Los agricultores de la comunidad Santa Rosa de San Luis, en Chimborazo, trillan la quinua orgánica, parte del portafolio de exportación solidaria; Maquita da asistencia a los campesinos. FOTO: CORTESÍA: MAQUITA CUSUNCHIC

Los agricultores de la comunidad Santa Rosa de San Luis, en Chimborazo, trillan la quinua orgánica, parte del portafolio de exportación solidaria; Maquita da asistencia a los campesinos. FOTO: CORTESÍA: MAQUITA CUSUNCHIC

Las exportaciones de la economía solidaria se expanden y diversifican

14 de agosto de 2022 22:23

Panela, banano y quinua orgánicos; flores, cacao en grano, chocolates y café van a Europa, Estados Unidos y otros mercados.

Pero este portafolio de productos premium, y sostenibles en lo social y ambiental de los pequeños productores de la economía popular y solidaria, es más amplio. Parte de esos artículos también se comercializan bajo la certificación de comercio justo o ‘fair trade’.

Este sector recuperó el año pasado sus envíos al exterior, señala el Anuario de exportaciones del sector asociativo y comercio justo 2021, publicado por Proecuador del Ministerio de Producción, Comercio Exterior, Inversiones y Pesca.

Las ventas fueron de USD 324 millones a diferencia del año previo, del inicio del covid-19, que se ubicaron en 232,50 millones (ver gráfico).

Estos alimentos son cultivados y procesados por los agricultores organizados bajo el sistema asociativo o cooperativo, con el apoyo y asesoría permanente de dos grandes entidades: Fundación Maquita Cusunchic y el Fondo Ecuatoriano Populorum Progressio (FEPP).

Javier Eras es un productor cacaotero del cantón El Guabo, en El Oro. Con su Asociación Pepa de Oro, de San Miguel, envían cada 15 días 240 quintales de cacao en baba a la planta de Maquita Cusunchic, en Guayaquil. Al secarse significan 100 quintales. Maquita paga el valor por un grano seco. Este producto se exporta bajo el comercio justo.

Los 12 cacaoteros de la asociación tienen 70 hectáreas y llevan tres años consecutivos con una producción sin agroquímicos, asegura Eras, administrador del grupo.

A seis horas de El Guabo, las mujeres de la comunidad Cumandá El Molino, en Guamote (Chimborazo), cosechan quinua orgánica. Nancy Ayol dice que 28 mujeres socias se dedican a este cultivo, con asistencia técnica y compra de Maquita desde hace 10 años.

En Chimborazo, 329 familias siembran quinua y este año esperan exportar 2 000 quintales bajo ‘fair trade’. Aunque, Ayol aclara que una parte se queda para su consumo familiar. Este cereal se complementa con la siembra de cebada, chochos, maíz y 26 variedades de hortalizas orgánicas que también venden.

Lizbeth Pérez, gerenta comercial de Maquita, explica que en su red se encuentran 547 organizaciones en 18 provincias del país. En total son 248 240 participantes de la economía popular y solidaria. Los grupos de pequeños productores funcionan bajo tres ejes: la asociatividad, la agroecología y la red de economía solidaria y comercio justo.

El año pasado vendieron USD 12 millones, de los que el 87% fue por exportaciones. USD 10 millones correspondieron solo a cacao.

Sus productos van a nueve mercados de Europa, Estados Unidos, Chile y Asia (Indonesia). Su propuesta diferenciadora es la diversificación de los cultivos y productos.

Otro actor de este sistema solidario es el FEPP. La empresa Camari es la comercializadora de la producción, dice su gerenta, Sagrario Angulo. La red se articula con 70 organizaciones del sector agrícola y 70 talleres artesanales. También se trabaja con 400 emprendimientos, concentrados en Pichincha.

El producto estrella de exportación mensual es la panela granulada orgánica, que se produce en Pacto (Pichincha) y en La Maná (Cotopaxi). Al ser un producto del sector popular trabajan en la cadena de comercio justo e incluso con el cliente (de Europa), al cual le interesa saber quién está detrás del producto; es decir, cuántos hombres, mujeres y niños.

La quinua y la cebada con certificaciones orgánicas y de comercio justo también van al exterior.
Esta organización promueve la asociatividad de los campesinos y la solidaridad, para exportar, con el fin de que el beneficio sea para la comunidad, enfatiza Angulo.

La trazabilidad de cada producto es uno de los valores agregados más importantes, porque se sabe qué producto se ofrece al consumidor de Italia, Alemania, Suiza y otros países de Europa.