Es abogado en la Universidad Pontificia Bolivariana y tiene una especialización en Finanzas de la Universidad Eafit en Colombia. Experiencia.  Es miembro titular del Consejo de Administración de la OIT para 2017-2020, en representación de los empleadores.

Alberto Echavarría ha desempeñado su profesión vinculado a empresas del sector financiero y productivo en Colombia. Fue miembro de la Sala de Revisión del Tribunal Disciplinario del Mercado de Valores de Colombia (AMV). Foto: Cortesía OIT

Alberto Echavarría: ‘El empleo necesita normas simples’

10 de diciembre de 2018 10:01

Alberto Echavarría es directivo empresarial. Habla de cómo el sector privado debe enfrentar las transformaciones laborales de hoy. Además, asegura que debe haber mínimos de protección social para los trabajadores en nuevas modalidades contractuales.

¿Qué busca el sector empleador en América Latina, en la actualidad?

Nosotros lo que buscamos, esencialmente, es que desde entidades mundiales, como la Organización Internacional del Trabajo (OIT), también tomen en cuenta la situación de las empresas como generadoras de empleo. Si no hay compañías que se sostengan en el tiempo no podrán generar los trabajos decentes que pregona OIT.

¿Qué se necesita que apliquen los Gobiernos para que existan empresas que generen empleos decentes?

Es necesario el establecimiento de políticas de desarrollo productivo en los diferentes países.

¿Son necesarios cambios en cuanto a legislación laboral?

En materia legislativa la tendencia general ha sido concentrarse en los puestos de trabajo muy estables. Hoy, la realidad mundial, ni siquiera de la región, muestra que hay formas atípicas de contratación. Además, los jóvenes están buscando una permanente modificación de sus expectativas de vida. Se necesitan facilidades que permitan nuevas prácticas laborales (‘freelance’, personal que colabora con aplicaciones de comida o transporte, entre otros).

¿Qué pasa con los derechos?

Debe haber pisos de protección social que permitan que cualquier nueva modalidad garantice un ­mínimo de estabilidad.

¿Cuál es la realidad del trabajo en la región?

Se está viviendo una transformación. La tecnología ha avanzado a tal nivel que está atravesando todo a través de la robótica, inteligencia artificial, Internet de las cosas, ‘blockchain’, etc. Eso ha generado formas disruptivas en el mundo del trabajo.

En este escenario, ¿qué competencias demanda el sector privado regional?

Cada vez más, se necesitan personas polivalentes o multifuncionales, con capacidad de aprender y desaprender cosas que ya no se utilizan. A más de conocimiento sólido debe haber habilidades blandas vinculadas con comunicación, integración en la sociedad, desarrollo de procesos de forma simple. Todo eso debe estar a cargo de los institutos de capacitación de los países.

A propósito de ello, ¿cómo ve el empresariado de la región el esquema de formación dual, en el que institutos y compañías colaboran en la formación de mano de obra técnica para los países?

Es un modelo traído de la experiencia alemana, suiza y austriaca. Permite no solamente aprender mientras se está en la etapa lectiva, sino que se instrumentaliza ese conocimiento en la parte práctica. Hay la posibilidad de permanecer en puestos de trabajo, es decir, es una alternativa para generar empleo. Es un nivel de formación adecuado, que debe ir de la mano de las habilidades blandas.

En un mundo en permanente transformación, ¿qué retos se debe enfrentar al aplicar este modelo en la región?

Contar con capacidad para aprender, por parte de los estudiantes y tener también capacidad de enseñar, por los profesores. Hay que tomar en cuenta que la velocidad con la que se vienen generando los procesos de transformación tecnológica y laboral es demasiado rápida.

Durante la reunión regional de OIT en América Latina, en octubre, se expuso públicamente la necesidad de que los trabajadores bajo nuevos esquemas, como las plataformas tecnológicas de comida y transporte o ‘freelancers’, cuenten con una legislación que los proteja. Las organizaciones sindicales, particularmente, plantearon la necesidad de salarios más estableces y acceso a la seguridad social. Estas dicen que ahora, bajo las nuevas modalidades, se intenta romper la relación laboral formal.

Los aplicativos están ofreciendo nuevas alternativas de trabajo. Estos permiten que mucha gente que solo hallaba empleos en los que debía estar todo el día pueda alternar, educarse o hacer actividades de la vida diaria. Nosotros vemos eso como una gran oportunidad. Desde la perspectiva de la protección social debe haber mínimos establecidos, pero también tiene que haber una manera fácil de cumplir las disposiciones.

¿Por qué?

Muchas veces las estructuras que tenemos en las legislaciones de los países de la región hacen que se tienda a un solo modelo de trabajo. Hay que facilitar el cumplimiento a través de la simplicidad y así dar protección.

¿Cual es el papel de los gobiernos en este escenario?

Deben ser un impulsor de las transformaciones a través de la facilitación de procesos, para que la gente cumpla. En las economías de la región, cerca del 50% de las personas está en la informalidad. Ese es un fenómeno que excluye

¿Es necesario que los organismos como la OIT establezcan reglas más claras para el cumplimiento de derechos para los trabajos actuales y los que están apareciendo?

Creo que la OIT debe jugar un papel importante en la orientación de las autoridades de los países de América Latina. La idea es que puedan impulsar, asertivamente, a personas que ahora están por fuera del mundo formal. La mejor manera es simplificar los procesos y la tramitología.

Otra de las transformaciones que se ha generado es la aparición del teletrabajo. En la región, las empresas aún son reticentes a su aplicación. ¿Cómo ponerla en marcha y romper con esas barreras?

Todo depende del trabajo. Hay algunos que deben hacerse en el sitio de la empresa, pero otros no. Además, en aquellos que se hacen en otro lugar puede haber control de las actividades. Sin embargo, el tema de la prevención de accidentes y enfermedades laborales es complejo cuando hablamos del teletrabajo. Otra alternativa a esa modalidad es que los empleados asistan a sitios físicos cerca de donde viven para que, sin desplazarse mucho tiempo, puedan desarrollar sus labores con las debidas protecciones.

¿Existen datos de cuántas personas trabajan bajo nuevas modalidades contractuales en América Latina?

No todavía. Vemos que las empresas, cada vez más, están aprendiendo a utilizar distintas formas de contratación. ¿La razón? Encuentran en ello alternativas que le permiten ser eficientes y competitivos. Existen compañías, a escala global, que utilizan este tipo de estructuras. Las empresas latinoamericanas deben darse cuenta que de no comenzar a tomar en cuenta las nuevas metodologías y los cambios en el mundo del trabajo podrían enfrentar inconvenientes de perduración en el tiempo.