa B. Ella cuenta que desde el inicio el enfoque fue promover la alimentación saludable y ayudar a productores orgánicos. “Usamos estos alimentos en nuestra cafetería y restaurante, así como en las capacitaciones que damos a los clientes. Trabajamos con comunidades con enfoque ambiental. Nos hemos estructurado muy bien”, cuenta esta emprendedora social.

Fruto de ese trabajo enfocado, Super Foods se certificó como Empresa B en abril del 2018.

Este sello de calidad implica que un negocio busca un triple impacto: rentabilidad financiera, social y ambiental. Es una manera de impactar positivamente en la sociedad, beneficiando a clientes, colaboradores, proveedores, ambiente, etc., explica Daniela Peralvo, cofundadora de Impaqto, otra Empresa B ecuatoriana.

“La base del modelo es resolver un problema. Además, estas empresas tienen un pilar más que las del modelo tradicional. Se ofrece valor, crecimiento e impacto social. Son pilares que hay que tener muy claros”, explica Peralvo.

En Ecuador, ya son 17 empresas las que tienen esta certificación. Otra de las compañías que cuentan con esta calificación es El Ordeño, del sector de lácteos. Su gerente, Juan Pablo Grijalva, explica que la empresa ha buscado desde sus inicios generar bienestar a la sociedad, a través de un modelo de gestión asociativo e incluyente que gira en torno a estándares sociales y ambientales que generen impacto en la cadena de valor.

Grijalva añade que ser parte del Sistema B trae al menos tres beneficios a El Ordeño. Ayuda a validar nuestra gestión con un sistema global, el cual pasa por una rigurosa evaluación de los principales estándares socioeconómicos ­empresariales.

Además, permite que la compañía forme parte de una comunidad internacional que está generando estrategias de triple impacto. “Y nos permite ser parte de un movimiento que dinamiza, inspira y genera un efecto replicador en la sociedad actual”.

José Ignacio Morejón, cofundador y director ejecutivo de Sistema B Ecuador, ofrece más detalles. Él explica que en el país ya se cuenta con una estructura de gobernanza, con un consejo empresarial; en el que cerca de 15 empresarios empujan este concepto.

También explica que toda compañía que desea certificarse como Empresa B pasa por una evaluación “y ganan al poder identificar en dónde generan impactos positivos con su modelo de negocio”.

Otro punto clave que menciona Morejón es que los estatutos de la empresa sean reformados y apunten hacia el triple impacto. Así mejora la gobernanza y se amplia el deber fiduciario de los administradores de una compañía.

Los compromisos son fundamentales


El origen de las Empresas B está en Estados Unidos. Allí, la firma de helados Ben & Jerry’s, fundada en 1977 por Ben Cohen y Jerry Greenfield, se comprometió a ser sostenible desde sus inicios.

La idea siempre fue ofrecer un producto de alta calidad, con una preocupación especial por la comunidad, dar trato justo a sus proveedores y mantener buenas condiciones laborales con sus trabajadores. Todo iba bien con la empresa hasta el 2000.

En ese año, la Corte Suprema de EE.UU. determinó que los fundadores de Ben & Jerry’s tenían que vender su negocio a Unilever, que les había hecho una oferta para comprarla. Ellos la rechazaron porque querían mantener el espíritu de su compañía, según detalla el sitio Sistemab.org.

El Ordeño cuenta con la certificación de Empresa B desde el 2019. La empresa de lácteos trabaja con 6 000 productores y tiene 254 colaboradores. Foto: cortesía

El Ordeño cuenta con la certificación de Empresa B desde el 2019. La empresa de lácteos trabaja con 6 000 productores y tiene 254 colaboradores. Foto: cortesía

Los empresarios no tuvieron ningún argumento legal para frenar la compra, porque la obligación de la empresa era maximizar las utilidades para sus accionistas. Además, el monto propuesto por Unilever era lo suficientemente alto como para que tuvieran que aceptar la oferta. La venta se dio y lo bueno fue que Ben & Jerry’s mantuvo el espíritu y las políticas sustentables, que Unilever respetó y que hoy promueve.

El caso trascendió y motivó a otros empresarios con el mismo propósito. En el 2006 Bart Houllahan, Jay Coen y Andrew Kassoy crearon y promovieron el concepto de Benefit Corporations o B Corps. El concepto se españolizó como Empresas B y halló tierra fértil en Chile el 2012; de allí el modelo se ha propagado por la región a países como Brasil, Argentina, Colombia, Paraguay, Perú, etc.

Daniela Peralvo, cofundadora de Impaqto, cuenta que existen empresas que nacen con ese espíritu, aunque no necesariamente saben del modelo. “Tienen la necesidad de cambiar las estructuras económicas, hacerlas más equitativas. Los emprendedores de hoy piensan de esa manera”.

¿Qué compromisos adquieren las empresas B? Juan Pablo Grijalva, gerente de El Ordeño, responde que esta certificación “amplía el deber fiduciario de nuestros accionistas y gestores en nuestros estatutos, los cuales los hemos modificado para incorporar intereses no financieros de largo plazo”. De esta manera, añade Grijalva, se da cumplimiento al compromiso de mejorar de forma continua los impactos socioambientales y de operar con altos estándares de desempeño y transparencia.

Con esta certificación, agrega Grijalva, El Ordeño se compromete a medir constantemente sus impactos y a reportarlos. “Es un compromiso de mejora continua con nuestra gente, con el país y con el planeta”.

Otro ejemplo es Pacari, empresa que elabora chocolate con procesos sustentables y orgánicos y que llega con sus productos a Europa, Asia, EE.UU. y otros mercados. Esta empresa cuenta con estrategias para la cadena de suministros que ayudan a reducir la pobreza por medio de las condiciones de compra, condiciones laborales y apoyo para proveedores en situación de vulnerabilidad, según Sistema B. Además, la empresa trabaja sin intermediarios con 3 500 agricultores de pequeña escala, a quienes se les paga un precio justo: entre dos y tres veces más del valor normal del cacao.

José Ignacio Morejón, cofundador y director ejecutivo de Sistema B Ecuador, indica que normalmente una empresa responde a sus accionistas y el enfoque tradicional impide tomar decisiones que, aunque generen beneficios en el largo plazo, afecten la rentabilidad inmediata del accionista. “El reto transformador es convertir a las empresas ya existentes en empresas con propósito”, comenta Morejón.

Sobre el futuro de esta clase de negocios existe optimismo. Morejón dice que este tipo de empresa sirve de ejemplo para otras. “Lo que están haciendo es una suerte de motivador para otras empresas en el país”.

Inversión de impacto

La inversión 
de impacto es el diferenciador de las empresas B. Estos recursos se encaminan para producir bienes y servicios con conciencia por lo que ocurre alrededor, según Sistema B.

El año pasado, las inversiones de impacto sumaron a escala global cerca de USD 114 000 millones, según un reporte de Global Impact Investing Network. De esa cifra, el 5% se concentró en América Latina.

Los expertos señalan que los emprendedores de la región tienen grandes oportunidades de obtener recursos siempre que desarrollen productos y servicios que solucionen grandes problemas. Sectores como ‘fintech’, salud y ambiente son algunos de los que pueden beneficiarse.

La ley de Emprendimiento acoge el concepto de Sociedades BIC

La ley de Emprendimiento e Innovación, aprobada hace un mes en la Asamblea y que ahora está a la espera del veto del Ejecutivo, reconoce a las Sociedades BIC (Beneficio e Interés Colectivo). El objetivo es dar visibilidad y seguridad jurídica a las empresas que tienen un propósito más allá de la ganancia económica y buscan generar un impacto positivo en la sociedad y el medioambiente.

La diferencia entre una Empresa B y una Sociedad BIC es que las primeras tienen la certificación y las segundas no necesariamente pasan por un proceso de certificación, pero al menos miden y evalúan como gestionan sus impactos, según José Ignacio Morejón, director de Sistema B Ecuador.

La Cumbre Latinoamericana de Inversión de Impacto en Quito se cumplió en octubre del año pasado en Ecuador. Foto: archivo / LÍDERES

La Cumbre Latinoamericana de Inversión de Impacto en Quito se cumplió en octubre del año pasado en Ecuador. Foto: archivo / LÍDERES

Algunos antecedentes a escala global son Italia (Societá Benefit) y el estado de British Columbia en Canadá, quienes ya apoyan a las empresas de triple impacto (económico, social y ambiental), brindando un marco legal para operar. También en 37 estados de Estados Unidos existe este reconocimiento legal para la B Corps.

En América Latina, Colombia fue el primer país en promulgar la ley de Sociedades de Beneficio e Interés Colectivo en el 2018.

La normativa define qué debe hacer una empresa para poder definirse públicamente como BIC. Además explica derechos y obligaciones de administración e información con socios, inversionistas y la comunidad en general.

Según Sistema B Ecuador, con esta nueva personería jurídica será más fácil reconocer las empresas de triple impacto para que puedan surgir beneficios del mercado o de políticas que el Estado pueda implementar a través de programas de compras públicas preferenciales, facilidades de acceso al crédito, a fondos u otros recursos para crecer.